martes, 16 de abril de 2013

Etapa 10 (188) Moraira-Cala Portitxol

Etapa 10 (188) 07 de junio de 2009, domingo.
Moraira-Torre de Guaita-Cala Portitxolet-Poble Nou de Benitatxel-Cumbres del Sol-Parc Forestal-Xàbia-Cala Portitxol.


Antes de meterme en la cama, me lavé los pies, corté las uñas, con una tijera pequeña muy buena que me dejó Marian y me los masajeé con Aloe-Vera. He dormido muy bien.


Últimas horas con mis primos
El primero que se levanta es Imanol. Cago, me afeito y lavo y, a su regreso, le acompaño a la calle para comprar azúcar moreno. Marian se ha levantado y nos damos un beso con los “buenos días”, no suelo tener muchas ocasiones de empezar con un beso la mañana. En el supermercado más cercano, compramos el azúcar en tetra-brik. En la terraza tienen la piscina y me planteo, ¿qué pasaría si empieza a filtrar el agua hacia los pisos de abajo? Desayunamos a las ocho y media y tenemos tiempo de charlar, ya que hasta las 9:30 h no hemos quedado citados con Igone y Juanvi. El desayuno consiste en zumo de naranja, café con leche, hecho con café de ayer; ellos son muy cafeteros, pero lo toman descafeinado. El croissant, lo calentamos en la tostadora, ya que sólo había de ayer. Todo está buenísimo. Me dicen que deje la cama sin recoger. Ayer les conté a cerca de mi viaje, de mis cursos culinarios y bebelarios y, a Marian, le encantaron mis dibujos; es muy probable que ella también se anime a llevar siempre consigo un cuaderno de apuntes, para hacerlos en directo y luego poder desarrollar al óleo.  Llaman sus hermanos y les esperamos en la calle. Van a un mercadillo con la perra.                        

Subida a la Torre de Guaita
Me despido, agradecido, de los cuatro primos. Salgo por el camino previsto, hacia la costa. Cuando llego a la cala de Portitxolet, baja del mirador un chico que va bastante rápido y le digo a ver si no tiene inconveniente en que vayamos juntos; acepta. Es Roberto, de Honduras, que tiene que entrar a trabajar a las diez y va bien de tiempo, pero algo ajustado. Vamos hablando y me dice que suba a la torre vigía, que de allí se ve un paisaje muy bonito. Está en el Cap d’Or.

Hoy una urbanización, me lleva sin errores a una salida hacia el monte y después hacia una carretera muy empinada, que me lleva a un buen camino y a una bifurcación. Por la derecha se va a la torre y por la izquierda a una cueva. Bajo en dirección a la cueva, pero no la veo aparecer; abajo me parece ver a un pescador, pero no puedo asegurarlo. Retrocedo y continúo hacia la torre, a la que llego por camino muy amable, que va por el lado norte del cabo y llego en 20 minutos, cuando la indicación decía media hora. En la torre veo un cartel que dice: Yacimiento Ibérico.








La torre vigía se denomina: Torre de Guaita (se ve guay aita, es mi juego). Saco la última visión de Nueva York y, ésta sí, ya será la definitiva, con otra de Moraira y su puerto y Calp en lo intermedio. Por el otro lado, se divisa hasta Xàbia, con el Cabo de la Nao. También, en la cima más próxima hacia el norte, la urbanización no recomendada.

Cuando empiezo a bajar de la torre, llega María y hablamos de su novio portugués, Paulo, que ella llama Pablo y que es de Povoa de Varzim. Le digo que está entre Vila do Conde y A-ver-o-Mar (cerca de Aguçadoura, de donde es Nelson Pedra, que ahora vive en Málaga y que, en abril-2013, me hace un elogio de mi blog y de mi viaje). Le digo que de Povoa me fui hacia el interior y le recomiendo ver el románico de San Pedro de Rates. Charlo con ella y le cuento el encuentro con Gabriela y Lena en Troia.

Bajando con María hacia la Cala de Portitxolet
María no conoce Troia, pero le gustaría. Es ingeniero agrónomo y también le gusta la enseñanza.

