jueves, 9 de mayo de 2013

Etapa 29 (207) Poble Nou del Delta-Deltebre

Etapa 29 (207) 26 de junio de 2009, viernes.
Poble Nou del Delta-Platja del Trabucador-Platja dels Eucaliptus-Platja del Serrallo-Pltaja Migjorn-Sant Jaume d’Enveja-Deltebre.

Hacia l’Aluet
Ayer apagué el móvil y hoy lo vuelvo a poner en marcha. Cago algún choricillo. Me afeito, lavo, me doy repelente, me visto, cojo agua y ya estoy en marcha. Antes de las siete ya dejo la llave puesta en el lado exterior de la  puerta cerrada y salgo a carretera. La mañana está fresquita y muy agradable. Pasan algunos coches pero con prudencia. Voy por paisaje conocido y los tres perros atados me vuelven a ladrar. Paso por la ermita. Entro en el camping de La Tancada, porque veo tres personas, pero el bar está todavía tancat (cerrado). Paso por las dos barracas clásicas que me parecen bonitas. El techo, de lejos, me parece de paja, pero también tiene apariencia de tela o lona. Todavía no sé que su techo es de borró, una especie de paja propia de la zona, y no lo sabré hasta que mañana me lo diga Salvador. Veo una o dos garzas y alguna garceta; también un grupo de flamencos rosas a los que saco foto de lejos con las salinas al fondo. Uno de los flamencos está llegando volando, pero no sé si lo capto. Cuando llego a l’Aluet, en el inicio de la Barra del Trabucador, un hombre viene andando del lado de Eucaliptus y lo hace por camino interior junto a la playa. Me dice que puedo ir por allí. Yo pensaba que era carretera. Un chico con perro, medita sentado en un tronco; su autocaravana marrón está abierta. Cuando estoy llegando a la orilla me surge una urgencia, me da el apretón tan repentino que justamente me da tiempo a hacer un hoyo y llenarlo de un líquido amarillento y, con el pis, descubro infinidad de quisquillas diminutas que, al llegar la ola, irán como resucitando. Lo mismo son alevines de quisquilla, de gamba, de langostino o de langosta. El hombre me dice que hasta el transbordador, si sigo por la costa, la Gola de Migjorn y el margen derecho del Ebro, tengo unos veinte kilómetros. El chico que meditaba, vuelve a su autocaravana, saca un sillón y se sienta. Yo, tras el baño, me seco al aire y al sol, que está "entre Pinto y Valdemoro", entre que sale y se esconde, pero que ya empieza a calentar a las ocho de la mañana. Guardo pantalón, camiseta en la mochila grande y, el calzoncillo, me lo dejo más a mano en mi pequeñita azul. Voy desnudo y sólo me encuentro a un pescador de coquinas en la orilla, hasta que llego a playa Eucaliptus.

Desayuno en Blau de Platja Eucaliptus
Una salida de canal del Ebro que cruzo bordeando por dentro del mar y que, en un momento determinado me da la sensación de que estoy pisando arena limosa. Observo que hasta por allí ha pasado la cribadora haciendo una ancha franja desde la orilla. Unos 15 metros. Saco foto. En la misma playa veo a dos mujeres que se tumban; me pongo el calzoncillo y les pregunto por un sitio para desayunar y me mandan hacia el interior, donde ya se ve una urbanización. En ese momento me llama al móvil mi amigo Félix Ibarra y le cuento cómo voy en mi viaje de mantenimiento, recuperación de amigos y familiares y haciendo amistades nuevas. Me desea suerte con la lluvia. Llego al Blau y Pepe me sirve seis rebanadas tostadas con tomate y descafeinado con leche. El aceite y la sal están en la mesa. Todo buenísimo y por sólo 2 €. Enrique me informa del resultado del partido de ayer y para el tercero y cuarto puesto tendrán que pelear Sudáfrica y España. Escribo y Pepe me informa que andando por la playa podré llegar hasta Illa de Buda. Me dice que el río lo podré pasar fácil por el borde del mar donde desemboca. Me despido y van a dar las 10:30 h cuando vuelvo a la orilla del mar. Al llegar a la nueva salida de río, me desnudo, paso primero la mochila pequeña y luego la grande. Compruebo que apenas cubre y que hubiera podido pasar sin quitarme más que el pantalón y el calzoncillo, pero toda prevención es poca. Durante todo este último tramo, está pasando, con vuelo muy bajo, demasiado bajo, una avioneta. Un hombre saca del fondo coquinas con el sistema de arrastre tradicional.

