martes, 16 de abril de 2013

Etapa 11 (189) Cala Portitxol-Denia

Etapa 11 (189) 08 de junio de 2009, lunes.
Portitxol-Xàbia-Cova Tallada-Denia.

Hoy es el cumpleaños de mi hermana Sagrario. Me sigue los pasos para la jubilación.    

Amanecer en Portitxol
Me levanto una sola vez a orinar; voy desnudo al baño de las chicas, que es el que está abierto, y me vuelvo a acostar. Duermo hasta las 6:30 h y me levanto poco después. Ahora vuelvo al retrete de las chicas y cago; bien. Me afeito y lavo y lo dejo como lo he encontrado. Para antes de las siete, ya estoy en marcha. Mi primera visión del día y, quizás la más bonita, es la del amanecer tras la isla de Portitxol.

¡Qué visiones tan distintas las de las cuatro fotos! Dos saqué ayer, al atardecer y todavía sacaré otra con el crucero. Voy deshaciendo el camino que hice ayer y llego a la cruz donde está el mirador de la illa de Portitxol, donde ayer me encontré con la parejita hippy; tenían muy buen aspecto e iban a pasear al perro y, según me pareció, hacia la cala del Cap Martí o Sardinera. Al fondo de la bahía, veo el saliente del Cap Sant Antoni, en Xàbia, como referencia de hacia dónde voy y quiero llegar esta mañana.

Esta foto la saco desde la cima del Cap Sant Martí. Luego paso cerca del Aula Natura, donde ensayan cultivos en bancales.

Se ve que funciona como una escuela agraria y la zona educativa se complementa con el International College donde, esto ya es un suponer, acudirán estudiosos del idioma inglés. Se puede observar, por las fotos, la diferencia de luminosidad entre la costa, donde el sol lo ilumina todo, y esta zona más boscosa donde el día todavía no ha llegado. Así, el Aula Natura, es apenas visible entre las ramas de los árboles y la falta de luminosidad.

La casa del arquitecto francés Lambert.
Tosca, la piedra de duna fósil
Llego a la puerta de acceso a la playa del Francés y, cuando estoy a punto de entrar para darle un nuevo vistazo, oigo un ruido al otro lado del camino. Veo a Vicente, que está haciendo tareas de adecentamiento de la zona ajardinada de la casa del francés. Me dice que, aunque está prohibido para otros, yo puedo bajar a la playa por un camino lateral que va por la izquierda; pero no tengo ningún interés en bajar a la playa de piedras y prefiero quedarme charlando con él. Algunas cosas de la casa que él se encarga de mantener, están construidas con piedra tosca; piedra que se obtiene de las rocas por las que pasé ayer, donde explicaba que había cortes y formaban una especie de piscinas. Estas rocas son resultado de fosilización de las dunas. Es el equivalente a nuestra piedra arenisca y está muy valorada en la zona. Me supongo que, ahora, esta piedra habrá que obtenerla de otro lado, pues no creo que dejen ya extraerla de las rocas de la orilla del mar, como antaño, y quedarán las cortadas que se hicieron en su tiempo, cuando la extracción estaba autorizada, como muestra de esculturas del paisaje marino javeano. Vicente está encargado sólo del mantenimiento de lo vegetal de la finca, de lo que es especialista, y también cuida otros jardines de la zona.

Me invita a entrar a la casa del arquitecto Lambert que, al ser francés, ha dado el nombre a la cala. Me fijo en la piedra y, principalmente, en una puerta con arco de dovelas y, aunque temo que no salga con Velvia-50, saldrá bien. Este perfecto ensamblaje de dovelas, ha sido un capricho que se ha permitido el arquitecto y tiene la fecha de su realización en números romanos: XXV XII MCMXX (25.12.1920). Nos podríamos haber estado hablando todo la mañana, pero mi viaje debe continuar y me despido agradecido por dejarme visitar la casa, su permiso para bajar a la playa y por sus explicaciones a cerca de la piedra fósil, que en la zona llaman Tosca (y no de Puccini). ¡Gracias Vicente!