En un principio me anima a que continúe por el acantilado pero, al acordarse de la urbanización de arriba, se lo piensa mejor y me lo desaconseja. Bajo con ella hasta el aparcamiento, que está en la última curva de la urbanización, y nos deseamos suerte en la vida. Ella suele hacer esta subida a la torre todos los días, desde que era una niña. Llego bien por la carretera, reconociendo lugares en los que he dudado a la subida y llego, de nuevo, a la Cala de Portitxolet. Me asomo. Veo a dos hombres. Uno se seca con toalla y decido bajar. Son Silvio, alemán, y Eugi, polaco; les da lo mismo que me bañe desnudo o con traje de etiqueta. Me desnudo y me tiro de cabeza al agua desde roca, a una especie de piscina cuyos bordes baña el mar. Doy unas brazadas, me refresco, salgo y me seco desnudo, al aire, mientras les explico mi viaje. Subimos a la vez, dejando en la roca dibujado mi mapa peninsular y con el resuello, por la ascensión de las escaleras, nos despedimos arriba. Poco antes de llegar a la cala, me he encontrado con Ainhoa y su novio, que iban a su playa preferida y me han explicado cómo coger para ir a Benitatxel. 

En marcha en dirección a Poble Nou de Benitatxel
Es un pueblo de interior. Cada vez que lo escribo me viene el nombre de la que fue novia de mi tío Juanito pero que, como le quería atar corto, falleció soltera. Mi tío se casó con la que sería mi tía María Ángeles, lo hicieron ya mayores y no tuvieron hijos. Hicieron una boda sencilla, casi privada, y mis padres fueron los padrinos. La otra, nunca llegaría a ser nuestra tía Benita. Ahora, todos están fallecidos. Por otro lado, en mi país, a las Consuelo se les llama Txelo, así que en mi juego viajero, cuando me voy acercando a este nuevo pueblo de bendito consuelo, sigo jugando con las palabras.


Mis tíos lo eran también de Marian e Igone; Juanito era hermano de su madre, al igual que de mi padre y, entre bromas y veras, solía decir que las mujeres eran unas “dictadoras”. Había vivido muchos años en Caracas y tenía un espíritu libre que, finalmente, claudicó. Hecho este inciso, volvamos a mi camino. Voy, como decía, hacia Poble Nou de Benitatxel. Nada más llegar, una mujer me da dos opciones para comer, aunque ella nunca comió en ninguno de los dos sitios, “donde esté la comida hecha en casa…”, comenta. Por la carretera pasa un GMS (gamas, gamos, gomas; me van saliendo por este orden).

Comida en el Bar Pepe de Benitatxel
Veo en el Bar Pepe un menú de 7 € y me parece bien, así que entro y como una sopa de verduras con pollo y lomo con patatas fritas; acompaña una ensaladita e incluye vino con gaseosa; lo que tomo del vino Hacendado (que es mejor que el Rioja del wok de ayer) son unos 40 dl, de 11% de vol. alcohólico. Como no tomo ni postre, ni café, y me ajusto al precio acordado, los 7 €. Según escribo el diario, me voy adormilando, pero bajo a cagar y subo más despejado. Una cuadrilla de ingleses, que se reducirá a tres, habla alto, hace chistes y mira en la tele automovilismo (Barrichelo, Alonso), que oigo y no veo, puesto que la tengo a mi espalda. Son las 15:45 h y siguen bebiendo vino sin probar bocado. Mi deseo para después, es encontrar la playa de Los Tiestos o, al menos, el Cabo de la Nao; no creo que llegue hoy a Xàbia (la Jávea de toda la vida).

