miércoles, 3 de abril de 2013

Etapa 02 (180) Playa La Llana-La Mata

Etapa 02 (180) 30 de mayo de 2009, sábado.
Playa La Llana-Salinas de San Pedro-San Pedro del Pinatar-El Mojón-El Pilar de la Horadada-La Mosca-Punta Prima-Torrevieja-La Mata.

La Llana. Amanecer con pescadores
Me levanto a las 6:30 h, salgo del saco, orino, saco foto del sol y me voy a dar el primer baño en la salina. Justo me tumbo, floto, salgo y enfilo al mar, doy unas brazadas y salgo a pasear por la orilla, para secarme. Saludo a los cuatro pescadores que llegaron ayer al anochecer, dos adultos y dos adolescentes; al menos, los jóvenes, han dormido en tienda de campaña. Al preguntarles cómo ha ido la noche, uno de ellos me responde que mal: “no hemos pescado, no hemos follado, noche perdida”. Le digo que lo de follar lo tenían difícil si no habían traído mujer alguna, pero me responde “a mi me da igual, donde haya un agujero…” y parece que lo dice en serio. Aunque ninguno de los dos se atreve a mirarme a la cara, por si acaso, me vuelvo a mi sitio, me visto y me voy. ¡Adiós! Digo al otro adulto, pues el que ha hecho el comentario, ha desaparecido. Al saludar a los jóvenes, miran para otro lado y no saludan. ¿Qué puedo pensar?

Un hombre ha pasado con dos perros atados. Faltándome poco para salir de la playa, me han caído una gotitas y, al llegar donde otros pescadores que están en el pretil de la explanada de aparcamiento, caen cuatro gotas gordas, pero ya no lloverá más en toda la mañana. El primer pescador me dice que, por la tarde, caerá fuerte. Han pescado poco, pero algo.

Segunda teoría sobre la desaparición de arena en playa La Llana
Llevaba las sandalias en la mochila y, al llegar aquí, me he calzado; ajusto los correajes para amarrar la mochila a mi cintura y salgo hacia la playa de la Torre Derribada. Al llegar a la orilla, saco foto con posidonia acumulada y veo que se acerca un hombre que recoge algo en un cubo; aunque no lleva distintivo alguno, resulta ser un empleado municipal y lo que recoge son trozos de plástico diseminados por la arena. Le pregunto que son los vegetales que se ven por la orilla y me responde que cree que son la base de donde salen los filamentos verdes de la posidonia. Cuando le cuento la teoría que yo tenía y que ayer me confirmó David, éste empleado municipal me la rebatirá. Dice que el causante del avance del mar, y que se ha ido comiendo parte de la playa La Llana, ha sido la construcción del puerto deportivo. Dice que, por las corrientes, que ahora han cambiado, la arena se acumula en exceso en la parte norte, ésta de la Torre Derribada, y desaparece en el lado sur del puerto, en la playa La Llana, de donde las corrientes arrastran y se llevan la arena y la posidonia protectora. No es la ausencia de posidonia la causante, sino la consecuencia. Probablemente las dos teorías, la de ayer de David y ésta, sean correctas y, ambas, complementarias. El empleado municipal añade otro dato: “Además, en la parte final de la playa, siempre se ha quitado posidonia y, sin embargo, el margen de arena no ha disminuido.” Con esta nueva información, se echaría por tierra la teoría de David y de otras gentes. Habría que ver si en Baleares, en los lugares donde se quitó posidonia y perdieron playa, había cerca algún puerto nuevo al que se le pudiera echar parte de la culpa.

Encuentros a punto de salir de Murcia.
El mojón, oculto por la posidonia
Me he despedido del empleado municipal, con el que ya he charlado suficiente, y me encuentro con otro pescador; cree que toda esta playa se llama Torre Derribada y me confirma que el canal que sale al mar, proviene del Mar Menor  y es el canal que separa San Pedro del Pinatar de Salinas de San Pedro; me sorprende porque hoy trae agua y ayer, al pasar, lo vi seco.

Otros dos pescadores, que están pescando en montaña de posidonia, me dicen que el lugar es El Mojón, pero que la piedra que recibe el nombre de mojón, está más adelante. Recuerdo que, antes de subir al paseo marítimo, donde ya entraba en la provincia de Alicante, encontré el mojón en la orilla el año pasado. Hoy el lugar es irreconocible ya que la posidonia se ha enseñoreado del lugar y lo oculta todo: mojón, rocas y arena. Pero, aunque los pescadores me digan que el mojón está más adelante, yo tengo la certeza de que está allí, oculto por la posidonia.




