jueves, 12 de diciembre de 2013

Unos días en Aldover recorriendo la zona

23 de junio de 2010. Unos días en Aldover y recorriendo la zona (Del 23 al 29 de junio).

Primera parada: Tortosa.

He cogido el tren en l'Hospitalet de l'Infant y me bajo en Tortosa.
Allí he quedado citado con Joan, que me vendrá a buscar en su coche por la tarde.
Voy a dar una vuelta por el núcleo urbano y me intereso por un edificio: El Archivo Municipal.
Se trata de un edificio noble rehabilitado para archivo y que presenta el precioso patio que os presento en la foto.
Después de comer algo, espero en una terraza a que Joan aparezca.
Lo hace en su coche y nos vamos a Aldover. Me instalo en su casa y cenamos en un lugar entrañable que él conoce bien y celebramos la víspera de Sant Joan, y contemplamos los preparativos para el encendido de las hogueras.
Regresamos a su finca y me acomodo en una habitación de la planta baja con acceso directo a sus naranjos.
Por la mañana, me levanto, voy a los naranjos, elijo una naranja y me la como. ¡Qué rica me sabe! Del naranjo a mi boca sin pasar por intermediarios.
Después de desayunar nos vamos hacia la desembocadura del Ebro. Allí nos subimos a una especie de pirámide truncada construida en madera y que no vi cuando pasé el año pasado. Quizás no estuviera entonces, pues se ve que su factura es muy
reciente. El lugar es magnífico para observar esta parte final del Delta del Ebro. Antes de ir allí, hemos pasado por Deltebre-La Cava y saludado a mi amigo Nicanor. Rememoramos mi paso por allí en verano de 2009. A Salvador no le podremos ver.
Luego nos vamos a comer al Restaurante Vascos, donde tan bien me trataron y, después de pagar, me presento. Todavía sigue la amenaza de derribo pero, de momento, el restaurante sigue en pie.
Tras un día placentero, regresamos a Aldover.
Otro día comemos en Nuri.
Esta mañana Joan tiene tarea y yo me voy por el río caminando hacia el pueblo próximo. En la foto se ve cómo Aldover va quedando atrás. Voy disfrutando del paisaje y calculando el tiempo para saber en qué momento regresar y que no se me haga demasiado tarde para la hora de la comida. El paseo es muy cómodo, ya que no llevo las mochilas y, como decía Machado, se camina mejor cuando se va "ligero de equipaje".
Paralelo al río va un canal que, de vez en cuando, se puede cruzar por un puente o una esclusa.
Es fácil diferenciar el río del canal, puesto que el segundo, al estar canalizado, como la propia palabra indica, sus bordes son casi perfectos y paralelos.
Eso me permite ir por un lado del canal, el más próximo al río y regresar por el lado opuesto y que, a la postre, no ofrece apenas diferencia.
Sin salirme del canal, llego al pueblecillo objeto de mi visita: Xerta.
Allí charlo con las gentes del lugar.
Me informan de los últimos acontecimientos.
Alguno ya conoce a Joan.
Me dan ideas para el regreso.
El día está soleado y hace calor, pero con la proximidad del agua, resulta llevadero.
Inicio el regreso.
Desde el otro lado del canal, asciendo a una pequeña loma próxima a la esclusa, y desde esa altura puedo sacar una foto en la que se aprecian las dos corrientes de agua; primero la del canal, perfectamente delimitada y, al fondo, el río Ebro, con su trazado más irregular, sus meandros y sus islotes.
Ya estoy en casa.
Una muestra de los naranjos de Joan.
No resulta económico recoger las naranjas por el precio que se pagan en el mercado.
No es la mejor época para saborear las naranjas, pero a mi me parecen exquisitas para los desayunos matinales. Los autóctonos no las aprecian tanto, porque las tienen a mano siempre que quieren, pero a mí, que no tengo esa oportunidad durante el año, me parecen deliciosas.
Otro día fuimos a visitar Gandesa.
En este pueblo rememoro las "batallas" que nos contaba mi tío Ramón cuando estuvo peleando con los "nacionales", donde le tocó, mientras a mi tío Javier, su hermano, le tocó estar en el lado de los republicanos.
Canto a Joan lo que recuerdo de la canción:
"Si me quieres escribir, ya sabes mi paradero (bis)
En el frente de Gandesa, primera línea de fuego (bis)
Y si quieres comer bien, para estar en buena forma (bis)
En el frente de Gandesa, allí tienes una fonda (bis)
En la entrada de esa fonda, hay un moro Mohamed (bis)
Que te dice: "pasa, pasa, ¿qué quieres para comer?" (bis)
El primer plato que te dan, son granadas rompedoras (bis)
El segundo de metralla, para recobrar memoria (bis)
Si me quieres escribir, ya sabes mi paradero (bis)
En el frente de Gandesa, primera línea de fuego (bis)."
No sé si mi versión es correcta, pero es lo que recuerdo de ella.