Buscando las Cumbres del Sol
Ya fuera del Pepe y bajando la misma calle, llegando al Restaurante Arco Iris, pregunto por la playa de los Tiestos, y me corrigen, Testos, así que, al menos, compruebo que es playa conocida por la zona, y me dicen que continúe hacia abajo. Al llegar a la primera bifurcación, veo indicación de Cumbres del Sol, y me suena que Juanvi me ha hablado de estas cumbres. Voy contento porque me han llenado de agua el pote. Según voy subiendo por la carretera, que desde lejos se puede adivinar su trazado, me voy fijando en otras carreteras que se dirigen hacia la costa. No hay construcciones hasta llegar a la urbanización, que es lo que resultará ser Cumbres del Sol. Poco antes de llegar, encuentro un coche parado, con un chico que se ha quedado sin combustible y está esperando a amigos que se lo van a traer. Lo que más me sorprende es que me dice que es ruso y, al preguntarle “¿de dónde?”, me responde: “de Ucrania”. La sorpresa es que siendo Rusia y Ucrania dos naciones independientes, un ucraniano me haya dicho que es ruso; “¿todavía añorará la dependencia del opresor?” En la entrada de la urbanización encuentro a una pareja, que me pregunta por La Granadella y, siendo la playa Ambolo, de la Granadella, otra de las playas buscadas, no les puedo orientar. Visto en retrospectiva, tenía que haberla buscado como ellos y me habría evitado mucha zozobra. La razón es que La Granadella está al sur del Cabo de la Nao y yo acabaré acercándome a Xàbia y retrocediendo hacia más al sur que Portitxol, justo al norte del mismo cabo. Al salir de Benitatxel, he visto una indicación: Calistros Assegadors, pero no logro saber qué son.

Llega en coche una mujer del Este (es Búlgara). Me dice que antes tenía que andar mucho entre Moraira y Benitatxel, así que ahora lo evita, pues ha podido comprar coche. A partir de dejar a la búlgara, que trabaja en esta urbanización, me decido a subir hacia las antenas pues, esta mujer me ha dicho que arriba hay un pueblo muy bonito. Pero me meto por entre calles y no cojo una salida que me lleve hacia la carretera de arriba; retrocedo porque me dicen que no hay unas cumbres del sol, sino que es el nombre que recibe esta barriada de casas.

Parc Forestal de la Granadella
Mi duda surge y no sé si retroceder para avanzar hacia la Nao y la Granadella o continuar hacia Xàbia y, en esa indecisión, estará lo más problemático de la tarde. Han aparecido casas coloristas y con huecos diversos que representan figuras geométricas: triángulos, cuadrados, rombos, círculos. Tampoco hay forma de acceder a las otras carreteras de arriba, así que, al retroceder, me acerco al Parc Forestal de la Granadella, que ofrece un camino con un prometedor trazado y que ya pertenece a Xàbia. A la entrada del parque, hay una indicación de que los meses de mayo y junio son de anidación y está prohibido llevar animales, hacer fuego, acampar y más cosas. El camino es magnífico, pero cuando va hacia la derecha me intranquiliza, pues temo que me va a alejar de Xàbia aunque, poco a poco, esta dirección se va normalizando. Llego a una construcción circular, que me hace recordar a los hornos de nuestras caleras pero que, aquí, desconozco cuál será o ha sido su función. Quizás sean restos de algún pueblo ibero.

Tras varios titubeos, consigo llegar a la salida del parque y encuentro la dirección hacia la playa, con distancia de 4,4 km y, aproximadamente, hora y media. Hacia allí me dirijo. Casi, después de ¼ de hora de caminar, me doy cuenta de que el camino que he cogido me va llevando hacia el lugar de donde vengo; de lo que deduzco que la playa que anuncian es la de La Granadella, así que reculo y llego a una gran torre de madera, que está cercada para que nadie suba. Habría sido una atalaya magnífica para otear el entorno y poder tomar la mejor decisión.