Relación de playas nudistas de Alicante

Entrando en la Comunidad Valenciana. Desayuno en El Vaivén
Al subir de la playa al paseo marítimo, ya me encuentro en la provincia de Alicante. Un hombre que pasea me confirma que el mojón está oculto en la maraña de posidonia y me añade que “El Mojón” pertenece a  municipios correspondientes a dos comunidades distintas, San Pedro del Pinatar (Murcia) y El Pilar de la Horadada (Alicante). No sé cómo se resolverán administrativamente los asuntos del lugar. Por el paseo, llego al Miramar, antes de La Torre de la Horadada, donde desayuné el pasado año pero, son las 8:30 h y todavía está cerrado; será por ser sábado. También están a medio abrir los otros más cercanos y me dicen que abrirán a las nueve. Sigo adelante; saco foto de la Torre soleada y encuentro a un señor gordito y sin cascos. Le gusta escuchar música en casa, mientras lee el periódico, pero aquí, prefiere oír el sonido de la música del mar. Me indica por qué calle del Pilar, que ya se está acabando, encontraré un sitio para desayunar. Paso por dos rieras secas, bien urbanizadas y asfaltadas (puro cemento) y me pregunto: “¿bajará agua alguna vez?” El paseo marítimo me lleva a bajar dos veces a la playa y volver a subir. En el Vaivén, donde “we have, hot french (baguette)”, pido un café con leche en gran vaso, descafeinado de máquina, tostada con tomate y jamón y tostada con mantequilla y mermelada. No es nada exagerado, ya que debo compensar lo que no cené ayer. Me cuesta 5,15 € pero está muy bueno y lo doy por bien pagado. Además aprovecho el retrete al completo pues, me afeito, lavo y cago. Luego escribo. Está nublado y en esta zona, a la sombra, se está demasiado fresquito, así que busco la zona más protegida del Este, donde hace más calor y el airecillo se agradece; al menos al llegar, que todavía había algo de sol, pero veremos ahora que ya está otra vez nublado. A las once acabo de escribir y me vuelvo a poner en marcha. Cojo agua y la chica del bar me exprime el limón que ayer me dio Geli, partiéndolo por la mitad con el cuchillo y pinchando en medio con el mismo. Es una pena que se desperdicie tanto jugo del limón del carril de la Filomena.
Chari y los adoptados
En el transcurso del desayuno, tres niños se han subido a dos taburetes, sus culos caben muy justamente pero, el pequeño, empuja con su pompis al del medio y los otros dos protestan. Una mujer dice que se lo digan a su madre. Interviene un hombre, que parece el padre de alguno de ellos y les recrimina, pero me parece excesivo el sermoncito; aunque me sorprende que, siendo tan movidos, los niños permanezcan y escuchen tan atentos y en silencio. Cuando salgo del bar, están los tres jugando con el balón y Chari, la mayor, me pregunta: “¿a dónde vas?”; le contesto y me responde: “no me lo creo”; involucro a los otros dos y, el segundo, Paco, que lleva la camiseta negra de Raúl, quiere que le llame por ese nombre. Les enseño los dibujos y me dicen que ya los habían visto antes. “¡Cuándo!”, me asombro. Quizás lo que han visto ha sido el Moleskine sobre la mesa. Cuando pregunta de qué equipo soy y le contesto que del Osasuna, Chari me dice que ya lo conoce, que es el equipo de Soria. No me da tiempo a aclarar el error, ya que me dice que los adultos, son los padres de ella y que los otros dos son adoptados. Yo, sin más referentes, no tengo razones para no creerle. Me despido de ellos y sigo camino.

Playa con marea alta.
Se acaba el camino conocido
Bajo a la playa y tengo dudas de si podré continuar por la orilla hacia las otras playas. El mar choca contra la pared rojiza por donde ya pasé el verano anterior. Me acerco y compruebo que no hay problemas para pasar y puedo llegar hasta el puerto deportivo que, también tiene salida por el otro lado y, por allí, llego a la Dehesa de Campoamor. De allí, ya no me queda más remedio que salir a la carretera. Primero pregunto a un señor, que desconocía que el paseo marítimo elevado estuviera cortado por una urbanización, y luego a otro que, al no ser del lugar, me insiste en que salga a carretera. Una mujer me sonríe al salir de la playa; está con otra. Son de Ponferrada y les hablo de una familia de allí que vive en Irun, Mertxe y su madre y que tiene una hermana en Ponferrada, casada con Andrés y con dos niños, el mayor, cómo no, Andresín. Aunque, estas dos mujeres, tenían negocio al público en Ponferrada, conocían a su clientela, pero no sabían sus nombres, así que la conversación da poco de sí.