Antes de Gandesa, visitamos este pueblo precioso, al borde del Ebro. Primero ascendemos hacia el castillo.
Desde allí nos asomamos para apreciar el río Ebro y los tejados y terrazas de las casas de abajo.
El castillo está siendo rehabilitado.
Aquí veis al caminante que, este año, al haber sido tan escaso el camino, no ha perdido la barriguita. Otros años, en los que he caminado, más o menos, unos dos meses, he solido perder unos 7 kilos apro-
ximadamente.



Vamos bajando por las estrechas callejuelas y llegamos al lecho del río. Vemos a Joan mirándolo y, al fondo, la torre campanario de la iglesia.
Volvemos a meternos entre calles porque nos han asegurado que el castillo es visitable.
Pero nuestras pesquisas no dan buen resultado.
Tras dar un paseo entre calles y asomarnos para ver lo que nos interesa, retrocedemos al punto de partida.


Una de las callejuelas por las que bajamos.
Vemos a Joan pegado a los grandes muros.
Las casas son bastante bajas, y sólo destacan con sus grandes muros los dos edificios principales: la iglesia y el castillo.


Nos vamos alejando del pueblo, lo cual nos permite ver una visión de conjunto de gran belleza, ya que el Ebro lo realza, al ver reflejados en su lecho la gran peña y los edificios.

Aquí, en la foto, lo podemos apreciar.
La iglesia es el edificio más alto de la zona urbana pero, el castillo, al estar en  la cima de la gran peña rocosa, domina todo el conjunto.

Es un ejemplo más en que la protección material es preponderante ante la protección espiritual.




También visitamos este pueblo cuyos vestigios recuerdan la contienda entre los hermanos de las dos Españas.

Las casas derruidas permanecen como quedaron.

El edificio que permanece en pie es el edificio y la torre de la iglesia.
Probablemente haya sido restaurado, pero no lo podemos visitar, porque está cerrado cuando llegamos.


Aquí tenemos una muestra de la iglesia con su torre campanario.

El  gran contraste entre el edificio de la iglesia, en muy buen estado, y la del pueblo llano, completamente destruido, me produce una sensación de mayor injusticia.


Y ahora sí, ahora ya estamos en Gandesa, donde podemos apreciar, desde un gran mirador, lo que fue el gran campo de batalla.


Con este recuerdo y tras subir a una torreta alta y estratégica, en la que un hombre vigila los probables incendios forestales, damos por finalizada nuestra visita a Gandesa.

Pasamos por este edificio que es bodega y punto de venta de vinos y otro productos de la huerta del lugar y con él acaba mi visita por tierras tarraconenses.
Regresamos a casa y al día siguiente me voy en tren en dirección a Irun, pero cambiaré de opinión y, como mañana es el día de San Pedro, decido parar en Alsasua, donde mi hermana me invita. Mañana iremos a la romería.


A lo largo de los días que estuve en Aldover, me entretuve, en los ratos libres, en hacer este dibujo, que es una muestra parcial de la gran casona de Joan, donde pasé tan felices días. Uno de los días tuvimos gran fiesta, ya que se celebró aquí la comida por el bautizo de Mireia, una sobrina, nieta de una hermana de Joan, donde ayudé en el montaje y estuve invitado a la cuchipanda. Fue divertido entre tantísima gente desconocida. Joan me invita a repetir, lo cual indica que estos días disfrutados en Aldover también fueron gratos para él, pero mi viaje de verano continúa y el próximo verano toca Baleares y los tres siguientes la periferia francesa.