De Xàbia, hacia el Norte; de Xàbia, hacia el Sur
Salgo a una carretera que va bajando hacia una urbanización, aunque todavía estoy a mucha distancia de la costa. Parece que la tendencia es a llevarme hacia Xàbia por el interior y yo hago todo lo posible por salir a la costa; pero no hay forma, ya que la urbanización no me presenta salida alguna hacia el mar. Me meto por una calle, pero está cerrada. Pregunto en la última casa, que parece la de un mecánico de coches, y un señor mayor sale a la terraza de arriba con deseo de ayudar; por el acento detecto que es portugués. Me dice que debo retroceder a la carretera que he dejado y seguir bajando la cuesta. Encuentro a un matrimonio joven con dos niños en doble sillita: uno va delante y el otro detrás, pero ambos en la misma dirección, hacia delante y hacia delante me dicen que siga. Sigo tan adelante que, para cuando consigo salir al mar, ya he llegado a Xàbia. En mi lista de playas nudistas, tras no poder disfrutar de Cala Cap Blanch en Calpe, ya veo que me he pasado cuatro o cinco: Los Tiestos (Benitatxel), Ambolo (La Granadella), Cala Torre (Cabo La Nao), Portitxol (Illa de Portitxol) y Cap Martí. Todas las últimas están en el municipio de Xàbia y ya han quedado al sur. Son las últimas de la provincia de Alicante, así que decido retroceder por la costa y mañana regresar para desayunar. Mi intención es encontrar un lugar adecuado para pasar la noche al aire libre pero sin sobrepasar el cabo de La Nao.  

La Playa del Francés
Estoy en el paseo marítimo de la playa del Arenal, que es la única de arena de la zona; es muy urbana y está llena de gente. Salgo a rocas y retrocedo hacia el Sur y compruebo que es una roca relativamente fácil para caminar. Mañana, Vicente me contará las propiedades de esta roca "tosca" que aquí es muy valorada para construcción. Me dan propaganda de un restaurante con especialidad en carne argentina que, por si acaso, no lo tiro, no vaya a serme útil, por si tengo que volver. Esta zona de rocas, tiene a diversos intervalos, unos agujeros horadados, con canales, depósitos, etc.; los más próximos al mar, tienen agua y algunos son como piscinas.

Un hombre pesca y una niña y una madre con su hijo pequeño, temen a las medusas. Son una familia y no son del lugar, así que no saben responder a ninguna de mis dudas. Sigo adelante, donde unos toman el sol de atardecer y alguno se baña. Subo por el camino más próximo a las casas y un señor me orienta hacia la Cala del Francés. La veo de lejos y me parece un lugar que puede estar protegido del viento que se está levantando, y hacia allí me dirijo. Al salir al paseo por donde está la última casa, comento con dos mujeres, que me dicen que fue construida mucho antes de la ley de Costas y que, ahora, la están remozando. Siendo así, no la podrán derruir. Han hecho un nuevo acceso de escaleras y nuevo paseo pero veo que es innecesario, puesto que se puede continuar por otro más bonito, con túnel, entrantes de agua, etc. Estoy en el último tramo y parece que se puede continuar por la playa hasta la del Francés. De lejos, me parece que dos personas practican nudismo. Llego a un punto en que no puedo continuar, y decido hacerlo por arriba. Retrocedo, subo por escaleras viejas, entro en camino entre árboles y arbustos y me presento ante una puerta en la que pone: “Prohibido el paso. Propiedad particular”. A pesar de ello, entro en el recinto y veo que, para ir a la playa del Francés, debo bajar grandes peldaños, de casi mi altura y pienso en el regreso; bajar podría ser fácil pero, ¿quién los escala? Sigo adelante por si hubiera otra entrada, pero como no la veo y la playa, al ser de piedras, tampoco me atrae demasiado para dormir, decido seguir adelante.

lla y platja de Portitxol
Salgo a la carretera y veo la dirección: Portitxol. En seguida veo International College y una flecha indicadora: Aula Natura Portitxol. Al fondo, veo venir hacia mí una pareja de extranjeros y él me dice que me quedan 10 minutos para el mirador de Portitxol. Y así es como llego a la Creu, un crucero, que está en un mirador orientado hacia la Illa de Portitxol,  que está adquiriendo unas tonalidades muy bonitas con esta luz de atardecer.

Encuentro a una pareja joven, que no sabe que la playa de Portitxol es nudista, y me anima en mi andadura. Hay una señal verde y blanca, como en la ruta del Parc Forestal y voy bajando bien a la playa que, como me temía, es de cantos rodados. Un fotógrafo, con trípode, saca fotos de la isla y, cuando doy la vuelta al pequeño cabo, veo que lo mismo hace su mujer pero, más que la isla, lo que quiere es captar los saltitos de agua que provocan las olas al chocar con la orilla. Ya estoy eligiendo lugar para dormir, y el lado de él me parece más adecuado que el de ella.