Playa nudista del Serrallo. Nudistas consagrados y el pescador Ferrán
A Eva y Miquel se les vuela la sombrilla y me agradecen que se la haya cogido. Luego comeré con ellos y con Ferrán. Veo un coche con un matrimonio muy mayor a los que les encanta estar desnudos; en principio se cohíben, pero luego me dicen que ya estoy en la platja del Serrallo (“Dicen que tuvo un serrallo, ese señor de Sevilla, que era diestro en manejar el caballo y un maestro en refrescar manzanilla”, dice el poema de Antonio Machado). Como voy desnudo, descargo las mochilas y me doy un baño placentero y refrescante. Cuando salgo del baño, pasan paseando por la orilla Tomás y Antonio y, a la vez que me seco, voy charlando con ellos hacia el Sur. El equipaje ha quedado a buen recaudo con la presencia del matrimonio catalán. Tras un rato de charla, dejo seguir a Antonio y Tomás y regreso a mi sitio; tras dos baños más y el secado correspondiente, me vuelvo a bañar y sin secarme, cargo las mochilas y me voy. Llego hasta un pescador. Ferrán es el primer pescador que veo pescando en bolas. Está feliz. Me dice que en la torre de observación de aves hay un restaurante que está muy bien. No sabré su nombre hasta que comamos en l’Alfacada. Ferrán será el responsable de que coma allí. He hablado con el matrimonio mayor, para los que el agua está fría, y me dicen que son nudistas desde hace muchos años. Me cuentan que a ella, una vez, se la llevó la policía y el policía se llevó una gran reprimenda de sus jefes. Había un agravio comparativo, porque había otros suizos a los que el policía no dijo nada. No saben que se pueden desnudar en cualquier playa de España y lo que me están contando se remontan a tiempos de Franco. Me desean buen viaje. Aprovecho que regresan Antonio y Tomás y me voy con ellos hasta la platja de Migjorn, tras despedirme de Ferrán.

Platja de Migjorn y un ramal del Ebro
Antes de que llegue la zona textil, me doy el último baño de la mañana, que también lo será del día, ya que al ascender el Ebro, ya no tendré más playas y el Ebro me produce cierto respeto, aunque pasado mañana ya sabré de alguien que lo cruzará, ligero de equipaje, aunque no sé cómo. Tras el baño, me visto y salgo a carretera. Cuando llego a la torre observatorio y me asomo al canal del Ebro con unos palistas, que fotografío en su piragua, veo el restaurante que me ha dicho Ferrán. 


Comida en l’Alfacada
Me acerco al restaurante l’Alfacada, cuando las encargadas de la cocina y el comedor están comiendo pollo. Me ofrecen menú por 12 € + caña y pago con Visa. Luego llega Ferrán, que comerá lo mismo: ensalada y pollo a la cazuela. Está riquísimo y hecho de forma muy casera. No tomo postre, pero sí una menta poleo. Pago 13,30 € con Visa. Después llegan Miquel y Eva, los de la sombrilla volandera y tenemos más tema de conversación. Ferrán hace gestiones laborales; es en estos casos cuando veo de utilidad el móvil, ya que le permite que su equipo pueda seguir trabajando mientras él puede disfrutar de pesca y nudismo. Su equipo se lo permite. ¡Qué chollo poder trabajar en la playa! Ferrán ve mis dibujos y se vuelve a ir a la playa para continuar desnudo por la tarde. Ha dejado las cañas echadas; quizás hasta hayan pescado por él. La camarera también ha visto los dibujos. Eva y Miquel han comido paella que, es probable, tendrían encargada. Voy al servicio, me despido de la pareja pero, como las veo ocupadas, no lo hago de cocinera y camarera.

