miércoles, 3 de abril de 2013

178.1 Prolegómenos Irun-Puente Tocinos


178.1 27 de Mayo de 2009, miércoles.
Irún-Madrid-Murcia-Puente Tocinos (por orden alfabético y cronológico).
Recorrido hecho en tren y coche. Sólo pateo por el interior de Chamartín.

Antes de montar en el tren
Me levanto a las 6:30 h. Me ducho. Peso lo mismo que ayer: 67 kg 800 gr. Ayer lo descongelé y hoy dejo el frigorífico vacío y abierto. Sólo quedan alguna tónica y cervezas. Pongo rollo de diapositivas Velvia-100 recomendación de Enrique Capilla. Estoy con diarrea, que me obliga a retrasar la salida. Cierro la llave del gas y bajo el interruptor de la electricidad. Cuando voy a cerrar la puerta con llave, me doy cuenta de que la he guardado al fondo de mi mochila, ya que no la necesito hasta la vuelta, son las 8:00, el tren sale a las 8:15 h y me pongo nervioso. Decido cerrar la puerta de golpe, sin llave y resolverlo luego con las llaves de mis vecinos. Por fortuna, en el control de equipajes está un amigo ferroviario al que doy el encargo de que llame a mis vecinos y, con uno u otro, resolver el problema del cierre de mi casa.

Tren a Madrid-Chamartín
Ya más tranquilo, cojo el tren puntual en Irun. Como no llevo lectura, empiezo a escribir el diario con los previos de ayer, con mis hijas y nietos, el chiquitín, Jokin, que regurgitó un poco por hacerle una sonrisa a su aitona. También resolví temas de cine-club con Gurutz Albisu y vi la película Vacaciones de Ferragosto que, narrando situaciones graciosas, no acaba de ser una película redonda. Voy en el asiento 3-A y oigo hablar de peregrinos en el 3-C y 3-D, así que me siento en el 3-B y me pongo a charlar con las dos chicas; van a trabajar, primero a Vitoria y luego a Bilbao, para volver después a Donostia. Les cuento mi viaje, les enseño mis dibujos y sigo escribiendo. Aparece Anxo Badia, que es actor, gastrónomo, gasolinero, encuestador…; está haciendo encuestas: “¿por qué usas el tren para viajar?”. Es una encuesta fácil de responder y que no presenta dudas. Después de haber hecho más de cuarenta encuestas, vuelve a charlar conmigo. Anxo es de A Coruña; sabe galego y entiende euskera, pero le cabreó un vascófilo intransigente. Él se considera neonacionalista. Los sábados salen sus fotos sobre gastronomía en Noticias de Gipuzkoa. Vive con un hombre de 62 años y ejerce más de padre que de abuelo con los nietos de su pareja. Dice que no es necesaria la “pluma” para ser gay; él disfruta con comportamientos más normales, aunque también se puede desmadrar en una discoteca. Anxo baja en Vitoria, junto con las dos chicas. En la tele echan una comedieta americana que, como casi todas las que ponen, no despierta mi interés. Dejo de escribir el diario llegando a Miranda de Ebro. Mi vecina de raza negra, de delante, está nerviosa, pero recibe una llamada al móvil que, parece, le ha tranquilizado; incluso tararea una canción. 11:15 h: pasamos por Santa Olalla de la Ribera; un preludio; ya falta menos para Santiago de la Ribera. La peli era a la memoria de Sidney Pollack. La nueva vecina 3-C, que ha reído y llorado con la comedia, no me sabe decir el título. “La boda de mi novia”, me dice una azafata. Llegando a Madrid, la 3-C me ofrece una revista; “hay muchas en el bar”, me dice, y nos ponemos a hablar, aunque será por poco tiempo, puesto que ya estamos entrando en Chamartín. Tiene una hija trabajando y viviendo en Madrid y, de vez en cuando, viene de Gasteiz para visitarla. Le gusta mucho viajar, pero más en avión. Hemos llegado con cinco minutos de retraso. Se lo perdono a Renfe. Al pasar por Burgos, no he conseguido ver los pinchos de la Catedral; tampoco reconozco el Alcázar, al pasar por Segovia y, por Valladolid, no he visto ni el Pisuerga; lo he vislumbrado unos pueblos antes. Anoto: Valladolid-Campo Grande; Segovia-Guiomar. Pareciera otra señal machadiana que tiene sentido en mi viaje que, siendo ahora en tren, pasado mañana será caminando.