El pintor Felipe Fernández de Irazu y su mujer
Sigo adelante, subiendo la cuesta, y me encuentro con Puri Cozar y Felipe Fernández de Irazu, que están de vacaciones allí, pero que viven en Madrid. Ellos han vivido siempre de las pinturas artísticas que él pinta; lo que hace es pintura realista, paisaje, pero también se deja llevar por la imaginación. Tiene 69 años y ella cumplirá pronto los 65. En setiembre expondrá en el Náutico. Me acompañan por la cuesta y bastante más.

Charlamos de mi viaje y de las arrugas de nuestra felicidad, que hacen que parezcamos más jóvenes. Me quiere dar el nombre de su blog, montaycabe… pero no lo recuerda completo y me da el nombre del correo de su hijo para que se lo pregunte. Me dicen que, cuando llegue a la rotonda de la pirámide, que coja la dirección Cabo Roig. Me despido del matrimonio que pinta con amor y continúo mi camino.

Hacia el bonito paseo marítimo del Cap Roig,
acompañado de tres jóvenes
Veo indicación playa Pirata y acierto; dos chicos con toalla, que esperan a un tercero, me lo confirman. Me están indicando cómo bajar a la playa pero, como ellos también van hacia allí y el tercero ya ha llegado, nos vamos juntos. Voy charlando con uno de ellos, pues el que acaba de bajar, fumando un porrito, es más escéptico.




Me pregunta “¿ligas mucho?” y le digo que no, que ese no es mi objetivo y que las mayores posibilidades de ligue son de tipo homosexual. El del porro, me orienta hacia la playa de La Mosca, en la que él suele hacer nudismo; me dice que es fácil llegar, que la encontraré. Llegamos a la primera calle, a la derecha y, medio camuflada, al fondo hay una bajada que corresponde con el inicio del paseo marítimo, ahora descendente hacia la playa a la que ellos van.

Una parte de este paseo, la más próxima a Torrevieja, ya la conocía de una vez que visitamos a un conocido de mi amigo Martín, en una estancia con el matrimonio en Santa Pola, pero esta parte es más exótica, con techos voladizos que parece se van a caer. Es muy bonita esta primera bajada. Al llegar a la playa, me despido del trío y agradezco su información sobre La Mosca.

Buscando La Mosca
Paso algunas playas y, en la siguiente, pregunto a un chico por La Mosca y me dice que está entre la siguiente y la playa de Punta Prima y que son dos calas. Cuando estoy llegando, intuyo cuál puede ser, por la forma de acceso entre la anterior y la siguiente. En cuanto doy el giro, ya veo a personas morenas y desnudas. Hay dos chicos bañándose y un matrimonio extranjero paseando. También hay otro hombre, que me dice el nombre de la playa, que es la buscada. Descuelgo las mochilas, me desnudo y me doy un buen baño. En la última hora, han vuelto a caer algunas gotas que confirman el mal presagio de lluvia, pero en La Mosca se está muy bien y no lloverá nada y, comiendo en Torrevieja, hará un sol espléndido. Pero estamos en La Mosca. Como el señor con el que he hablado está cerca de mi ropa, doy por cierto que está segura y me aventuro a caminar por la orilla hacia la siguiente playa. Dos bolleras, tapadas con toalla, hacen sus cositas al fondo, y dos mirones, desde la cornisa, no pierden comba. También un negro con barba, que estaba al final, también se acerca y por el paso aparece el que había dejado como guardián de mi ropa, quien me dice que hay una escalera para subir a la cima y que yo no había detectado. Ya, de nuevo en mi sitio, uno de los chicos que están en el agua, le hace un calvo a un amigo que mira desde arriba, sobre las escaleras, ahora descubiertas, y bajo la cornisa. Desde arriba le pide que lo haga de nuevo (el calvo) para inmortalizar su precioso culo en una foto, pero el amigo lo hace algo diferente. Perece que el otro lo ha fotografiado. Se marcharán a la vez que yo y coincidiremos en la escalera; primero abajo y luego arriba. Les pregunto por chiringuito para comer y me dicen que hay alguno en Punta Prima.