Cuando voy por la carretera paralela al canal del Ebro, pasan en su coche Miquel y Eva y me saludan. Aún me queda un rato para llegar al Ebro auténtico.

Futura vía verde
y camino de bicicletas que inauguro
Llego a una fábrica que no sé qué fabrica, y me encuentro con el acceso a una nueva pista que aún no se ha inaugurado pero que, saltando por encima de la valla, me permite olvidar la carretera y caminar por firme menos firme, donde los pies respiran mejor al ser más variada la pisada.

En la configuración actual, esta pista se corta cada vez que un camino del interior llega al río y, cada vez que esto ocurre, hay que saltar la valla del tramo que termina y volver a hacerlo con el que continúa. Esta operación que se repetirá será lo más molesto de esta vía verde. Los cortes de la vía verde, supongo que desaparecerán cuando se inaugure, así como las vallas inicial y final de cada tramo que están puestas para que ni caminantes, ni ciclistas penetren; pero está claro que eso no está pensado para mí. Un temor que tengo es que lo quieran poner como carril-bici y lo asfalten. Perdería todo su encanto y valor para caminar, salvo que paralelo a esa pista, con mejor firme para bicis, pusieran otro para caminantes de las mismas características que éste.

Durante todo este tramo ya voy paralelo  al Ebro de verdad y, en uno de estos cruces por llegada de camino, me asomo a él y lo fotografío. Las nubes construyen un paisaje bello de luces y sombras. Hago unas diez o doce ascensiones y bajadas de valla. Es como si fuera una prueba de caminada con obstáculos. En otra de las asomadas veo que alguien está pescando en el río. Son los dos pescadores que ayer pescaban en la playa del Trabucador. Cuando pasé ayer delante de ellos, iba vestido y me saludaron, pero al regreso, que venía desnudo, no lo hicieron; quiero pensar que el de melena rizada no me vio y el otro estaba en el fondo viendo el panorama. Al verlos ahora, se acuerdan de mí. Ya se ha acabado el último salto de valla y abandono la vía verde con cierto alivio, pues tanta valla arriba y abajo me ha cansado.

Herbicidas manuales importados del cono sur
Llego a una fábrica de arroz y, en los arrozales, veo a un hombre, una mujer y cuatro o cinco jóvenes, todos sudamericanos, creo, que están metidos con sus altas botas dentro del lodazal cultivado. Su misión consiste en quitar las malas hierbas que crecen al arrimo de las plantas de arroz. Es la misma operación que hacía ayer el primer hombre al que vi cambiarse de atuendo para meterse en su plantación. Otro, más tarde, me dijo que en su arrozal, esa tarea la hacía el herbicida. Es por esta razón por la que a estos sudamericanos les asigno la titulación de herbicidas manuales.

Sant Jaume d’Enveja. Transbordador fuera de servicio
Sé que La Tancada, l’Aluet, el Trabucador… pertenecen al municipio de Sant Carles. Sé también que l’Alfacada es del municipio de Sant Jaume d’Enveja ¿a cuál de ellos pertenece Eucaliptus y Serrallo? Me estoy acercando ya a Sant Jaume, pero me han dicho que hay un proyecto de cambio para pasar el Ebro y que los transbordadores que están haciendo este servicio ya no merece la pena repararlos, se van quedando obsoletos y reducidos al mínimo. Es por estas razones, por las que no encontraré transbordador hasta que, subiendo río arriba, sobrepase el pueblo.