Unas horas en la capital del reino
Esta vez en Madrid no me toca hacer el consabido cambio de estación, como cuando se va al Sur, y no voy a Atocha; lo hice en 2007 para ir a Sevilla y en 2008 a Huelva. He intentado, en vano, verme con mi prima Ruper, religiosa con tarea docente y, como tiene clase, es imposible que nos veamos. Tampoco he podido localizar a Manu, de Getafe, al que conocí el pasado verano, junto con sus amigos, en la playa Cueva de los Lobos, en Murcia y, siendo la hora en que paso por Madrid poco adecuada para estar con mi amigo Fernando, cuya amistad dura desde que compartí habitación en un viaje convencional a Marruecos, creo que en 2001, y que trabaja en el Ayuntamiento de Fuente el Saz, pasaré el rato solo. Marruecos fue mi primer viaje, tras muchos años, pues ya me empezaba a reponer de la compra y la reforma de mi apartamento, tras la separación. En verano de 1995 habíamos viajado por última vez a Egipto y en marzo de 1996 se había producido la ruptura del vínculo matrimonial.

Llamo a mi hija Sara para que se cerciore de que alguien ha cerrado con llave la puerta de mi casa y le doy pormenores de mi torpeza (teléfono: 1,85 €). Antes de salir para Murcia, como en Pans & Company, bocata griego, ensalada de pollo, Browning y cerveza (7,50 €); todo lo consumo en el interior, pero salgo a la terraza para comer el postre, con mis mochilas, ¡claro!, que ya tengo que empezar a no perderlas de vista. Hay palomas cagonas y una docena de jóvenes comiendo, con buen rollito, que no de primavera, aunque todavía estemos en la estación (en el doble sentido). Unos del grupo están al sol y otros a la sombra, así se cumplen todos los gustos; unos se van y otros entran y salen a comer a la terraza. El que está a mi lado, deja los restos sobre la mesa y se va a comprar el postre Carte D’or; cuando regresa, se la encuentra llena de palomas y pajaritos, así que se pone frente a mí. La conversación ha durado tanto como el tiempo que ha tardado en comerse el postre. Bajo a la andén, pero a las 16:05 h todavía no está señalada la vía en que pondrán el tren y no nos la indicarán hasta las 16:15 h.

