jueves, 11 de abril de 2013

Etapa 09 (187) Calp-Moraira

Etapa 09 (187) 06 de Junio de 2009, sábado.
Calp-Puerto Les Bassetes-Benissa-Cala Cap Blanch-Morarira.

Hoy recuperaré a mi prima Igone, tras muchísimos años sin vernos.

Desayuno y despedida de Miguel.
La 11 compañía es la mejor del Campamento
Me levanto a las ocho y, como cago un poquito, estoy contento porque parece que la diarrea desapereció. Me lavo, visto y dejando todo en la habitación, bajo a desayunar. Café con leche y tostada con mantequilla y mermelada (2 €). Aunque es difícil, pues tiene que atender a los desayunos de los otros clientes, hablo con Miguel. Una clienta fumadora se queja de que sólo puede votar al PP y al PSOE y ella quiere votar IU. Solamente ha recibido en casa propaganda de los dos grandes partidos y le digo que, en su Colegio Electoral, tienen obligación de tener papeletas de todos los partidos que presentan candidatos a las elecciones; y si no las hay, puede hacer una reclamación a la mesa para que traigan la opción que falte. "Peor estoy yo", le digo, "que habiendo hecho la solicitud para votar por correo, con tiempo de sobra, llegado el 26 de mayo, todavía no había llegado a mi casa, así que no pude votar". No tendré representante en Europa. A Miguel se le ve contento con sus hijos; es lo mejor que ha hecho con ellos, invertir en su educación. Miguel se considera de izquierdas, pero votará PP, porque los otros (creo que se refiere al PSOE), le violaron. Parece que se refiere, no a una violación física, sino a que le quitaron algún derecho, alguna inversión, algo relacionado con su negocio. Hablando de otros temas, casualmente me entero de que él también estuvo haciendo el campamento de instrucción del servicio militar en Araca, en el CIR nº 11 y la coincidencia mayor, en la 11 compañía, como yo. Cantamos juntos alguna estrofa de la canción: "Es la once compañía, la mejor del campamento, la más grande, la más noble, la que guía al Regimiento. Si alguien lo duda que venga a verlo, que se lo vamos a demostrar…" Subo a coger mis mochilas, bajo, devuelvo la llave y me siento en mesa exterior para seguir con mi diario. Se sienta en la mesa de al lado el gordito que llegó ayer a última hora, a la vez que Miguelito. Se sienta a desayunar con el hijo del dueño y les cuento algo de mi viaje. A las 10:15 h acabo de escribir y pido agua a Miguel. Me da de una botella y me dice que es de manantial. Miguelito me presenta a su abuelo materno y luego llegará su abuela.

Buscando Internet en Calp
Pregunto al gordito por Biblioteca Municipal y me dice dónde está pero, puede haber problemas, porque mañana será Colegio Electoral. Cuando voy hacia el edificio amarillo, veo Oficina de Turismo. La chica que me atiende es muy amable, guapa y simpática y llama a la Biblioteca, donde le dicen que puedo hacer uso de Internet, pero guardando turno. Veo edificio para pensionistas y lo atravieso por el interior. Al salir, veo enfrente un gran cartel que pone: Colegio electoral; es para mañana y advierte que hoy estarán suspendidas las actividades de la biblioteca, pero ésta sigue funcionando.

Subo a la Biblioteca, y la bibliotecaria me dice que a la chica que lo está utilizando le queda todavía media hora, y hay otra después esperando y que estará 45 minutos. Como no es urgente, me voy. Paso por el retrete para orinar y bajo a la plaza. Es muy hermosa y circular; lástima que sea toda embaldosada y de cemento, sin haber dejado ni un arriate de hierba. He sacado foto al llegar, donde el peñón parece un edificio más y, ahora, de la plaza circular. Intento hablar con Vera de cabina, pero sólo admite tarjeta. Voy a otra, y hablo con Sara ya que Vera no contesta. He recuperado dinero almacenado de otros (-3,20 €, que guardaré para la hucha de mis nietos. Es poco para la hucha de cala Torre Conill).