Voy por buen camino que se asoma al río y voy con la tranquilidad que me da el saber que no lo podré cruzar hasta llegar al lejano transbordador pero, veo que por el río viene uno de Deltebre, cargado con un coche y alguna persona, y corro para llegar a la vez que atraca a este lado. El transbordador La Cava viene en mi busca. En la plataforma en que lo espero veo un cartel que dice: “Fuera de servicio” que, si paso un momento antes, corroboraría lo que me habían dicho y habría seguido adelante. Las circunstancias del camino han hecho que haya llegado aquí en el momento exacto en que debía de llegar, ni antes, porque habría pasado de largo, ni después. Todo tiene su explicación, aunque el conductor se muestra hosco y mudo, parece que ciego no está, y no responde a mis preguntas. Ante mi insistencia, acabaré sabiendo que éste es el primer servicio que hace en el día de hoy, pues tuvo que ir temprano a hacer una gestión a Barcelona y acaba de volver de allí.

El paso de Deltebre a Sant Jaume lo ha hecho con un coche, un matrimonio y tres hijos (uno de ellos Javier). Creo que no pagan por persona, sino por el coche y no sé cuanto les cobra, pero de regreso sólo voy yo, así que mis 50 céntimos, no cubren ni el combustible. ¿Estará cabreado por eso, por trabajar para perder dinero, o por el problema que no haya podido resolver en Barcelona? Me puedo hacer todas las cábalas que me de la gana y que nadie me va a responder. Saco una foto con el transbordador La Cava pasando por la zona media del Ebro. Algunos reivindican este nombre como sustituto o unido a Deltebre.
Deltebre. Buscando el Albergue
Preguntando, preguntando, llego al albergue, que está lejísimos y es carísimo, 23,05 €. Justamente hoy ha subido de precio, pues se inicia la temporada alta. Pago, me ducho y retrocedo hacia el pueblo. Llegan a la vez tres monitores con 15 niños; una de las niñas se ha accidentado y van a llevarla al hospital por si necesitara la antitetánica. Como he tenido que ir hacia el barrio que está más río arriba, Jesús i María, salgo pronto a la altura del transbordador que cruza por esa zona a Sant Jaume. Estoy buscando un espacio bonito para dibujar y acercarme a una iglesia en cuyo entorno haya algún bar con terraza para hacerlo tomando un refrigerio. El bidegorri, para caminantes y ciclistas, también está en obras por esta zona. El Ebro no me inspira para dibujar. Un grupo de niñas que hablan en catalán me trasladan mis preguntas a sus padres, parece que ellas no me entienden en castellano. Sigo hacia el interior y pregunto a una familia que está en el patio de su casa (que es particular, cunado llueve se moja, como los demás) y la jovencita sale para indicarme. Estoy en lugar adecuado para ir donde quiero ir y una mujer me orienta hacia la tercera calle. Llego a una plaza, frente a una iglesia; la plaza tiene un enorme toldo central que, al sentarme en la terraza de la cafetería, que parece pagar los impuestos de ocupación de vía pública, no me deja ver la torre de la iglesia. Si a este toldo añadimos los propios del restaurante Nicanor, la visión se reduce aún más.