Con Gonzalo hasta Murcia
El coche está vacío y la posición del 4-A va en dirección a la locomotora (por lo menos no me llevan de espaldas, contra corriente). Ojeo el artículo sobre el Transcantábrico, que ofrece un atractivo viaje pero, con suites de lujo, parece que está dirigido a elites pudientes. En el 4-B se sienta Gonzálo Pérez Miravete, con intención de tragarse Los pilares de la tierra, todo de tirón, en el viaje. ¡Tendrá que esperar a otra ocasión en que la fortuna (odiosa diosa) no le ponga a mi lado! Llega con unas cien páginas leídas y no habrá leído muchas más cuando baje del tren, conmigo, en Murcia. Se avecina torticolis, ya que mi izquierdo es mi oído malo. Saludos de rigor. Para no darme la razón y contradecir mi opinión sobre las películas malas que ponen en Renfe, ahora echan Un gran día para ellas. No pongo interés, no porque no sea buena, sino porque ya la tengo vista. Gonzalo, lee, ve, dormita. Yo termino de leer el artículo sobre el Transcantábrico y otro sobre algo que ya no recuerdo. El que va sobre energías renovables no lo leo, pero me fijo en que, para el futuro, se prevé que la energía solar ocupe el 1% de todas las energías; una miseria. Gonzalo tiene el proyecto de “sembrar” de energía solar un terreno que tiene en propiedad. Le comento la opinión que me dio en el Algarve, en la playa de Furnas (Vila do Bispo), el alemán Uli, que trabajaba en energías renovables en Mozanbique. Uli preveía que en 25 años todo irá sobre ruedas, pero cuando se vuelvan obsoletas, el problema vendrá con el reciclaje ¿quién se hará cargo de un trabajo tan costoso? Las placas de atracción de energía solar, llevan unos componentes muy variados y exigirán mano de obra experta para reciclarlos. Como preveo que vamos a entrar en tema, le propongo cambio de asiento, así que él se volverá 4-A y yo 4-B. Ahora veo el sol por encima de su cabeza. Gonzalo, como está con el tema, ha visto una “plantación” de captadores de energía solar y, más que el artículo, lo que ha provocado la conversación ha sido esa visión. Otra de las casualidades, o del azar, o de la diosa Fortuna, es que Gonzalo está casado con una irunesa, que al llegar a Murcia conoceré y que, aunque dos veces me ha dicho el nombre, dos veces lo he olvidado. Viven en Murcia y tienen tres hijas; la menor, estudia Arquitectura. Otra estudió Económicas y trabaja con él en una empresa de diseño de su propiedad, con doce empleados a su cargo. Él es decorador y lo que le gusta es diseñar; lo malo es que tiene que prestar atención al resto de tareas que exige el negocio y, cada vez, diseña menos y le absorbe más el aspecto comercial que, a veces, le resulta insufrible; sobre todo en lo que respecta a las relaciones con la administración, sea provincial o local. Como lo que le gusta, el diseño, no lo puede ejercitar, le agradaría más vender la empresa a sus empleados y poder disfrutar de los beneficios que le produzcan las inversiones que ha hecho y de las que tiene “in mente” y vivir despreocupadamente. Opina que el móvil es necesario, pero resulta absorbente. Por no callar, hablamos hasta de política. Le digo que se ha perdido una oportunidad histórica de acuerdo PSE-PNV con Patxi lehendakari y al no dejar hacer la consulta a la ciudadanía sobre autodeterminación. Aunque no sería la respuesta a una sola pregunta, ya que son más las variables a que una consulta como ésta debe responder. ¿Qué modelo de estado deseamos? Hablo de nacionalismo y le explico por qué yo considero tan incorrecto un nacionalismo vasco, como un nacionalismo español. Gonzalo no concibe una España sin el País Vasco y Cataluña. Probablemente sea porque tiene mujer vasca, pero me dice que cada vez se siente mejor cuando está en el País Vasco y cada vez peor cuando está en Cataluña, donde siempre estuvo a gusto. Independientemente de esas opiniones, hoy prefiere ver ganar al Barça que al Manchester.
(Haciendo un inciso, el primer gol del Barça lo oímos en la calle, al bajar del coche de Gonzalo, cuya mujer nos ha ido a esperar a la estación y él se ha ofrecido a llevarme a Puente Tocinos; estábamos oyendo la transmisión radiada del partido, pero había que quitar la llave de arranque para abrir el maletero y sacar mis mochilas. Los mayores gritos, creo,  provienen de la casa de Paco donde, Gelu, José Martin y el resto, me esperan para cenar, mientras vemos el partido. Este primer gol no lo veré más que en la repetición. También comprobaré que en Murcia hay mucho madrileñista que preferiría que perdiera el Barça). Hecho este inciso, volvamos al tren.
Hablamos de que, sin ser nacionalista, también se puede sentir amor por la tierra donde nació o vive cada uno. Llegamos a Alcantarilla y pasamos por la zona industrial, donde Gonzalo tiene su empresa. Está ubicada en un lugar en que parte del terreno pertenece a Murcia y la otra parte a Alcantarilla, lo que le obliga a tener que pagar en las dos administraciones IBI y otros impuestos. No sé si este hecho es el que le hace tener tan mala opinión de las instituciones, provinciales o locales, que antes me comentaba. Cuando algún amigo le habla de las ventajas de vivir en Madrid, él le responde con todas las ventajas que tiene el vivir “en provincias”, y lo hace conduciéndolo por un itinerario, de forma muy sutil, ya que vivir en la capital supone vivir en las afueras y pasarse horas muertas en el coche para unir casa y trabajo, trabajo y casa. Gonzalo se muestra feliz viviendo en Murcia. Le digo que voy a Puente Tocinos, que en la broma angloparlante recibe el exótico nombre de Bacon Bridge, y me dice que su mujer le estará esperando en la estación y que me llevarán. Por fortuna ella esperará poco, ya que el tren llega con diez minutos de adelanto sobre la hora prevista. ¡Habremos venido con viento Norte favorable! Nos vendrá bien para perder menos tiempo de partido. Como ya he contado, adelantándome, me dejan cerca de la casa de Paco, mientras Eto’o metía el primer gol. Ella también quiere ver el partido y Gonzalo le acompañará. Los pilares de la tierra no se desmoronarán por ello. En un momento del viaje en tren me ha dicho que se lamenta de un error: haber metido la tele en la habitación “con lo grato que era adormilarse leyendo un libro”; le he animado a replanteárselo. Yo, desde la entrada en vigor del TDT, que no compré en su momento, tengo la televisión sólo de adorno y lo único que siento es la hipoteca del espacio que ocupa. Este encuentro en el tren, conversación y acercamiento a Puente Tocinos incluidos, ha supuesto un buen prólogo de lo que me deparará el viaje y eclipsará los inconvenientes, incluida la rotura del peroné en Girona.