Ensalada y Mejillones en La Barraca
Estoy ya muy cansado. Subo al bar. Todo está muy desangelado; ningún cliente y en penumbra. Un chico en la barra. Pido algo para cenar y me da la carta. Pregunto a unas chicas, que por allí asoman, si hay algún sitio cubierto para dormir, porque el viento parece que va a traer lluvia. “Pregunta al amo; es ese señor”, me dicen. Él está viendo la televisión; me mira, le digo, y me responde: “en el comedor”. Para cenar, pido mejillones y me sacan una ensalada muy rica con alguna variación sobre las habituales: cebolla morada e hinojo de mar (amarillento). Los mejillones también están muy ricos y ahorro limón para exprimir en mi agua. Menta poleo y pido agua para llenar mi poto. El resto lo dejo, porque está muy fría. Voy al servicio y regreso al bar. Pago 11,76 €. La que cobra es brasileira o cubana y ha encendido la luz cuando ya no se veía nada. El amo come un bocadillo; parece que el negocio no va tan rimbombante como se esperaba y junio va pasando. Le digo que estoy haciendo tiempo para pasar al comedor, por si llega algún cliente, pero me dice que ya no vendrá nadie a cenar. Por lo que cuenta, durante el día, parece que ha habido bastante movimiento. Además de las chicas, también sale de la cocina una mujer y se queda en la barra con ellas. El amo empieza a hacer zapping sin encontrar nada interesante en la televisión. El tiempo previsto para la semana es bueno. El triunfo de Federer en Roland Garros, parece que alegra a todos; es el que le faltaba; Alonso, mal.

Durmiendo en La Barraca del Portitxol. Ruidos nocturnos extraños
Me despido de todos y a las 21:30 h entro en el comedor del restaurante. Es un comedor terraza muy grande, las puertas cristaleras no cierran y el viento que se ha levantado es terrible. Los vanos de más al fondo no tienen puertas ni cristaleras; las tres primeras sí, que son las que me protegen. Una está cerrada, la tercera la cierro pero, la primera ya no encaja y una de las hojas la tengo que sujetar al suelo poniendo una silla que hace de freno gracias a una gran mesa. Me coloco en la pared contraria al ventanal, al pie de unos tableros que sirven para poner encima de caballetes para hacer más mesas en caso de necesidad y coloco sillas a los pies y en la cabecera. Duermo tranquilo pero, durante la noche me despertará varias veces un chapoteo que no logro saber qué puede ser. Me parece que un perro pasa toda la noche metiendo sus patas y saliendo de un barreño de agua. Otras veces pienso que son peces de pecera que, de vez en cuando, salen y chapotean en la superficie. Por la mañana veré que son langostas chatas, sin pinzas, de las que en San Pedro del Pinatar llamaban langostinos, y que, de vez en cuando, durante la noche, han estando dando coletazos. Ha habido una luna magnífica.

Repaso del día
Una de las mejores cosas del día, ha sido haber empezado la jornada cortándome las uñas de los pies con la tijerita de Marian. La subida a la Torre de Guaita y el paisaje visto desde allí hacia el sur con el Istmo se Calp-Ifach y el falso istmo, efecto óptico en la distancia, de Serra Gelada-Benidorm, al fondo, ha sido lo más hermoso del paisaje. Lo mismo por el Norte, con la visión del Cabo de la Nao.También la comida en Pepe de Poble Nou de Benitatxel y la cena en La Barraca han estado muy bien y con muy buena relación calidad-precio. Quizás lo peor del día haya sido la urbanización en la costa de Teulada que me han disuadido para continuar y la de Cumbres del Sol que me ha desorientado y llevado a tomar una decisión que me ha traído lejos de la playa de La Granadella. Bonito paseo por el Parc Forestal de la Granadella. Gracias primos y al amo de La Barraca por vuestra acogida. Adiós.

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