jueves, 5 de diciembre de 2013

Etapa 52 (230) Palamós-Cala Estreta

Etapa 52 (230) 4 de junio de 2010, viernes.
Palamós-Saint Antoni de Calonge-Roques Planes-Palamós-Fosca-El Castell-Cala Estreta.

Vostra Llar, un hogar hospitalario
Salgo del Hospital y me encamino hacia Vostra Llar. En este momento comienzo mi caminada de este año. Me siento a comer el menú del día: ensalada con monchetas y garbanzos, cordero con patatas fritas y pimientos y, cuando el camarero habla del tiempo previsto con una pareja que está comiendo al lado, intervengo porque el pronóstico meteorológico me interesa. 
 
Entramos en conversación y, cuando estoy contando la razón de estar allí, la señora me recomienda que hable con otra señora que acaba de llegar y resulta ser que es la que tomó la decisión de obsequiarme con la estancia en la sala de televisión del hotel, y dejarme las sábanas para extenderlas en el sofá, así como el regalo de los sándwiches de jamón y la cerveza que cené. Me dice que la carta que les escribí les pareció preciosa y la guardan con mucho cariño y, con ella, se dan por suficientemente pagados. A la primera señora, de la pareja con la que estaba hablando, se le pone la carne de gallina cuando le cuento el plan que tenía de hacer allí una comida con toda la gente que se portó tan bien conmigo en un momento en que yo más lo necesitaba, pero que finalmente no ha podido ser; era una forma de mostrar mi agradecimiento. La mujer está emocionada. Me lo hace saber. “Es usted un señor especial”, me dice. Ya he pagado, agradezco y me despido.

Hacia Sant Antoni de Calonge
Salgo hacia el puerto y la playa. Un gran transatlántico está varado, en espera de ponerlo a punto antes de coger pasajeros. Me lo contará el guitarrista canadiense, que hace de animador musical en los cruceros. A falta de ese trabajo, se pasea por la Costa Brava y ameniza con su música a la tripulación, mientras el gran buque permanezca a la espera.


Por el paseo marítimo voy caminando hacia Sant Antoni de Calonge. La primera parte no la conozco, ya que al hospital llegué, desde el centro de primeros auxilios, en taxi. La siguiente parte ya la hice andando, pero entre los encuentros con la madre, la hermana de Àngels y su perro, al no fijarme dejándome llevar, tengo que preguntar a dos chicos en dos momentos diferentes. El último me dice que tengo que llegar hasta Torre Valentina y continuar por un camino que me llevará a las rocas. Un riachuelo que desemboca en el mar, separa Palamós de Sant Antoni de Calonge.

De Torre Valentina a Roques Planes
Una torre, que parece de factura antigua, está incorporada a un edificio moderno acristalado, pero no sé si esa es la Torre Valentina o se refieren a la torre que está más arriba, solitaria en el monte. En cualquier caso no hay gran distancia entre ambas torres; tampoco sé si la torre que está en el edificio moderno es una imitación de la auténtica, que puede ser la aislada que está más arriba, hacia Rocas Planas. El edificio acristalado dispone de una terraza que está soportada por columnas que se enraizan en el paseo marítimo. Esta construcción que propicia la terraza privada al edificio, también ofrece unos soportales que sirven de cobijo al público en general. Vienen bien para dar frescura en los días tórridos y para protección del agua en los días lluviosos. Hoy pasaré de largo, ya que el día de hoy ni amenaza lluvia, ni hace un calor sofocante. Todavía no ha llegado el verano.

Como veis en la foto, ambas torres son muy parecidas. Tengo el recuerdo de que la zona más próxima a la playa de Sant Antoni, recibía el nombre de Torre Valentina. Una vez pasado el edificio acristalado y terminado el paseo marítimo, el camino se vuelve umbrío y accidentado, pero mucho más bonito, hacia Roques Planes. 