Visita al Peñón de Ifach
Voy hacia el paseo marítimo. Me encuentro con un uruguayo, que va con un joven padre que lleva a dos gemelos en cochecito. Desde donde lo vemos, el peñón ofrece una imagen impresionante, como una gran roca vertical en el mar. Según vaya subiendo hacia el Norte, sin perder encanto, irá adquiriendo una forma más horizontal y menos impactante. Me vienen recuerdos del Txindoki, en el Goiherri de Gipuzkoa y de San Donato en la Sakana navarra. Cualquier motivo es bueno para recuperar raíces. Padre y uruguayo caminan conmigo y hablamos. Los niños ruedan.  Nos encontramos con dos mellizos y me explican la diferencia entre mellizos y gemelos. Se ve que, el padre de las criaturas se ha informado bien.

Como no sabía que, tanto su mujer como él, tenían antecedentes en la familia, se llevaron sorpresa. Me aseguran que se puede dar la vuelta al peñón; también me lo confirma un señor mayor y, al llegar comprobaré una realidad bien distinta, que me hace pensar en que hablo un idioma diferente al castellano. Tras pasar el pueblo, entro a paseo dedicado al Príncipe de Asturias. Me sacan una foto con la vista hacia Altea, en la que aún se aprecia la Serra Gelada y la vaguada que forma con la Sierra de Bèrnia. Benidorm aún aparece al fondo. Aún lo veremos de más lejos, cuando mañana suba a la torre colomera, o vigía, de Moraira. Dos gaviotas posan y me acompañan. La foto me la ha sacado una pareja que estaba amartelada. Veo a unos con trial. Ya solo, y según me voy acercando a la gran mole, veo que el paso es imposible.

Las olas chocan contra el gran farallón y la pared abrupta se muestra infranqueable. No obstante voy hasta el final y toco su dura pared. Aún me quedaba la esperanza de que hubiera un túnel que me pasara por su interior al otro lado. Me ha servido para comprobar que lo que me decían era cierto; se puede rodear el Peñón de Ifach, pero alquilando un barco. Retrocedo para hablar con Leandro y Elena, de Villena. A Leandro le digo que, en Euskara, su nombre sería Lander, como mi nieto de 4 años. Les cuento la mala experiencia que tuve en Almograve (Algarve portugués), cuando compartí habitación en un albergue juvenil, con un paisano suyo, y que ya lo conté cuando narré aquel tramo, ¡qué hombre tan impresentable! He sacado mi última foto del tercer rollo (de Velvia-100). Les comunico mi rabia por no poder rodear el peñón, pero más porque me han asegurado que se podía pasar. Les cuento algo de mi viaje. Elena y Leandro están en su segundo viaje de novios. Hace un año que se casaron. Les digo que, si quieren tener hijos, no lo demoren demasiado. Les cuento el encuentro con Gabriela y Elena de Troia. Me doy cuenta de que no estoy cogiendo referencias de nadie, ni correo, ni teléfono, ni nada, en lo que llevo de camino. La conversación ha sido grata y ha servido, cuando menos, para rehabilitar a Villena, que la tenía asociada al impresentable de Almograve. Tras contarles algo más de mi viaje, me despido de la pareja y regreso por donde he venido.

Buscando lugar para comer. Submarinistas
Las olas rompen contra las rocas y los del trial están pensando en cómo hacerlo más difícil en rocas con mar rompiente. Les digo que tienen que intentar el trial subacuático. Cuando estoy poniendo el 4º rollo, pasan los de Villena y me saludan por mi nombre. Saco foto de Calp con la ola rompiente y bordeo el peñón por el interior, hacia la otra playa.

Al pasar por el istmo me encuentro con un grupo de submarinistas madrileños que me gustaría saber cómo lo practican cuando están en la capital del reino. Tienen bombonas y todo el equipo. Me dicen que allí han estudiado la teoría y ahora han venido a ponerlo en práctica, en terreno conquistado, en el Mediterráneo. "¡Hasta que pongáis mar en Madrid!", me despido. "¡Será difícil, pero no imposible", me responden. Al llegar a la playa, me descalzo y remojo los pies en la orilla; llevaba más de un día sin hacerlo (el rato que estuve descalzo entre l’Olla y La Solsida fue como para olvidar) y lo hago con gusto, ¡qué felicidad! Lo que sí resultó sorpresivo fue verme las plantas de los pies limpias, sin ningún resto de galipote, sin haber hecho nada por quitarme el de cala Llisera. ¿Habrá sido mi piel plantar capaz de absorberlo? Ahora que tengo de nuevo Velvia-50, se ha vuelto a poner nuboso. Son las 12:30 h cuando voy paseando por el borde del mar y aliviando mis dañados pies. Quitando algo de arena, me calzo en el paseo marítimo, pero se acaba pronto. Pregunto, pero nadie me sabe decir si Moraira es o no el pueblo que se ve a lo lejos. Por la posición que veo en mi mapa de Calp y Moraira, pareciera que lo lógico es que fuera la población que se ve a lo lejos, ya que el cabo La Nao, quedaría oculto por la punta de Moraira. Chica y chico que están sentados en malecón, no acaban de creerse que venga andando de Murcia; me dicen que, tras una segunda rada, me encontraré en terreno de costa de Benissa. ¡A ver si encuentro cala Cap Blanch!