Cena en Puente Tocinos, en casa de Paco.
Ainhoa, Carmen y el Barça
Jose Martin me había dicho que la casa de Paco estaba junto a La Canastilla y que me metiera por un callejón que da al patio. Ya despedido del matrimonio y agradecido por haberme acercado en su coche, enfilo por el callejón y, a la primera que veo es a Ainhoa bajo la higuera quien, al verme, se mete en la cocina. Entro y saludo a Paco, padre, a su señora y a la madre de Jose Martin, a su hermano y a Paco, hijo, el Paco amigo y, ¡cómo no! a Geli y Carmen, que están en otra mesa apartada. Están eufóricos, sobre todo los hombres, con el primer gol. El Barça está jugando mejor y, poco antes del gol, ha disparado un peligroso tiro Ronaldo que ha rozado el palo. Comen patatas fritas y me ofrecen bebida. Están con cerveza, pero me ofrecen vino con melocotón que, aunque están un poco verdes, está muy rico y fresquito. Es como una sangría pero sólo con dos ingredientes. Alterno partido y niñas. En el patio, Anhoa, con una rama de higuera, golpea el jazmín y lo deshoja. Geli le dice que no lo debe hacer. Carmen, la pequeña, le supera, pero van viendo progresos. Todavía es pronto, sólo llevan un mes y tienen buen apoyo de psicóloga. Carmen me rehúye, pero a lo largo de la noche, ya se irá adaptando a mí, y yo a ella. También pide que le haga los juegos que hago a Ainhoa. En el descanso del partido comienza el picoteo y aprovecho para entregar a las niñas los cuentos que les he traído. A Ainhoa le gustan más los de Carmen, pero Geli dice, y corrobora Jose Martin, que las flores le gustan y le gustará La Flor. Ainhoa, de momento, prefiere la mariquita escondida en la nariz de Caillou y los dibujos en blanco que, al tirar, se colorean; el último está algo duro y le ayudo. Nos sentamos a cenar y empieza el segundo tiempo. Cuando Messi meta el segundo gol, ya le adjudicaremos el Balón de Oro y Paco, saca el cava rosado que tenía previsto para la ocasión. El Barça está salido y será difícil que le metan un gol. Ronaldo juega bastante sucio y, cuando un jugador de categoría hace faltas peligrosas, pierde todo su potencial. La cena consta de empanada, zarangollo (pisto de calabacín, cebolla y huevo), embutido, queso, patatas asadas con alioli y, de postre, unas tortitas con azúcar, albaricoques (o albérchigos), brevas y bizcocho. Después de brindar y hacer y recibir llamadas, Jose Martin y Ainhoa, con sus flamantes camisetas celestes del Barça, están pletóricos, pero mañana deberán madrugar; él para ir a trabajar y ella para ir a la escuela; nos despedimos, agradezco  la cena a los anfitriones y nos vamos a dormir a su casa del carril de la Filomena, donde ya ondea otra bandera azulgrana. Las niñas llegan despiertas y hay que ponerles el pijama de noche y yo también estoy cansado desde las seis y media que me he levantado. Hay que dar de comer a los perros y a los gatos y, después, me acuesto y duermo como un lirón (animal al que jamás he visto cómo duerme). No me despertaré hasta las 6:30 h. No he oído ni los ladridos de perro, ni la vomitona de Geli, ni cuando se ha ido Jose, ni cuando ha venido el hermano de Geli a cargar tomate. Una noche genial propiciada por el melocotón, la sangría de melocotón, y ayuda por el cava.

Fue bonito el día. En el primer tren a destacar la charla con Anxo; en el de la tarde con Gonzalo y el favor que me han hecho, él y su mujer, trayéndome a Puente Tocinos. Lo mejor, haber conocido a Ainhoa y Carmen y recuperado a Geli y Jose Martin. El grupo y la victoria del Barça, ha sido un buen complemento, con la cena, la sangría y el cava.

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