Comiendo en Punta Prima. El Nautilus
Cuando llego, en el primer restaurante no hay menú, sólo tienen de lunes a viernes, y sin ver los precios de la carta ya me parece que será caro. Tras doblar el cabo de Punta Prima, llego a una especie de chiringuito en el que están preparando un gazpacho manchego (me parecía una especie de tagliatelli). Pregunto si me puedo quedar a comer allí, y me dicen que me pueden dar gratis un platillo para probar, ya que lo han hecho para obsequiar a sus clientes, conocidos y futuros, porque hoy es la inauguración de su chiringuito. Ante la perspectiva de esperar y no poder comer, me voy hacia el Nautilus y, si no me gusta el menú, regresaré. Pido ensalada tropical y chuletillas de cordero y la chica que me atiende me dice que las chuletillas ya llevan acompañamiento de ensalada y patatas fritas; agradezco la información y pido sólo el segundo plato y una cerveza. Luego comeré de postre, tarta de queso casera. Sólo dejo los huesos de las chuletillas, que cojo con las manos, rechupo y roo. El sobre de aceite está bien, pero el de vinagre me parece excesivo, y se lo comento a la camarera; ella me responde que los extranjeros echan vinagre hasta a las patatas fritas. La sal gruesa del salero me resulta más grata que la fina, pero no sale por los agujeros. Pago 15,90 € y me quedo escribiendo. Me desplazo para que no me dé el sol. Acabo de escribir a las cuatro, voy al baño y la chica de la barra me llena de agua los ¾ sin tirar la anterior, ya que lleva restos del zumo de limón que me dio Geli, y no quiero desperdiciar.

Un lunar tan bonito no se puede guardar sólo para una
Dos chicos, que están a la salida del restaurante, alucinan con mi viaje. Caminando hacia Torrevieja dos mujeres van por delante. Una se baja los tirantes del vestido y le va contando a la otra algo relacionado con esa acción. Oigo medias palabras y, cuando les alcanzo, le digo: “se te va a caer el vestido”; ella me da la explicación. El caso es que le quería enseñar a su amiga un lunar, que ella considera muy bonito, y que tiene en un pecho. “Lo malo es que no lo puedo lucir”. Esta afirmación es suficiente para pasar a hablar del tema del nudismo. En una playa nudista podría exhibirlo tranquilamente. La amiga le anima y le dice que no se quiere morir sin ir a una playa nudista. Todo acaba con el compromiso de que irán un día juntas a la playa de La Mosca. Al llegar a la playa de Torrevieja, nos despedimos.
Hoy cama en La Mata. La Gamba Dorada
Me había adaptado a su paso, pero ahora arreo, aunque quiero tener una foto del puerto deportivo de Torrevieja y pido que me la saque a un galego de Ourense, que vive en un pueblo próximo a Redondela. Hablamos un poco de Galicia y de mi viaje y nos deseamos lo mejor. Torrevieja ocupa mucha extensión, y me costará atravesarla más tiempo que lo deseado. Veo un letrero indicador: Parque Natural de La Mata y me hago ilusiones, pero el parque, y la playa colindante, resultan ser muy urbanos, rodeado de casas. Guardamar, a 8 km, está demasiado lejos y hoy ya he hecho bastantes kilómetros para ser el primer día de gran caminada (ayer sólo fue un simulacro de salida). Así que decido quedarme a dormir en cama en La Mata, todavía en el término de Torrevieja. Me acerco a los municipales y me mandan a Sol Vella, pero no lo encuentro; otra mujer de un bar, me manda a Alba o a Euromar, pero me supone retroceder. Cuando estoy buscando Sol Vella, veo una bollería y me orientan hacia La Gamba Dorada, donde una ucraniana consulta con el jefe y me pide 30 € que, sin regatear, acepto; al preguntar si va incluido el desayuno, me dice: “tostada y café”. Mañana veré. Me sube una toalla mínima y me ducho, con gel rosa, que también me ha subido en una bolsa. Recibo la sensación de estar en una habitación de los países del Este. Quito la colcha y la dejo en lo bajo del armario empotrado. Lavo la camiseta y el calzoncillo. Bajo al bar. Su compañera es de San Petersburgo y hablo del cuadro de los cazadores del Ermitage y de Kandinski y la diferente valoración que se hace de él allí que en otras partes de Europa. También hablamos de Andrei Rubliov y de sus ángeles, que tanto me recordaron a Fra Angélico. Negocio la cena y me piden 10 €. ¡A ver lo que me dan!