Wok: Chen Zu Pei
Como la posibilidad de seguir por la costa finaliza, me meto entre villas y me costará salir de nuevo al mar. Un extranjero que va en furgoneta, me reorientará. Unos trabajadores que laboran dentro de una villa, me dicen que detrás está el Restaurante Timón y, cuando doblo la calle, me encuentro con un Wok que me anima a entrar a comer. Son casi las 13:30 h y me parece buena hora, aunque no haya avanzado mucho desde el As de Oros. El restaurante chino es muy pobre; no tiene nada que ver con el de La Zurriola, en Donostia-San Sebastián, ni con el Wok & Grill de Lepe-Cartaia, pero como muy bien y magníficamente atendido por Chen Zu Pei. Una mujer está casada con el que lleva la cocina y a la otra, Chen, le interesa la cosmética, porque embelleciéndose, podrá enamorar a algún español. "Las españolas se pintan mucho para parecer más guapas", me dice. Les enseño mi mapa, mi diario, mis dibujos y les cuento mi viaje en mapa-mantel. Les digo dónde trabajé; lo de contable me cuesta más hacerles entender. Cuando los quiero explicar mi trabajo en Gureak, me río por la dificultad. ¿Cómo explicarles el Síndrome de Down, los ojos rasgados? Me vuelve a entrar la risa, y lo dejo como está. Al final pido la firma con su nombre a Chen, y queda registrada en mi diario, con la doble grafía china y con las letras de nuestro alfabeto. Es su nombre de soltera (aquí me entra la duda, ¿enviudó?, ¿aspira a ser bígama?), pero no sabe decirme el significado. Probablemente quiera decir: Flor de Loto, Pájaro de la media Luna, Ave del Paraíso Perdido o Ave que Vuela, a la cazuela. Si fuere éste último su significado, es lógico que no lo quiera decir. Está interesada en aprender el castellano, pero tiene el diccionario en casa. Durante el rato que he estado yo, no ha entrado ni un solo cliente; sólo una mujer que había encargado comida para llevar. He comido muy bien de wok: champiñones, setas chinas gelatinosas, pimiento verde y rojo, brócoli, coliflor y langostinos pelados con salsa de ostras; sopa de pollo, muy rica, y mando al grill: cebolla, berenjena, dos langostinos sin pelar, ancas de rana (riquísimas) y dos pequeñas sepias; un rollo de primavera con salsa agridulce; he bebido media botella de vino de Rioja que, por 4,10 €, me la han puesto en una jarra, bebo té chino de jazmín y me regalan un chupito de licor de arroz (entre 56 y 60 º). "Muy fuerte", me dice Chen. Pago con tarjeta Visa 15,40 €, que casi coincide con la hora en que entran los segundos clientes. Lo más flojito ha sido el postre dulce: trozos de brazo gitano resecos que, como soy goloso, me los acabo comiendo. La piña, los lichis y las frambuesas, están bien. Ellas se han puesto a comer a las tres.

Cuando los nuevos entran, son las 15:40 h. Se trata de un matrimonio joven, él fumador, con un niño de unos doce a catorce años y otro menor. No recibo buenas vibraciones y no me inmiscuyo. Estoy expectante, como si esperara un espectáculo, para ver lo que eligen; a lo mejor son habituales y más expertos que yo. Pero van a dar las cuatro y, sin esperar a ver, me despido de Chen y el resto y me voy. Ya viene la familia con sus platos y me dicen que es la primera vez que comen allí. Les digo que yo he comido muy bien y que ellos la siguiente vez comerán mejor. Voy al retrete, meo y salgo en busca del Rte. Timón.