29 de junio de 2010.
Romería de San Pedro.
Una foto con mi hermana en la campa.
Al fondo la ermita de San Pedro, compartida por los pueblos de Alsasua y Urdiain. La muga la parte en dos; la parte del altar, con la efigie del santo, está en la zona de Urdiain y la nave en la de Alsasua. 
Los alsasuarras celebramos la fiesta el día del santo y, los urdintarras, el domingo siguiente.


La tradición es que, el ayuntamiento, invita a los romeros a vino, en la hora del almuerzo, después de celebrada la misa en la campa, ya que la ermita se queda pequeña ante la afluencia de tanto feligrés.

Aquí veis al caminante, fiel a la tradición, bebiendo buen vino tinto servido en tacica de plata.

Después llega la hora del baile, antes de que el ayuntamiento, con toda la comitiva, inicie el baile a lo suelto, el "Joxe Mari ipur zulo" y otras danzas propias del lugar.

En la foto bailan, entre otros, mi hermana y mi prima Lourdes.

Ese día comeremos en casa.

Los tiempos de la niñez, en los que íbamos a celebrar la comida en las campas, en los que íbamos cargados desde casa con el gran cesto de comida, que nos tumbábamos a comer, alrededor de un mantel extendido en el suelo, ya pasaron a la historia.

Por la tarde me encuentro a mi prima Lourdes, que ha sacado a pasear a su madre, mi tía Josefa, a la que le quedaba ya poco tiempo más de vida. Cuando le preguntaba: "¿cómo estás tía?", respondía: "vivimos".

Esa tarde regreso a Irun, dando por finalizado mi último tramo de mi viaje por la península.

Ya de regreso a Irun, la vida vuelve a la normalidad.

Una jornada de visita a la familia en Donostia - San Sebastián.

Donostia, pensando en su capitalidad europea está viviendo en una burbuja. Esta pompa indica a la perfección esa situación.

Esta foto la presenté para el premio de fotografía Ciudad de Irun, que no pasó ni la primera criba.

La pompa explotó al chocar contra la barandilla de la Kontxa.
Apoyado en el muro, junto al Kursaal, con el espigón y la playa nudista de la Zurriola, vemos a Abderrafiq, de Tanger, que vino a vivir a Donostia hace unos cuantos años y es un experto en saltos y volteretas sobre la arena. Este es uno de sus campos de entrenamiento. Está conmigo en el programa Izeba que depende de Baketik y de Diputación. Tiene muchos amigos en San Sebastián.


















jueves, 5 de diciembre de 2013

242.03 Largo regreso a casa. Gironella

19 de junio de 2010. Una visita a Gironella, a mis amigos Teresa y Mauri. Nos conocimos en 2004, mi año más viajero, en Oslo, en viaje organizado por Noruega y llegamos hasta Cabo Norte. No era un viaje caminando. En aquella época yo todavía estaba trabajando y no tenía tantos días de vacaciones como ahora. En mayo de 2005 cumpliría los sesenta años y tendría oportunidad de firmar un contrato de relevo que me permitiría iniciar este camino en 2006, y que acabo de terminar en 2010.
 Desde aquél verano de 2004, empezamos a escribirnos y pronto nos vimos. En Navidad del mismo año, con motivo de mi viaje a Argelia, cuyo vuelo salía de Barcelona. Pasé algún día en su casa, donde dormí y pude probar la comida de Teresa, así como sus riquísimos panellets. También conocí a los padres de Mauri y a sus hijos bomberos, Lleí y Didac, así como a Sara, la novia de Lleí, que no tardarían en casarse. Hoy, mis amigos ya son abuelos de dos nietos, uno de cada hijo: Set e Iu.
Al día siguiente, después de que Mauri me recogiera en Girona capital, tras una cena en una sociedad que había colaborado en potenciar la consulta sobre el independentismo catalán, y un sueño reparador, salimos de visita por los alrededores. Visitamos la ermita que veis en las anteriores imágenes donde nos sacamos fotos. En la primera vemos al matrimonio amigo, en la segunda a Teresa conmigo y en ésta al caminante con Mauri. El lugar es un restaurante próximo a la ermita en que dentro de pocos días se va a celebrar la boda entre Didac y Anna.


También fuimos a visitar el nacimiento del río Ter. El agua bajaba torrencial en estos días previos al inicio del verano. Después de haberlo atravesado sin dificultad en la desembocadura, me sorprende ver tanta agua y con tanta fuerza. Además, el entorno, parece un vergel. Todo parece salir de la roca, a través de la cascada.