Me voy al bar Mara Mar, desde donde dibujo farola y torreta, junto al mar que, sin sombras, ya que no hay sol, y queda un paisaje algo monocorde. Pido un fino y me sacan manzanilla, a la que acompañan un platillo de encurtidos (2 €). Hablo con los vecinos sobre las pipas de calabaza, pues les oigo hablar de levantarse a orinar por la noche, y les cuento algo de mi camino del día. Van a dar las nueve, cuando me voy. Entro en una cabina. Llamo a Sara y me deja algo más tranquilo con el diagnóstico de Jokin. Hoy se ha portado de maravilla en la boda. Cuando he llamado, Jokin lloraba porque le tocaba mamar. Josu se ha quedado allí. Como me queda moneda que no me va a devolver, añado unos céntimos más y hablo con mi amiga Arantza. Acaba de llegar de Polonia. El regreso ha sido duro, pero allí se lo ha pasado muy bien. Mañana irán a buscar a Erika (0,60€).
Cena y fin de jornada
Llego a cenar con diez minutos de retraso; había quedado a las nueve. Me sacan una ensalada enorme y las seis sardinas acordadas. Cuando las termino, el dueño me ofrece más, si quiero. A pesar de que inicio con la ensalada, paso a las sardinas y vuelvo a la ensalada, no me la puedo terminar. Me han puesto frente a la tele. ¡Menos mal que echan los que tienen oportunidad de Champions y Uefa! Mañana pondrán los candidatos al descenso. No sé si continuaré viendo la segunda parte. Después de pagar los 10 € acordados, me vuelvo a sentar junto a mi mesa. No quiero café. Ganan Valencia y Atlético Madrid, pero las victorias de Villarreal y Deportivo no les sirven para nada. La chica ucraniana me insiste con el café y le pido menta-poleo, que me sirve con dos trozos de limón. Aunque echo algunas gotas, no me va la mezcla, pero me lo bebo a gusto. Me voy a dar una vuelta pero, al comentar lo de la llave de la calle, me explican, aunque no entienden lo que les digo, pues al salir yo la he dejado abierta porque ya estaba abierta. Sale la señora madre del dueño y comprueba que, efectivamente, la puerta está abierta, así que, por seguridad, me pide que la cierre. Ella acaba de volver de una excursión por Asturias; me dice que por todo: Oviedo, Gijón… “¿Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo?”, pregunto, pero ella no se acuerda. Tampoco me puede asegurar si la escultura de Chillida sigue entera o el encofrado se sigue estropeando. Me termina diciendo que se lo ha pasado bien. Su marido es galego. Entramos para hablar con él. “De Redondela”, me dice. Le comento a cerca de cuando pasé por allí, el albergue, antiguo ayuntamiento. Me dice que por allí no pasa el Camino de Santiago y yo le digo que sí, que pasa el Camino Portugués.

Un paseo nocturno y a dormir
Me doy un paseo. Llegando a la playa empiezo a notar rozadura en la parte interior del talón del pie izquierdo. Me descalzo y no me ato la sandalia, que me había cambiado tras la ducha. Un paseo calle arriba y calle abajo. Dos mujeres que bajan y no están de vacaciones; vienen de trabajar y aunque la conversación no es interesante, se enteran de mi viaje, ¡cómo no! Son poco más de las once y, sin entrar al bar, subo directo a la habitación y me duermo en seguida. Hace calorcito y me cubro sólo con la sábana. Hasta las seis no me levanto a orinar y me vuelvo a acostar. Darán las 7:15 h. No hay prisa. El desayuno será a las ocho.

Resumen de la jornada
Un primer día de larga caminata bueno; sólo con el temor de la rozadura descubierta a última hora. Interesante la explicación de que el puerto deportivo de Salinas de San Pedro sea el causante de la retirada de arena, que no desdice nada del segundo causante, la desaparición de posidonia. Curioso el cambio del mojón que vi el pasado año con el mojon que no he podido ver éste, al ser tapado por la posidonia. Un buen rato desnudo en La Mosca. Bien comido en Nautilus y cenado y dormido en La Gamba Dorada, y el lunar que no vi pero que, parece, otros verán. ¡que lo disfruten a mi salud!

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