Encuentro en el puerto de Les Bassetes:
Dieter, Zulema y Carmen
Cuando consigo volver a la costa, voy por bonito camino y llego al puerto de Les Bassetes, que continúa estando en el término municipal de Calp. Me gusta este puerto porque, gran parte de él, está en un enclave natural de roca y otra es construcción humana, pero siguiendo el diseño de la naturaleza.

Pregunto a una chica para continuar y me orienta hacia un paseo marítimo que está en proceso de remodelación. Superando una valla disuasoria de plástico con agujeros y de color naranja, veo que caminan tres personas y me digo: "si ellos pueden pasar, yo también". Les alcanzo y hablo con ellos. Son: Dieter, alemán, Zulema, venezolana, y Carmen, que vive en El Tiemblo (Ávila) y que, ahora, están de vacaciones en Benissa.

Les recito la poesía de Machado, con algún error mínimo; casi me la llevo aprendida. Carmen la escucha con emoción, y lo reconoce al llegar a "caminante, no hay camino…" La vida es algo complicada entre Alemania y Venezuela y no sé cómo entra Carmen en la historia del matrimonio. Dieter (se pronuncia Diter) me parece con mucha diferencia de edad en relación a Zulema, pero… el amor. Se preocupan de recoger algunas basuras que otros tiran. Me sacan foto y yo a ellos y les doy mi e-mail. ¡A ver en qué acaba esta historia! Nos despedimos en un punto, pues no sé si ralentizan o regresan. Sigo por la costa, y todo lo que veo es de rocas o de piedras.


Me pierdo buscando Cala Cap Blanch. Simulacro de baño
Empiezo a poner atención en buscar la cala Cap Blanch, pero no parece nada fácil. Una playa de piedras, amplia y con espigón, me anima a preguntar. No sé si eran 3 o 4 los chavales a los que he preguntado, pero no se han creído que viniera andando de tan lejos. Uno hace preguntas sin razonar, "¿vas nadando?", dice y le respondo: "Sí, con la mochila" y me ofrece una tabla de surfear que está por allí, perdida. Llego a la playa con espigón y un chaval me manda a hablar con su madre que está con un alemán en su chiringuito. El alemán, un listillo, y ella también, bastante, me mandan a la siguiente cala por las rocas, amables pero cubiertas por la marea alta y que pienso que me van a crear problemas. Retrocedo y me dicen que vaya por arriba.

Llego a una villa y, por un camino, de acceso a otras, que me da sensación de ser privado. Veo a una señora que, en cuanto me ve, se mete hacia el interior de su casa. Da varios gritos y oigo su voz desde dentro, pero no acaba de salir, "¡el miedo es libre!", pienso. Por fin sale y me dice que debo seguir por un camino, hacia un pilón blanco, que está al fondo. Al decirle que parece privado, ella me lo confirma, pero me dice que se puede pasar. Pienso que tendrá servidumbre de paso. Llego al pilón y continúo camino. Vuelvo a ver playas de piedras y acabo saliendo a carretera. Pasa un coche matrícula GMP, pero no se me ocurre ningún nombre. Alguien me dice que encontraré la entrada para Cap Blanch cuando llegue al supermercado Pepe La Sal y, efectivamente, al llegar, a mi derecha, encuentro el indicador: Cap Blanch. Me topo con pareja que también la estaba buscando y me dan su criterio para seguir la carretera sin desvíos pero, llegando al final, se vuelven y me reorientan. Como no les hago caso y entro en la urbanización, andaré perdido durante media hora. Llega una pareja en coche; ella se baja, conoce bien el lugar y me reconduce, pero me vuelvo a perder. Un matrimonio francés que toma el sol en su chalet, alucina con mi viaje y me reorienta de nuevo. Y me pierdo por enésima vez.