No pasamos mucho tiempo allí, puesto que, a pesar de la época del año en que estamos, se nota demasiado la humedad y, para estar en camiseta, hace bastante frío, así que nos vamos alejando de tan bonito lugar con intención de coger mayor perspectiva y ver el lugar en todo su contexto.

Este alejamiento, nos permite ver la montaña de la que mana el agua que luego será el Ter. En la cima de la montaña está el pueblo en el que viven los próximos consuegros de mis amigos, los padres de Anna. No es Cuenca, pero al estar las casas colgadas sobre el abismo, me lo recuerda. Por otro lado, siendo tanta el agua que sale de esa montaña, da la impresión de que algún día ese mismo agua, en su conducción por los entresijos de esas tierras y rocas, pueda desmoronar la montaña y derribar el poblado construido en lugar tan estratégico. 

De regreso, visitamos otra pequeña ermita, próxima a la casa de los Viles. Aquí vengo paeando con Mauri y nos acompaña su perro.

Un arriate de su pequeño y sencillo jardín, florido y bien cuidado, que tiene su complemento con otros tiestos y flores que adornan el terreno colindante.

Ese día también se celebra un partido de balonmano femenino. Las chicas de Gironella están exultantes, ya que se han quedado campeonas, en un campeonato a nivel estatal.

En reconocimiento, los responsables de la Colla, han llevado sus Gigants. Mauri, al ser uno de los responsables y porteador de uno de ellos, me deja probar. Pesa demasiado para mí y, supongo, me falta técnica.

A la salida del partido, los gigantes bailan en honor de las campeonas.

Por la tarde Mauri me acerca a una estación donde me irá a buscar mi amigo de Balneario Josep que junto a su mujer Lili conocí en Fuentes del Trampal y que me han invitado a pasar una jornada completa con ellos.



20 de junio de 2010

Una jornada y media en Sant Antoni de Vilamajor.

Esa tarde Josep me lleva a su casa, cenamos junto a Lili y duermo allí. A la mañana siguiente, después de desayunar, Lilí tiene que acudir al centro donde colabora en temas de salud física y a la que hacen una fiesta de despedida, puesto que ya deja la actividad de la que hasta ahora se responsabilizaba. Pep y yo nos vamos a hacer un recorrido por los alrededores del Montseyn. El paseo es muy bonito y nos entretenemos al regreso en este árbol, un castaño frondoso, en cuyo interior hay un gran refugio que, para caso de necesidad puede guardar a un caminante del acecho de la fauna local o de las inclemencias del tiempo. Hemos comido un poco, para no desfallecer y luego haremos la comida principal en casa, ya con Lilí y charlaremos en la sobremesa de mi viaje y de las familias de ambos, de Augusto y de los balnerios.


Luego damos un paseo por el jardín, donde tienen este otro frondoso árbol, de cuyo nombre no puedo acordarme. Está florecido con ramilletes de flores blancas y da mucha sombra. Está puesto adrede para que la dé en verano. En los días tórridos del estío da gran frescura al ambiente.

Tras el relajo, la charla y el paseo,  me acompañan para llevarme en su coche a la estación, para coger el tren que me llevará a Barcelona.

Debía pasar por casa de Lluisa, que había comprado alguna ropita para mis nietos, pero no me cuadra bien pasar por allí y menos ir más cargado, pues ya tengo bastante con el peso de las mochilas. Otra vez será.

En el tren no ocurre ningún acontecimiento que tenga entidad como para reseñarlo.


20 de junio de 2010

Ayer por la tarde llegué a casa de Ana. Me prepara una rica cena, charlamos de mi viaje de sus actividades en la Universidad, pone una bonita música. Rememoramos los días del balneario de Verche, los paseos con Joan, Augusto y las cuatro chicas. La visita al acueducto romano que va de Calles hacia el otro pueblo que mi memoria se resiste a develar. Nuestra merienda en el pantano cuya agua va a parar al mar en la capital valenciana. Alguna noche en el balneario bailamos alguna pieza, en los tiempos que nos dejaban libres los ejercicios de memoria, los paseos, los ensayos del coro y de los teatros. Esta noche, también con música romántica, damos algunos pasos de baile. Nos da así la media noche y decidimos irnos cada cual a su cama. Ana a la de todos los días y yo a la que me ha preparado. Mañana será otro día y lo dedicaremos a dar un paseo hasta la hora de mi marcha.