Mañanita en Xàbia (antigua Jávea)
Salgo de la casa del francés y voy bajando por camino hacia la costa. Llego al canal, donde puedo leer: Séguia de la Noria, que interpreto como Acequia de la Noria, no sé si correctamente o no, porque no lo puedo contrastar, y me acerco al mirador del Arenal. Salgo por donde la “carne criolla”, veo a un hombre en el agua y a personas paseándose por la orilla, remojándose los pies. Bajo a la playa y yo también paseo descalzo por la orilla y, cuando llego a media altura, todos han pasado y nadie me ve, me desnudo y doy el primer baño de la mañana. Como es de esas playas en las que te metes y metes y nunca te cubre, con el agua por las rodillas me echo al mar; hago la plancha y espero el momento oportuno para salir del agua; para lo cual, me he ido acercando a la orilla en cuclillas. Esta vez, me seco con toalla. Me visto. Un inglés me confunde con otro inglés. En el canal, donde hay amarrados algunos barcos y, sobre todo, motos náuticas, me quito la arena de los pies y voy hacia el extremo norte, en dirección al puerto deportivo. He pasado también el riu Gorgos.

Desayuno en El Castell
El baño en la playa del Arenal me ha abierto el apetito. Como tostadas, con tomate, una, y con mantequilla y mermelada, la otra. Creo que el más caro de los desayunos; en el Vaivén de la Horadada fue algo más caro, pero tenía jamón. Pago 4,90+0,10= 5 € con la propina incluida, para compensar la carga del móvil y el agua. He vuelto a cagar bien. Cuando me dan el móvil, ya cargado, llamo de cabina a Sagrario para felicitarle. A las 8:50 h no cogía el móvil y pienso que estará conduciendo de camino a Donostia pero, sobre las 10:30 h tampoco me coge en casa de Sara. Lo volveré a intentar desde Denia. Como las chicas de El Castell son sudamericanas y desconocen la zona, me dirijo a una mesa donde hay tres xàbiatarras y me dicen que hay camino a Denia por la montaña, pero que en Turismo, me pueden dar mejor información, con un itinerario concreto. Pongo el 5º rollo y van a dar las 11:45 h cuando me dirijo a Turismo.

Cabo, faro, santuario, cova, torre
y el Barranc de l’Aiguadolç
En Turismo, la chica me da un tetríptico con una ruta de senderismo que, pasando por el faro del Cap Sant Antoni, pasa por el Santuari Mare de Deu dels Angels, baja hacia la Cova Tallada y llega a la Torre del Gerro, a la que no subiré. Me ha dado otro tríptico que lleva de Xàbia al Montgó, pero yo no estoy para escaladas. El primer recorrido, tiene como punto de salida el Port de Xàbia y hacia allí parto.

Me acoplo a tres asturianas que van en la misma dirección, y me acompañan hasta el punto de arranque. Les cuento algo de mi viaje y hablamos del Camino de Santiago y de mi paso por Asturias. Les cuento el final, en Tapia de Casariego y regreso a mis favoritas playas de Llanes, Celorio, Niembro, Torimbia, y me sorprende que no conozcan la curiosidad de Guipiyuri, donde se puede estar en la playa sin ver el horizonte del mar; les explico cómo tienen que hacer para llegar desde San Antolín y nos despedimos. La primera parte del ascenso es muy durilla ya que, en poco tramo, asciende hasta la cima, pero está muy bien señalizada y, después de la experiencia de Serra Gelada, esto ya es coser y cantar. Me preocupo de mirar bien, por si encuentro alguna otra víbora, pero en el día de hoy no veré ninguna. Hasta me hago mi propia película de cómo sería el salvamento del moribundo envenenado por la picadura de la serpiente. ¡Difícil! Cuando el camino me orienta hacia el mar o hacia el cabo, el viento que sopla es muy agradable, pero cuando voy en dirección contraria, el calor es mortal. Y eso que han aparecido unas nubecillas que crean un celaje diáfano. Las partes en que el camino va horizontal o con poca inclinación hacia arriba, son excelentes para caminar y, sobre todo, cuando hay pocas piedras y rocas encastradas, cuando predomina la tierra rojiza. Por fin llego a un mirador próximo al faro y allí pido a un matrimonio inglés que me saque una foto con puerto de Xàbia y el lugar donde he desayunado, en terraza junto a paseo marítimo. También se ve la desembocadura del riu Gorgos que, ahora al repetirlo, me suena mucho más a griego. Ya se verá lo que ha sacado el inglés. Agradezco, me despido y salgo a la carretera.

Me acerco para sacar foto del faro y retrocedo. Me vuelvo a encontrar a los ingleses y me dicen que el Santuario está a unos dos kilómetros. Como el camino empieza en la carretera, pasa al otro lado y luego la cruza y va por el otro lado, cuando los ingleses pasan en su coche, ya no estoy a su vista. Espero que no crean que me he volatilizado. Con la ruta que estoy haciendo, ando mucho más que si lo hiciera por carretera, pero el paseo entre pinos es mucho más bonito y algo más fresco.