Nicanor me lleva a Salvador; mis chicos de oro del Delta
El propio Nicanor (que no sé si toca o no el tambor), me viene a preguntar lo que quiero tomar y él mismo vendrá con su botella de Beefeather y me mira para ver cuándo digo basta; confiaba en que pararía al llegar a la dosis reglamentaria. El gin-tonic está muy bueno y no pongo pegas al exceso que pueda tener de ginebra (5 €). La iglesia con su torre que está al frente de la plaza, pero es imposible encontrar un hueco entre los toldos para que la pueda ver bien, decido escribir postales a mis consuegros. Por el camino, anunciaban en carteles la celebración de la primera misa del hijo de Pepita… ahora anuncian por coche con altavoces una misa por el alma de Remei… parece que se refiere a una misa aniversario, pero no lo puedo asegurar. Estas manifestaciones me hacen recordar que estoy en un pueblo; es, para mí, una forma de anunciar acontecimientos que me resulta bastante insólita y que me retrotrae a los años del franquismo y del imperante nacional catolicismo de aquella época que ya creía superado.
Cuando empiezo a escribir la postal para Koro, se acerca Nicanor y me dice que me cree conocer de algo y que no cae. Le respondo que no es probable que me haya visto antes porque es la primera vez que recalo por aquí, salvo que me haya visto por algún tramo del camino y le cuento lo que estoy haciendo. Por el delta estuve hace casi treinta años, pero no sé siquiera si llegué a Deltebre; sólo recuerdo mar, río y dunas y la montañita santificada de 4 metros. Cuando escucha el viaje que estoy haciendo, me recomienda que conozca a Salvador, un amigo suyo que es un experto en el lugar y que me podría acompañar en el recorrido siguiente por Riumar, Garxal, La Marquesa y el Fangar, donde se pueden ver espejismos, comer en Vascos y volver por el Canal Vell. Todo lo que me va diciendo me hace poner los dientes largos y, cuando llegue Salvador, se concretará. Sigo con mi gin-tonic y Nicanor me propone que cene en su terraza mientras trata de localizar a Salvador. Le propongo esperar a las ocho para hablar de la cena y continúo con las postales. Me recomienda amanida y mejillones al estilo de la abuela (al vapor pero con una salsa especial). Me invita a la copita de blanco que tomo con los mejillones, pero la invitación acabará siendo de toda la cena aunque, en principio, quedo para pagar mañana. Pero todo se irá produciendo de forma tan concatenada, que no habrá lugar a tal. No adelantemos acontecimientos. Nicanor me dice que no localiza a Salvador que, seguramente, estará pescando. Cuando estoy cenando, me dice que ya ha dado con él y que viene hacia la plaza. Le digo que no quiero postre y que el vino blanco de la tierra entra bien aunque tiene poco sabor, quizás sea por lo frío que está. Aunque los mejillones los prefiero naturales, al vapor, sin sofisticaciones que les quiten sabor, he cenado bien y muy a gusto. La salsa está muy rica. Estoy expectante.

Salvador el constructor de barracas y experto echador de rall
Acabada la cena, llega el Salvador. Ha aparcado su coche en el callejón que está a mi espalda, y me levanto para saludarle. Me enseña el arte de pesca, rall, que es una red circular con plomada en la circunferencia mayor y también otro sistema que suele emplear, que requiere apoyo de una barca. Rall es un arte de pesca que todavía se usa en el tercer mundo; un ejemplo puede ser Senegal.

Además es constructor de barracas, la casa típica de esta zona, aunque sea más conocida en Valencia, por La Barraca de Vicente Blasco Ibáñez. Es una forma constructiva ecológica que se hace con materiales propios del delta: el entramado de cañas, el barro que las recubre, la techumbre de borró, etc. Son muy adecuadas al lugar y que, frente a las grandes urbanizaciones que se construyen en otros lugares donde la especulación del suelo es tan asombrosa, este tipo de barracas proponen una forma atractiva de turismo sostenible. Contemplo a un Salvador enamorado de su proyecto. El borró que se utiliza para recubrir el tejado, también es un producto propio del delta. Es tal la cantidad de información que me va dando, que me encuentro algo aturdido. Antes, según cuenta, esta planta la producía la propia duna pero, desde que se empezó a racionalizar el cultivo del arroz, han tenido que reservar una parte al cultivo de borró. Las dudas que tenía ayer de si el tejado era de paja o de lona, se aclaran ahora, ya que el borró va recubierto de una red que lo sujeta, para que las aves no se lo lleven para construir su nido. Periódicamente se añade borró a las zonas deterioradas. También las cañas, del cimiento y paredes, llevan un corte especial que tiene su secreto. Hay que hacerlo en invierno, cuando la savia está aletargada, de forma que estén perfectamente secas y puedan durar de 50 a 100 años. Estas barracas suelen estar entre arrozales y hay familias que las alquilan. Todas tienen malla en las ventanas para que no entren los mosquitos.