El camino, sube, baja, vuelve a ascender y yo ya empiezo a vislumbrar entre pinos mediterráneos el lugar de Roques Planes que busco. Así como viniendo del Sur el pasado año, el acceso era algo complicado, este año llego a ellas sin ninguna dificultad. Hoy no hay tanta gente como aquel día, pero hay que tener en cuenta que entonces ya estábamos en la segunda quincena de julio y, en esta jornada, estamos aún sin iniciar el verano. Con todo, veo que no voy a estar yo solo. Estaré acompañado también de una pareja de palmípedas.
 Cuando llego, está nadando un chico que tiene dos patos; da la sensación de que es el instructor de natación de los patos y se adelanta a ellos, como mamá pata, para que aprendan a seguirle. Le cuento mi fechoría del año pasado y se maravilla de mi viaje, le parece increíble que hubiera podido llegar hasta allí, viniendo andando desde Murcia. Luego me acerco al lugar donde metí la pata, junto al sitio en que Àngels intentaba sacar foto a una gaviota sobre una roca, mientras el mar estaba ganando terreno y la estaba desplazando. 
 

Ahora soy yo quien inmortaliza el lugar fatídico para incorporarlo al recuerdo en forma de diapositiva. En este viaje finalizaré el formato diapositiva y ya en mi vuelta a Baleares me modernizaré a lo digital, evitándome el arduo trabajo de escanear. Después de haberlo escrito, me quedan dudas de si lo que digo patos, no son ocas o gansos. Si algún experto lo lee, que me lo diga al final de esta página. Todos se lo agradeceremos. El chico quería enseñar a los jóvenes palmípedos a ser valientes y que se aventuraran a salir al mar, pero ambos preferían retroceder hacia lugar más seguro. Hay otros dos chicos en el otro lado de las rocas, uno se baña y el otro toma el sol. Hay otro con bañador en el rincón, pero luego se baña desnudo. Yo me doy tres baños, ¡hay que empezar bien el viaje!, me paseo por las rocas. Hay otros chicos en puntos estratégicos y ninguna mujer. Tras disfrutar de baños y sol durante un rato, y habiendo retrocedido todo lo que quería retroceder hacia el Sur, ahora desando el camino y me dirijo hacia el Norte. Aunque reiniciado el viaje en Palamós, el punto de partida más al Sur, será éste de Roques Planes.

Hacia la Playa El Castell
Así como las Roques Planes no aparecen en mi lista de playas nudistas, la de El Castell sí y figura como que está entre Palamós y La Fosca. En realidad El Castell está después de La Fosca y, según me dijeron allí, nunca fue nudista. Cuando llegue os contaré lo que allí me pasó con los dueños del chiringuito y más argumentos sobre lo que yo creo debe ser la base para los que nos gusta practicar el nudismo.


Entre las rocas y el paseo marítimo, en el lugar más agreste y bonito de este recorrido, encuentro a un joven madurito desfogándose dando gritos y con una guitarra a la espalda. Me da la sensación de que lleva auriculares y no se oye sus alaridos, pero no, es muy consciente de lo que hace y la razón de hacerlo es que así recibe mayor sensación de libertad; es la belleza del paisaje el que le inspira y anima a hacerlo. Según me dice, es el guitarrista canadiense del transatlántico varado; lo están reparando y poniendo todo a punto y todavía estará allí algún día más antes de que inicien el crucero por el Mediterráneo. Dice también que en Canadá en esta época todavía tienen mucho frío y algunas noches hace hasta -40º Celsius (que no sé su equivalencia en grados centígrados). También le pregunto si el paralelo coincide con Noruega-Finlandia-Suecia y no sabe decirme (Miraré en casa al llegar y, dependiendo del lugar de Canadá, se asemeja más al Reino Unido. Los países escandinavos están más al Norte). 

Voy retrocediendo por las playas ya vistas de Calonge y Palamós y ahora sí me fijo, con más motivo, en el transatlántico amarrado a puerto. La foto es ya inevitable. Al llegar a Palamós, continúo el paseo marítimo hasta el final, sigo por el puerto y salgo al otro lado, donde se ven nuevas playas y paso La Fosca. 

Me he asomado a Cala Margarida, que es de piedras y que más que para mí, tiene interés para submarinistas. La playa de La Fosca está bien, pero como voy con la idea de hacer nudismo, prefiero hacerlo en lugar oficial, así que continúo hacia El Castell. He llamado a Jaume a las 17:30 h, pero ni me coge, ni me llama.


La playa de El Castell no es nudista
Cuando llego a la playa de El Castell, no veo a nadie desnudo. Lo comento con dos chicos y me dicen que nunca ha sido nudista y se sorprenden cuando les enseño mi lista sacada de Internet. Voy al fondo de la playa, y tampoco. Regreso al primer sitio y me pongo entre los dos jóvenes con los que he hablado al llegar y otros dos que están dormidos. Me desnudo, me baño y me tumbo de la forma más discreta que puedo, jugando con las posiciones de mis mochilas. Cualquier prevención es poca si quiero estar desnudo y no tener problemas. Cuando estoy saliendo del agua, llega un joven que parece árabe, se queda en calzoncillos blancos y se pone el bañador encima. Si atendemos a las estadísticas, los dos llevamos una prenda; la que yo no llevo, se compensa con las dos que lleva él. Aunque el árabe va muy decidido al agua, le costará entrar. Cuando ya me he secado tumbado, me levanto, pongo el pantalón y me acerco al bar central de la playa. El que está más al sur lo están construyendo o reparando. Pido un bocadillo de jamón y me dicen: “la cocina está cerrada”. “No hay mucho que cocinar”, digo y la respuesta lo aclara todo: “La señora se llevó el pan y esto no es una playa nudista”. “Acabáramos”, me digo, no me hacen el bocadillo no porque no haya pan, sino porque me he bañado desnudo y, ante mi enojo, las razones que me dan son concluyente: “Yo soy muy liberal pero usted, desnudo, me puede quitar la clientela.” Le digo que según nuestra norma máxima, no existe prohibición alguna para que a alguien le obliguen a estar con bañador en la playa, que todas las playas españolas son mixtas y el que quiere puede estar con bañador y el que quiere sin él. Me dice que ya lo sabe. "Entonces, si lo sabes, por qué actúas así", le respondo. Veo que no voy a conseguir nada, aunque me empecine en argumentar. Hoy me quedaré sin cenar. Es el primer día de camino, no he andado mucho y este año no adelgazaré en tan pocos días tanto como otros años. He conseguido hablar con Jaume y me dice que está preparando los últimos exámenes y que no nos podremos ver y que Enric continúa en Berlín. De Enric y Jaume ya os hable en la contada del año pasado, cuando coincidimos en la platja del Senyor Ramon la víspera de la rotura del peroné. En mi argumentación de viaje, es como si eso hubiera ocurrido anteayer.

Pasaré la noche en Cala Estreta
Una vez sabido que no me podré ver con mis amigos de Ripoll, ya no me quedan razones para continuar en la Platja El Castell, una playa en que se niegan a venderme un bocadillo y que, por hacer nudismo, me consideran persona no grata, así que me visto y me voy hacia el Norte. Paso por el poblado ibérico, pero ni lo veo, y me asomo a la cala Foradada y la cala Corb. El paisaje es precioso, con senda al borde del acantilado, y así voy llegando y bajo a Cala Estreta. Una pareja que sube, pasa y ni saluda. Dos chicos que tienen el aspecto de ser pareja, están tumbados en la arena; al pasar yo, uno se recuesta y el otro me informa de lo que sigue. Me habla de unas escaleras que suben, otras que bajan y una roca horadada, como una cueva que es ventana. Esta información me vendrá bien para mañana, porque hoy no tengo intención de avanzar mucho más. Les digo que me voy a quedar a dormir por allí y que, si regresan por ese lado, como la cala es muy estrecha, haciendo honor a su apelativo, que no me pisen al pasar. 
 
El sol ya se ha ocultado tras la montaña y como me va a costar secarme, no me animo a otro baño. He avanzado más hacia el Norte, pero acabo retrocediendo al lugar anterior, ya que por allí la zona de arena seca se estrecha aún más. Organizo mi cama en el lugar que me parece más conveniente. Parece que los dos chicos ya se han marchado en dirección El Castell, puesto que por mi lado no han pasado. Hay mosquitos y hormigas. Durante la noche, algún mosquito me pica en la nariz y me la deja hinchada, temblorosa y febril. Me ha costado, pero consigo dormir. No he visto la Osa Mayor y, por la noche, veo media luna en menguante.

Resumen de la primera jornada parcial
Lo más interesante ha sido retornar a los lugares del verano pasado. Tras la despedida de Luisa, la visita al hospital de Palamós, donde tan bien fui atendido. Lo mismo en Vostra Llar, aunque el programa previsto no lo he podido cumplir. El regreso al lugar de Roques Planes, donde me rompí el peroné, hoy no ha sido traumático. El episodio de cala El Castell ha resultado significativo para un nudista convencido. La primera noche durmiendo en playa va a servir de entrenamiento para las que vengan después.

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