Empiezan a aparecer algunas fincas, y llego al Santuario de Nª Sª dels Angels. Entro y veo que, el Duque de Gandía llegó, fue muy bien atendido por los clérigos, y les donó todas sus pertenencias. Como a mí no me han atendido, no les dejaré nada en herencia. Cuando voy por el tramo de carretera hacia la nueva desviación, me encuentro con parejita francesa, a la que cuento mi viaje en francés, del 2006. Aunque él lleva un calzado similar al mío, me dice que el que llevo es malo; que abajo me encontraré con dificultades para llegar a la cueva, que es necesario colgarse de cuerdas y que tenga cuidado con el perro. Antes de cruzarnos he visto y oído cómo un perro le ladraba y él le ha tirado un palo. No me preocupa, ya que ladra dentro de su finca, me aferro al dicho: “perro ladrador, poco mordedor” y me han enseñado que los perros ladran por miedo.

Paso el sitio del perro y el camino empieza a descender a la vez que se va complicando. Las piedras multideformes, preciosas pero incómodas para pisar, harán más difíciles los descensos casi verticales. Hay un tramo que tiene a un lado una cadena que ayuda al que sube, más que al que desciende; “¿serán éstas las cuerdas que decía el francés?”, me pregunto. Por fin, llego a la Cova Tallada y aquí ocurre más de lo mismo.

También compruebo lo que me explicaba Vicente respecto a las dunas fósiles y la piedra tosca de la costa de Xàbia. Veo la cueva, y los huecos horadados para la extracción de tosca. Oigo unas risas y creo que es de los bañistas de un yate varado en el acantilado anterior, pues por aquí no se ve ni alma. Paso por encima de la Cova Tallada hacia una isleta del Sur y veo un buen sitio para bajar al agua y refrescarme. Me desnudo y paseo por roca casi cubierta por el mar, evitando los erizos, y me baño en una poza. Una vez refrescado, salgo del agua, me seco y, en seguida, me visto.

Saco alguna foto y me voy hacia la Torre de Gerro, pero no quiero subir hasta ella y, cuando llego al Barranc de l’Aiguadolç, subo unas curiosas escaleras, hechas con trozos de tronco y que, a medida que ascienden, se van volviendo más empinadas (quizás el empinamiento sea el mismo y sea efecto y consecuencia del cansancio).

Esta nueva posición de vigía, desde lo alto, me permite ver que en la parte más al Norte, donde ya comienza Denia, hay unas personas bañándose desnudas. Tomo nota del lugar, para volver después de comer. Cuando esté comiendo me plantearé los tres temas para la tarde: llamar a mi hermana de móvil, a partir de las cinco, volver a la zona nudista y coger pensión en Denia, para mañana ir a Urbanova y volver en tren de Alicante. Tal como es el trazado de vía, debía haber hecho el viaje desde Calp.

Hora de comer en el Restaurante Mena
La comida en el Mena, no será una ganga. Gazpacho fresco y rico, con cerveza; lubina, con dos copas de vino blanco de la casa y acompañamiento de: alioli, maíz tostado, ½ patata asada, tres ronchas de calabacín y un cuadradillo verde negruzco de espinaca. Lo que mejor le va es el calabacín y la patata asada se va comiendo el alioli. El jefe me dice que la lubina está tan rica porque todos los días se levanta a las cinco de la mañana para ir a pescarlas; le bacilo diciendo que ya sé que es de piscifactoría pero, corroboro, que está muy rica. Me recomienda una tarta de zanahoria que, no sabe cómo la hacen en la cocina y que, sin ser un hojaldre a capas, también está muy rica. Voy a lavarme las manos para no comer la tarta con gusto a pescado. Estoy de acuerdo, la trata está rica. Cuando me traen la cuenta, se olvidan de cobrar una copa de blanco; lo digo, y rectifican la cuenta, pero ahora cometen un nuevo error; les digo que no rectifiquen más y me devuelven 30 céntimos. Acabo dejándolos de propina. La cuenta ha ascendido a 33 €. Siendo la lubina recién pescada para mí, no pongo pegas al precio. Es un preludio de mañana, donde me gastaré casi lo mismo en El Capricho de Raquel (en Urbanova) y del Hotel Sidi-Saler, donde me desmadraré. Pero eso ya será en Valencia, y no debo adelantarme.  Me quedo escribiendo, voy al retrete. A las cinco y diez, llamo a Sagrario y me pone “llamada sin servicio”. El orujo blanco con que me obsequian está muy rico, aunque no es lo más adecuado para este día de calor, y espero compensarlo con el fresquito de la zona de baño. A las 17:30 h cojo la dirección contraria a Denia. La zona nudista ya pertenece al roquedal del final de la platja de Rotes, aunque, según mi itinerario, yo diría que es la parte final de llegada al mar del Barranco de l’Aiguadolç. Y puede pertenecer lo mismo a Xàbia, como a Denia. Creo que la distancia, a una y otra población, es similar. Si Cova Tallada es de Xàbia, ¿por qué no iba ser el Barranc también de allí? Bueno, el caso es que estoy en zona fronteriza.