21 de junio de 2010

La foto de arriba ilustra el paseo por los jardines de los alrededores de la Universidad. Ana ante una de las puertas de entrada. Abajo, Ana me saca una foto a mí en los mismos jardines donde se puede apreciar la variedad arbórea, sobre un cesped verde y en el centro de la ciudad condal. Después Ana me acompañará al tren que me llevará a L'Hospitalet de l'Infant, donde no me espera nadie, pero que, algo más al sur tiene la playa del Torn, una de las playas que más me gustaron de mi vuelta a la península.

Esta foto la saco desde la illeta del Torn. Como en el restaurante del camping, que está al Norte y me alejo hacia el lado contrario y llego a la illeta del Torn. Al otro lado de la illeta hay una playa más pequeña. Hoy hay poca gente en la playa y mi intención es cenar en el mismo restaurante y dormir por la noche en la playa. Ahora hago un par de dibujos:

En ambos dibujos, podemos contemplar a los pocos nudistas que están, como yo, en la playa. En el primero se ve, al fondo, el Templo del Sol, que corresponde al camping nudista y, más al fondo aún, los primeros acantilados y el pueblo de L'Hospitalet de l'Infant. En el último dibujo se ve la Illeta del Torn, una roca que divide la playa en dos. Hacia el Norte la gran playa del Torn y hacia el Sur, la pequeñita.

El 22 de junio ya voy hacia Aldover, donde mi amigo Joan me ha invitado a pasar unos días en su hort, una antigua casa rodeada de palmeras, naranjos y otras lindezas.

242.02 Largo regreso a casa Collioure-Gironella

Segundo día en Collioure y regreso a Cataluña
18 de junio de 2010, viernes.
Collioure-Cervére-Portbou-Girona-Gironella.

  

Hoy es mi última mañana en Collioure. Estaré aquí hasta la hora en que coja el tren para ir a Cervère y de allí, ponerme de acuerdo con mi amigo Mauri. Este viaje lo hago cogiendo varios trenes. Cuando llego a Portbou llamo a Mauri y quedamos en que me saldrá a esperar a la estación de Girona. Antes de salir de Collioure, hago un desayuno completo (5,60 €). Todas las postales escritas y las 88 echadas al correo. 
 

Ya con los deberes matinales hechos, paseo por la ciudad. Al pie del Castillo Real, la Armada realiza sus ejercicios estratégicos, para estar a punto ante cualquier emergencia. En la escalinata, al pie del Château Royal, hay un grupo de turistas visitantes madrugadores de esta preciosa ciudad costera, de la que tanto me habían hablado y siempre bien. Todavía daré un paseo por el puerto y lugares estratégicos antes de entrar a visitar el castillo que tenemos en la foto sacada desde el puerto.
                                                                           Me voy hasta el malecón del puerto y, desde allí, fotografío el castillo, que ya ha quedado lejos, la iglesia de nuestra señora de los Ángeles con su estratégica torre metida en el mar, que luego dibujaré, el puerto intermedio y, en primer término, la playa, que ya está recibiendo a los primeros bañistas del día. Me gusta este sitio y más tarde volveré a este malecón.




Vuelvo hacia el interior y me acerco hacia el cementerio, en mi despedida a la tumba donde reposan los restos del poeta. Como ya la fotografié el primer día, hoy no lo hago y me voy a buscar la casa donde vivió el poeta los últimos días de su vida en Collioure. No tengo certeza absoluta de cual de ellas es la casa que busco, pero pido que me saquen una foto en la zona donde aparece indicada en el plano de la ciudad que ayer me dieron en la oficina de turismo. Con el segundo objetivo de la mañana ya cumplido, regreso hacia el puerto, que ayer dibujé..
 

En la playa que está entre el puerto y la iglesia, al ser más umbría a estas horas de la mañana, se puede observar que el número de bañistas se reduce a cero, al igual que es muy poca la gente que hay en la playa. Hoy no está aún el barco que permite hacer excursiones con visión submarina, el que ayer dibujé. Creo que a esta hora ya habrán abierto el castillo y me acerco para visitarlo. Continúo hasta el portón de entrada.
 

