jueves, 5 de diciembre de 2013

242.02 Largo regreso a casa Collioure-Gironella

Segundo día en Collioure y regreso a Cataluña
18 de junio de 2010, viernes.
Collioure-Cervére-Portbou-Girona-Gironella.

  

Hoy es mi última mañana en Collioure. Estaré aquí hasta la hora en que coja el tren para ir a Cervère y de allí, ponerme de acuerdo con mi amigo Mauri. Este viaje lo hago cogiendo varios trenes. Cuando llego a Portbou llamo a Mauri y quedamos en que me saldrá a esperar a la estación de Girona. Antes de salir de Collioure, hago un desayuno completo (5,60 €). Todas las postales escritas y las 88 echadas al correo. 
 

Ya con los deberes matinales hechos, paseo por la ciudad. Al pie del Castillo Real, la Armada realiza sus ejercicios estratégicos, para estar a punto ante cualquier emergencia. En la escalinata, al pie del Château Royal, hay un grupo de turistas visitantes madrugadores de esta preciosa ciudad costera, de la que tanto me habían hablado y siempre bien. Todavía daré un paseo por el puerto y lugares estratégicos antes de entrar a visitar el castillo que tenemos en la foto sacada desde el puerto.
                                                                           Me voy hasta el malecón del puerto y, desde allí, fotografío el castillo, que ya ha quedado lejos, la iglesia de nuestra señora de los Ángeles con su estratégica torre metida en el mar, que luego dibujaré, el puerto intermedio y, en primer término, la playa, que ya está recibiendo a los primeros bañistas del día. Me gusta este sitio y más tarde volveré a este malecón.




Vuelvo hacia el interior y me acerco hacia el cementerio, en mi despedida a la tumba donde reposan los restos del poeta. Como ya la fotografié el primer día, hoy no lo hago y me voy a buscar la casa donde vivió el poeta los últimos días de su vida en Collioure. No tengo certeza absoluta de cual de ellas es la casa que busco, pero pido que me saquen una foto en la zona donde aparece indicada en el plano de la ciudad que ayer me dieron en la oficina de turismo. Con el segundo objetivo de la mañana ya cumplido, regreso hacia el puerto, que ayer dibujé..
 

En la playa que está entre el puerto y la iglesia, al ser más umbría a estas horas de la mañana, se puede observar que el número de bañistas se reduce a cero, al igual que es muy poca la gente que hay en la playa. Hoy no está aún el barco que permite hacer excursiones con visión submarina, el que ayer dibujé. Creo que a esta hora ya habrán abierto el castillo y me acerco para visitarlo. Continúo hasta el portón de entrada.
 

Visito el Château Royal (2 €) La visita es bonita y acabo hablando con una guía, Martine, que está esperando a un grupo de chavales para la visita guiada. En las diferentes salas hay lo clásico de cualquier castillo medieval. Enormes espacios muy abiertos, pero también nos ofrece exposiciones temporales. En esta ocasión tiene que ver con temas de la naturaleza, tratándolos dando rienda suelta a la creatividad y, también, haciendo alusión a productos manufacturados de la tierra y algo que tiene que ver con el reciclaje de envases, que también reciben su tratamiento creativo. Algunos de los ejercicios realizados tienen su gracia pero, la mayoría, no muestra un resultado que me parezca satisfactorio. A la hora de comentarlo, tomo una actitud positiva y me refiero más a aquellos que menos me disgustan. Estoy escribiendo de memoria, ya que no conservo nada escrito de lo que vi, y la memoria no es buena consejera y me da la sensación de que estoy usando demasiada palabrería vana, algo impropio de mi blog-diario.
 


Quizás, lo más interesante de la visita al castillo sean las vistas de la ciudad que, hacia todos los lados ofrece. Así se puede apreciar la playa y el paseo más largo de Collioure con vistas al mar. Se puede apreciar que los tonos predominantes de las fachadas van del blanco, pasando por el crema y llegando al rosáceo. En la cima se observa otro castillo que ofrece una vista mucho más espectacular, pero que no visitaré. 

 
Pero no sólo permite visiones de ciudad esta subida a las almenas. También se pueden observar los expacios exteriores del propio castillo. En la foto que saco, entre uno de los edificios interiores y la Torre del homenaje, nos vuelve a aparecer la torre de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles. Poco después me encuentro con Martine Böher, que está haciendo tiempo hasta que llegue un grupo de estudiantes. Ella es la guía del castillo y charlo un rato con ella, con mi francés macarrónico, y se entusiasma con mi viaje. Le llama la atención que haya podido dar toda la vuelta a la costa peninsular ibérica y que el objetivo, que suele ser Santiago de Compostela, en mi caso, comprensible desde mi irreligiosidad, se haya transformado en la tumba de Antonio Machado, en Collioure. Y que mi vuelta a la península ibérica, Portugal y España, haya acabado en esta ciudad catalano-francesa y empezara en otra, Saint Palais, en el país vasco-francés. Es como decir que he hecho un paseo entre Euskal-Herria y Catalunya.



Llega el grupo de estudiantes jóvenes y me despido de Martine que, ahora, empieza su trabajo. Vemos en la foto a Martine, de espaldas, con su chaqueta colorista, dirigiendo sus primeras palabras a los estudiantes, en uno de los patios de entrada al Château Royal, para iniciar la visita guiada. Para ese momento yo ya me he despedido de Martine y nos iremos dando noticias a través de nuestros correos electrónicos.¿Nos volveremos a ver en 2014?

 

Salgo de esta interesante visita al castillo y todavía tengo tiempo como para volver al malecón, con una playa más concurrida que lo que estaba a primeras horas de la mañana. La intención es hacer mi último dibujo con la vista de la torre del reloj y el castillo, que quedará inacabado, pues se me echa la hora del tren que he previsto coger hasta Portbou. 


 

Regreso a la pensión y recojo el equipaje. El billete a Portbou me cuesta 2,50 €. Llego a España, sin ningún problema en la frontera de Cervère. Qué distinto de lo que tuvieron que sufrir Walter Benjamin y los muchos republicanos que huyeron de las huestes franquistas. Bajo al pueblo, y no tengo ninguna duda para ir a comer al conocido Queixalada. La comida me cuesta 10 € y quedo tan satisfecho como a la venida. 




El tren a Girona me cuesta 2,60 €. Mientras estoy esperando al tren en la estación, dibujo parte de la torre y de la iglesia de Santa María de Portbou. 
He hecho un muy mal cálculo del tamaño de la torre y, en lugar de deformarla aún más, decido no meter la parte más alta, que no me entra en la página. Son errores de los que se aprende y que, como en este caso, ya no tiene remedio. Una solución puede ser la de comenzar el dibujo a lápiz e irlo encajando cuando ya se tiene un esquema de lo que se quiere plasmar en la hoja.

 

El tren me llevará a Girona y allí me cogerá Mauri, quien me llevará a Teresa. Son amigos que conocí en mi viaje a Noruega de 2004. Una amistad duradera. Termino mi jornada en Gironella, en casa de mis amigos.

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