Roquedal nudista del Barranc de l’Aiguadolç
Salgo del Mena y sigo la carretera; llego a un camino en el que pone: Propiedad particular, prohibido el paso y, al lado, el signo de calle sin salida. Una pareja que viene hacia mí, me confirma que viene de la zona nudista y que no dude en saltarme la prohibición. Al llegar a la parte más alta, compruebo que toda la zona está en sombra y sólo está al sol la parte de la plataforma rocosa semicircular. Quiero ir hacia allí, pero no me queda más remedio que bajar por las escaleras. Arriba hay dos chicos que vigilan ¡qué ocupación, qué preocupación!, ¿no tendrán mejor cosa que hacer?, a una pareja que está desnuda al pie de la escalera. Cuando bajo, saludo a la pareja y ella me dice que el agua está muy buena. Voy hacia la zona que he elegido y me doy un baño desnudo.

Al poco rato, baja Joan, que llega con aletas y gafas, para observar la fauna y flora marinas. Se desnuda, se baña y le pido permiso para sacarle una foto dentro del agua. Nos ponemos a charlar, le cuento mi viaje y, cuando empiezo a dibujar, él se pone las aletas y camina, con dificultad, hacia el mar. Aprovecho para dibujar su patoso pasar. Joan es de Oliva y éste es uno de los sitios que más le gusta para la observación de peces y fondos marinos.

Hasta que termine el dibujo estaré con los pies en el agua. La plataforma de roca está cubierta de agua hasta la altura de mis pantorrillas. Cuando me visto, veo a un chico en calzoncillos que observa cómo se tiran tres, con grandes calzones, desde una pared de enfrente.

Veo que la ropa de Joan ya no está donde la ha dejado, así que me supongo que, sin que me haya dado cuenta, la ha trasladado a otro lugar. Subo la escalera y me voy y, cuando estoy llegando al restaurante Mena, veo a Joan en el agua.

Me ve, me saluda y vuelve a sumergirse. Espero y, cuando veo que lleva la cabeza muy cerca de la superficie, le llamo. Joan levanta la cabeza y le pido que se acerque. Yo también me acerco todo lo que puedo a la roca. Le enseño el dibujo y el comentario que pongo en él; le hace gracia y nos despedimos, definitivamente. ¡A lo mejor nos volvemos a ver en Oliva! Las rocas estaban repletas de cormoranes.

Paseo marítimo hasta Denia
Todo el rato voy por el paseo, hasta llegar al centro de la ciudad. En el paseo, habrá de todo; primero rocas de tosca, playas de cantos rodados y, finalmente una larga de arena que, en 2011, al regreso de Formentera (en mi vuelta a las islas Baleares) volveré a patear. También muchos cormoranes, unos pescando y otros a la expectativa. Es un chico quien me dice que lo que yo creo un somormujo es un cormorán marino. Me encuentro con Juli (Julio) y Xaro (Txaro), que envidian mi viaje. Me dicen que toda esta costa la llaman platja de Rotes. Tres chicos salen en bici de una casa y uno llama imbécil a otro. Al pasar le pregunto si le ha dicho “en bici” o imbécil y, él no se corta un pelo, ni rectifica, sino que se reafirma en el insulto. Le aclaro: “es que creía que lo habías dicho en valenciá”. Cuando entro en población, lo primero que pregunto es por la estación. Me dicen: “al final del puerto, a la izquierda”. A un pescador le digo que lo que más me sorprende es la posición en que está el sol en su proceso descendente hacia el ocaso, pues es el lugar donde ayer noche, en Portitxol, estaba la luna. (Los maestros que van conmigo en el tren, me dicen que la costa de Denia da al Norte, y estando en el Este, hace ver las cosas de otra manera). Antes de llegar a Denia, una chica me indica un edificio amarillo a la izquierda y me dice que me debo meter por allí.  