Visito el Château Royal (2 €) La visita es bonita y acabo hablando con una guía, Martine, que está esperando a un grupo de chavales para la visita guiada. En las diferentes salas hay lo clásico de cualquier castillo medieval. Enormes espacios muy abiertos, pero también nos ofrece exposiciones temporales. En esta ocasión tiene que ver con temas de la naturaleza, tratándolos dando rienda suelta a la creatividad y, también, haciendo alusión a productos manufacturados de la tierra y algo que tiene que ver con el reciclaje de envases, que también reciben su tratamiento creativo. Algunos de los ejercicios realizados tienen su gracia pero, la mayoría, no muestra un resultado que me parezca satisfactorio. A la hora de comentarlo, tomo una actitud positiva y me refiero más a aquellos que menos me disgustan. Estoy escribiendo de memoria, ya que no conservo nada escrito de lo que vi, y la memoria no es buena consejera y me da la sensación de que estoy usando demasiada palabrería vana, algo impropio de mi blog-diario.
 


Quizás, lo más interesante de la visita al castillo sean las vistas de la ciudad que, hacia todos los lados ofrece. Así se puede apreciar la playa y el paseo más largo de Collioure con vistas al mar. Se puede apreciar que los tonos predominantes de las fachadas van del blanco, pasando por el crema y llegando al rosáceo. En la cima se observa otro castillo que ofrece una vista mucho más espectacular, pero que no visitaré. 

 
Pero no sólo permite visiones de ciudad esta subida a las almenas. También se pueden observar los expacios exteriores del propio castillo. En la foto que saco, entre uno de los edificios interiores y la Torre del homenaje, nos vuelve a aparecer la torre de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. Poco después me encuentro con Martine Böher, que está haciendo tiempo hasta que llegue un grupo de estudiantes. Ella es la guía del castillo y charlo un rato con ella, con mi francés macarrónico, y se entusiasma con mi viaje. Le llama la atención que haya podido dar toda la vuelta a la costa peninsular ibérica y que el objetivo, que suele ser Santiago de Compostela, en mi caso, comprensible desde mi irreligiosidad, se haya transformado en la tumba de Antonio Machado, en Collioure. Y que mi vuelta a la península ibérica, Portugal y España, haya acabado en esta ciudad catalano-francesa y empezara en otra, Saint Palais, en el país vasco-francés. Es como decir que he hecho un paseo entre Euskal-Herria y Catalunya.



Llega el grupo de estudiantes jóvenes y me despido de Martine que, ahora, empieza su trabajo. Vemos en la foto a Martine, de espaldas, con su chaqueta colorista, dirigiendo sus primeras palabras a los estudiantes, en uno de los patios de entrada al Château Royal, para iniciar la visita guiada. Para ese momento yo ya me he despedido de Martine y nos iremos dando noticias a través de nuestros correos electrónicos.¿Nos volveremos a ver en 2014?

 

Salgo de esta interesante visita al castillo y todavía tengo tiempo como para volver al malecón, con una playa más concurrida que lo que estaba a primeras horas de la mañana. La intención es hacer mi último dibujo con la vista de la torre del reloj y el castillo, que quedará inacabado, pues se me echa la hora del tren que he previsto coger hasta Portbou. 


 

Regreso a la pensión y recojo el equipaje. El billete a Portbou me cuesta 2,50 €. Llego a España, sin ningún problema en la frontera de Cervère. Qué distinto de lo que tuvieron que sufrir Walter Benjamin y los muchos republicanos que huyeron de las huestes franquistas. Bajo al pueblo, y no tengo ninguna duda para ir a comer al conocido Queixalada. La comida me cuesta 10 € y quedo tan satisfecho como a la venida. 




El tren a Girona me cuesta 2,60 €. Mientras estoy esperando al tren en la estación, dibujo parte de la torre y de la iglesia de Santa María de Portbou. 
He hecho un muy mal cálculo del tamaño de la torre y, en lugar de deformarla aún más, decido no meter la parte más alta, que no me entra en la página. Son errores de los que se aprende y que, como en este caso, ya no tiene remedio. Una solución puede ser la de comenzar el dibujo a lápiz e irlo encajando cuando ya se tiene un esquema de lo que se quiere plasmar en la hoja.

 

El tren me llevará a Girona y allí me cogerá Mauri, quien me llevará a Teresa. Son amigos que conocí en mi viaje a Noruega de 2004. Una amistad duradera. Termino mi jornada en Gironella, en casa de mis amigos.