Llego a una puerta que creo puede ser el acceso a la cala, pero sale el dueño del chalet y me acompaña al camino y a las escaleras. Otro hombre me acompaña hasta que vea las rocas desde arriba del acantilado y me dice que retroceda por la calle Cabo de Gata; cruzo, bajo por escaleras y, bastante abajo, encuentro otras. Más seguro, tras haber orinado, aunque la calle más apropiada es Cabo la Nao, llego a destino. "Tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas, quiero amigo que me digas, ¿son de alguna utilidad?" Pues no, ya que con la marea alta no puedo ni siquiera ver en qué consiste la playa. El oleaje es fuerte y sólo puedo adivinar algún constructo humano cuando observo dentro del agua y bien afirmada en la roca, una escalera de acero inoxidable, propia de piscinas. Un alemán, que acompaña a otro, me pregunta si sé nadar. Le digo que sí, pero lo que pretende es que me lance a alta mar para recuperar su remo de canoa que flota en el agua. Además que está junto a una mancha que no sé de que es; quizás sólo sean algas; pero ni se me ocurre hacer la proeza. Quizás, en otro contexto… Me aseguran que con marea normal, el lugar es muy tranquilo. Me acerco todo lo que puedo bajando por escalera, donde está un hombre sentado y mirando; para cuando retrocedo y subo, el hombre ya ha desaparecido. Voy hacia la punta, hacia Moraira, y decido que el baño me lo daré allí. Bajo escalera metálica donde, si ocurre un accidente, la responsabilidad es del que baja, me desnudo y me doy un pequeño chapuzón. Aparecen los dos alemanes, se pasean por allí, mientras yo me meto al agua sujetándome con los brazos a las rocas y esperando a que la ola rompiente me remoje al deslizarse por la roca plana; no arriesgo nada.

Me visto y regreso a Pepe La Sal, ahora sin tanta vuelta y revuelta, y llamo al fijo de mi prima Igone. Me coge Ainhoa, su hija, y me dice que está en el paseo con su hermana Marian. ¡Mira por dónde, voy a estar con mis dos primas! Llamo al móvil y me coge Igone. Hace mucho viento, y me dice "se ha equivocado" y vuelvo a llamar, esta vez mencionado a Marian. Reacciona y se da cuenta de quien soy y quedamos citados en la plaza de la iglesia pequeña de Moraira (1,15 €).


Con mis primas y demás familia en Moraira
Voy bajando la cuesta hacia Moraira. Llego a la playa, la cruzo por el interior pisando un poco de arena; voy hacia el castillo y allí pregunto a dos señoras mayores, quizás madre e hija, quienes me dirán que siga adelante por el interior. Llego a la plaza, doy una vuelta a la iglesia y me encuentro a los cuatro primos sentados en terraza: Marian, Juanvi, Imanol e Igone. Saludo y me invitan a una cerveza.

Cuento cómo me está yendo la jornada y el viaje en general, nos vamos a un kebab donde tienen pan de pita y elegimos la cena al gusto de cada uno. Allí, Imanol y yo esperamos a Juan Vicente. Las primas se han ido a casa y nosotros vamos con el perro; cuando llegamos, también esperan Ainhoa, hija de Igone y Juanvi, y su novio. He disfrutado viendo cómo preparaba los kebab el responsable del establecimiento. Tiene un ayudante que le sustituye las bandejas de ingredientes, según se le van terminando. Los ingredientes están en tres boles: uno con salsa roja picante y otras dos blancas, una de ellas con unas hierbas que pican algo; además de la carne, que es de pollo, en virutas, tiene otro recipientes con: lechuga, cebolla, maíz. Combina las salsas, pero el único que le pide picante es Juanvi. Imanol y yo cuidamos nuestra almorrana.

Ya en casa, saludo a los jóvenes y comemos con el acompañamiento de un riquísimo vino blanco y, de postre, helado y tejas de Tolosa, que han traído los zarautztarras. Charlamos, sacamos fotos y me dan instrucciones de viaje para mañana; pero "mañana Dios dirá". Me despido de los jóvenes porque lo más probable es que no les vea y me voy con Imanol y Marian, ya que dormiré en su casa. La casa está cerca y tuvieron una buena oportunidad para comprarla. Hacemos la cama. Se ponen el pijama. Durante la cena ha llovido, luego ha parado, y por la noche volverá a llover. Menos mal que estoy bajo techo. Duermo con el balcón abierto. Imanol ha tenido que levantarse a recoger el toldo que había dejado extendido para que se secara. En las dos casas hay muchos cuadros de Mariam, casi todos óleos. No sabía que también pintara.

Un buen día con baño simbólico
De As de Oros, igual que entré, he salido amigo. Espectacular el peñón de Ifach y bonitos encuentros. Bien comido en Wok y especialmente atendido por Chen Zu Pei. Dramática llegada a la Cala Cap Blanch, para simulacro de baño. Si existiera el infierno y lo buscara, seguro que lo encuentro más fácil. Bonito el reencuentro con mi familia de Moraira.

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