Denia: Estación de tren y Pensión Patri
Enseguida veo un edificio de ladrillo rojo, de una planta, cuya entrada está hacia el otro lado, al final de una valla blanca. Veo por fin un tren de vía estrecha de cerca, ya que lo más próximo que lo tuve fue pasando por la vía camino de la Albufereta y el Cabo de las Huertas. Ahora compruebo que había un interés subliminar en montar en ese tren: está hecho en mi pueblo por Sunsundegi. Ya en la estación, pregunto en taquilla y me dicen que tengo reducción de precio por ser pensionista y me dan horario (idéntico al que me dio Ainhoa, mi sobrina segunda) que estudiaré para mañana en la pensión Patri. Una mujer joven con dos hijas, que se llevan 14 meses, me orientan hacia un hostal que está frente al puerto; puede ser el Ánfora, pero ya no les quedan habitaciones individuales de 27 €; tendría que coger una doble por 33 €. Y el sistema no le permite darme una doble por el precio de una individual, sabiendo que sólo voy a usar una cama. Justamente detrás está el Patri y allí sí tienen por 29 €. Acepto y digo que será por dos noches. Digo a Rosa que añada cenas y que le pago todo con Visa y me dice que no tiene esa posibilidad; le digo que me jode tener que dar comisión a los bancos por sacar mi dinero y me propone rebajarme la cama a los 27 que me hubiera costado la individual en Ánfora, que ella creía que era más caro. Decidimos el menú de la cena de hoy y la de mañana y voy a sacar dinero para pagarle 81,80 €, por dos habitaciones y dos cenas. Voy por la calle principal, la calle Campo y en el primer Servired que veo del Sabadell-Atlántico, saco 200 € y me cobran una comisión de 0,40 céntimos (más pagué en Portugal y más tendré que pagar en Francia). Voy a la pensión y pago a Rosa, lo estipulado. Cuando le digo que no quiero mandos ni de televisión ni de aire acondicionado, me cambia de habitación. Me iba a dar la nº 2 y ahora me da la 4. Ya había dejado el equipaje y lo traslado. Me ducho y lavo calzoncillo, camiseta y pantalón; tras colgarlos en la ducha para que se sequen, lo más escurridos que puedo, y en tres perchas plásticas que he cogido del armario. Allí guardaré la colcha y las dos toallas pequeñas. Bajo a cenar. Rosa me saca tres montaditos y no pregunto de qué. El de salmón, que me gusta poco, me lo como el primero, el de pechuga de pollo con mahonesa por debajo, el segundo y dejo para el final el que más me apetece, que consiste en: una rodaja de tomate con dos antxoillas encima. Me ha enseñado en crudo la chuleta que me va a servir y tiene un aspecto excelente y le pido que me la saque torrada por el exterior y cruda por dentro. Está muy rica y me como todo lo que está comible con cuchillo pero dejo sin roer el hueso, que es donde está la carne más jugosa; las vainas que lo acompañan están ricas pero fuertes (demasiado sabor) y la patata asada ni la toco y se va entera con el alioli; como he comido muy bien, ahora estoy algo lleno. ¡Lástima no tener el apetito suficiente como para trapiñármelo todo! No quiero postre y pido una menta-poleo que, no sé si será por el agua, no me sabe tan bien que en el Norte. Rosa alucina con mi viaje y se lo cuenta a todo el mundo. Desde su barra de bar, hace de "consultorio sentimental". En la televisión: buen tiempo para los próximos días. Busco periódico pero no lo encuentro; lo quiero para ver los resultados de la quiniela. Salgo para dar una pequeña vuelta nocturna por el puerto; veo hoteles de más categoría y me vuelvo a la pensión. Saludo a Rosa y a los dos hombres del "consultorio" y subo a mi habitación. Me acuesto. Mañana ajustaré mi equipaje. Por fin, he conseguido felicitar a mi hermana; estaba con su amiga Clemen, en Donostia-San Sebastián. Rosa me ha dado agua.

Lo más interesante del día ha sido el paseo matutino con la visión de la isla de Portitxol amaneciendo en el mar; la invitación de Vicente a visitar la casa del arquitecto francés; el paseo por la tosca con baño incluido en playa urbana de arena. Buen desayuno, buena comida y buena cena. Un precioso paseo por el Cap Sant Antoni y bajada a la Cova Tallada. Bonito baño por la tarde, la charla con Joan de Oliva y la estancia en el Patri. Un día bastante completo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario