jueves, 5 de diciembre de 2013

229.01 Retorno al fin

229.01 Retorno al fin.
En junio terminaba de narrar mi viaje hasta que éste se interrumpió bruscamente por la rotura del peroné de mi pierna izquierda en Sant Antoni de Calonge; decía entonces: “el cuento continuará”. Este verano de 2013 he continuado mi viaje hacia el Norte de Francia, viaje iniciado en el verano de 2012 en Irún y que finalizó en Saint Brieuc (Bretaña francesa), tras 66 días de caminar. Así que ese lugar fue el punto de partida de este año, que ha sido algo más corto en el tiempo, 55 días, y que me permitió terminar de recorrer las costas bretonas, Normandía, Somme (Côte Picarde), Pas-de-Calais, Nord, Bélgica y Holanda (hasta la isla de Terschelling). No quise llegar a Alemania porque me quedaban unas cinco jornadas de dique sin playas, llovía al llegar a Harlingen y, como había disfrutado tanto en las islas de Texel, Vlieland y Terschelling, durmiendo cuatro noches bajo las estrellas, en sus magníficas dunas, decidí que el viaje ya había cumplido su objetivo por este año. Al regreso, entre equilibrar las más de 3.200 fotos que hice, darles el formato que a mí me ha parecido mejor y poner título a cada una de ellas, se me ha echado encima octubre. Por fin retomo mi narración interrumpida en junio de este año, para volver al verano de 2010 y acabar mi viaje hasta Collioure, ante la tumba de Antonio Machado, lugar que se había convertido en objetivo tras mi visita a la Catedral del apóstol en Santiago de Compostela, allá por 2006, viaje iniciático, que ahora culminaré con este mi cuarto-quinto viaje que os cuento y que completa mi vuelta a la Península Ibérica.

Respecto a mi peroné fracturado, debo decir que no hubo secuelas. Tuve escayolada la pierna hasta setiembre; no me dieron ninguna sesión de rehabilitación para reavivar mis tendones entumecidos y lo pagué caro; era la primera fractura de mi vida y me faltó experiencia para exigirlo a Osakidetza. De los errores se aprende. Aprovechando que en Noviembre de 2009 me correspondió balneario en Verche (Valencia), los fisioterapeutas me trataron la zona dañada con gran pericia, que fue compensada con factura extra y, después de llegar cojeando, acabé haciendo un recorrido a pie de 25 kilómetros por tierras de Villar del Arzobispo, Losa del Obispo y Calles. Fui acompañado en mi paseo por mi amigo Augusto Hernández, de Gran Canaria, con el que también había compartido habitación en el balneario de Fuentes del Trampal (Cáceres, fronterizo con Badajoz). Fruto de aquella relación, en invierno nos vimos en Caletillas (Tenerife) y en primavera del 2010, pasaría tres semanas en su casa en La Aldea de San Nicolás de Tolentino (Gran Canaria), invitado, junto a Rosa, otra de nuestras amistades de aquel balneario. Desde entonces no nos hemos vuelto a ver.

Aunque he dicho que mi rotura no tuvo secuelas, el pasado año de 2012, llegando a Audierne en el Finisterre bretón, empecé a notar dolor e hinchazón en la zona baja de la pierna derecha, junto al tobillo. Lo fui dejando sin darle importancia pensando que había podido ser debido a un exceso de kilómetros de aquella jornada pero, al llegar a Douarnenez, acudí a urgencias al hospital. Coincidía que el día que se me empezó a hinchar la pierna era el 18 de julio, exactamente tres años después de mi rotura de peroné. Me decía para mis adentros: "mi pierna tiene memoria histórica". ¡18 de julio! Magno día de infausto recuerdo que, a los que sufrimos el franquismo, nos será difícil olvidar. Lo digo porque era el día en que cobrábamos la paga extra del 18 de julio, una forma de comernos el coco en una época en que parecía que no sabían de marketing. Bueno, y volviendo al Hospital de Douarnenez, el resultado de la exploración de la doctora que me atendió, su diagnóstico, fue que había tenido una infección en el pie, se me había curado, pero toda la carga la había soportado la zona que ahora respondía con la hinchazón. Hecho el diagnóstico, el remedio serían 10 días de antibiótico. Menos mal que no me hicieron radiografía del pie pues, al retornar a casa, lo primero que hice fue mirar las fotos con la pierna escayolada y resultó que había sido la izquierda, la del peroné roto, mientras que ahora, era la derecha la de la infección. ¡A borrar lo de la memoria histórica de mi magín. Lo más importante de esta pequeña odisea, es que pude continuar caminando hasta lo más norte de Bretaña.

Bueno, hechas estas salvedades, a modo de prólogo de este miniviaje que va a durar 13 días y con el que completaré mi cuarto grupo de narración diaria de la vuelta a la península, abordo de nuevo el tema. Al ser tan pocos días, no tiene entidad como viaje; prácticamente es en la segunda semana, tras el inicio de una caminada, cuando empiezo a desprenderme del urbanita que soy, necesito ese tiempo para hacerme uno en comunión con el paisaje, con la naturaleza.

Hechas estas aclaraciones previas al viaje, tengo que decir que, en cuanto terminé de narrar el viaje del verano de 2009 entre Murcia y Girona (Palamós), escribí a todos los familiares y amigos, para informarles y pedirles su visto bueno, puesto que a veces cometo errores involuntarios que conviene corregir. Estando en Normandía, recibí mensaje de mis primos de Igualada para que corrigiera sólo una palabra, pues escribí bodas de plata en vez de sus bodas de oro, que fueron las que habíamos celebrado este año de 2013 en Alsasua (Altsasu, actualmente en euskera). También me escribió otra amistad surgida en aquel viaje; me dice, releyendo el e-mail: “Hola Javier, al fin he podido leer la etapa de tu viaje de la que formo parte, me ha gustado, he recordado el día en que nos conocimos, ya hace unos años, cómo pasa el tiempo.”, y me pedía que borrara dos líneas, pues me decía: “fue una confidencia íntima”. He tenido problemas para acceder a mi blog, por Google no lo conseguía, pero me recomendaron que probara con Mozilla y así lo pude borrar. Otra amistad, de Barcelona, me pedía que quitara tres líneas, donde yo daba mi opinión sobre el momento crucial de su vida que, sin tener demasiada información, me atrevía a exponer y me decía: “Entiendo que este comentario me afecta a mí solamente y yo decido con quien compartirlo, forma parte de mi privacidad.” Así que, estando de acuerdo con ella y fiel al mensaje enviado por mí, también lo he hecho desaparecer. A lo largo de toda mi vuelta a la Península Ibérica, es la primera vez que alguien me dice que prefiere que no ponga algo y que lo quite de mi blog cuando lo he puesto. Ha habido también una amiga a la que no ha gustado que ponga cosas de su familia. No me dice que quite nada concreto. Quizás le gustaría que desapareciera todo lo relacionado con ellos. Yo le digo que lo que cuento de su marido es algo que también me pertenece, que me parece ejemplar el proceso por el que se ha ido haciendo a sí mismo a lo largo de su historia vital, y que darlo a conocer, es un deseo mío que no puedo reprimir y quiero compartir con mis lectores. Ellos serán o seréis jueces y valoraréis en la medida en que el hecho se vaya conociendo. Su marido, que es mi amigo, no me ha respondido nada a mi negativa a hacer desaparecer nada. Tampoco sé si ha recibido el mensaje. Hechos estos comentarios, pasemos al prólogo de los 13 días que faltan para llegar a Collioure.

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