Salvador de burros y gallinas
Cerrar a los burros en el corral. Todavía le falta esta tarea por hacer hoy y se está haciendo tarde, así que, sin pensarlo dos veces, abandonamos a Nicanor, y montamos en el coche. Salvador me llevará luego al albergue. No tardamos mucho en llegar a la barraca. En seguida se acerca a saludarnos Platero, un burro vasco de una especie en peligro de extinción; quedan muy pocos ejemplares en el mundo. Algo similar ocurre con su burra árabe. Platero es algo loquillo y hay que estar muy atento con él. Mete primero en el corral a Platero y, luego, ella va detrás de él y Salvador los encierra con una barra de madera que tiene una forma especial, como ondulada, y otra metálica. En el corral se quedan burro y burra; parece que ya han comido suficiente y no hay que añadirles nada para cenar. Igual que a estos dos ejemplares de la familia asnal, Salvador está tratando de salvar a especies de gallinas en peligro de extinción, pero ha oscurecido y apenas las veo. En su corral, trata de poner un entramado de ramas, como en el tiempo en que las gallinas se subían a las ramas de los árboles para escapar de los depredadores. Al escribir esto, me viene la frase sin acentos (en tiempos de los apostoles habian hombres barbaros que se subian a los arboles a matar a los pajaros). Tiene un gran cartel, en el que aparecen varias especies de gallinas y gallos, que le sirven para dar explicaciones didácticas. Luego vamos a ver la barraca que se está preparando para irse a vivir con su mujer; ella también lo está deseando. Buscamos la llave escondida en lugar estratégico y palpo el tejado enmallado de borró que tiene unos 25 o 30 cm de espesor. Es bello el contraste con la fachada encalada en blanco y, por debajo, asoma la urdimbre de cañas. Por dentro, esta gran barraca es espectacular, espaciosa y con entrepiso, donde hay baño y habitaciones. Es curioso el balconcillo de madera, que se asemeja al olivo, pero que no recuerdo de qué árbol o arbusto proviene. Las lámparas son naranjos aferrados al techo por la raíz y tienen, en las puntas de sus ramas, bombillas y piedras. Hay más piedras incrustadas en la barandilla de la escalera de acceso al entrepiso. Una especie de cola negra que amalgama y sujeta las piedras a la madera, quizás sea el contraste brusco peor conseguido, para mi gusto. Ya arriba, veo las habitaciones y el conjunto, visto el gran salón desde el balconcillo, es magnífico. Lástima que sea de noche porque, desde el balconcillo, se podrían ver los arrozales. Como mañana dormiré allí, ya tendré oportunidad de disfrutarlo al día siguiente. Nos acercamos a otra barraca, habitada por turistas, a la que se accede por un camino que va entre el agua y los arrozales. Alrededor de las luces revolotean moscas, mosquitos y polillas. Nicanor me asegura que no son mosquitos picones. Vuelve a guardar las llaves donde las hemos cogido. Espero que sepa encontrarlas mañana yo. Me dice que mañana me llevará a Cambrils, donde tiene una exhibición de Rall en el mar y la playa. Estamos invitados a cenar allí y luego me traerá a dormir a la barraca.

Regreso con Salvador al Nicanor y al albergue. Jota del delta
Montamos en el coche y volvemos al restaurante de Nicanor. Me dice que la cena me la cobrará mañana y nos despedimos. Salvador todavía tiene trabajo; me lleva en su coche al albergue juvenil. Me pone música: una jota del delta, intermedia entre la aragonesa y la valenciana y que tiene una intención reivindicativa, contra las urbanizaciones, la globalización y el tema del agua (los transvases). Ha sido un final de día muy intenso, ¡lástima que haya sido de noche! Me ducho en las duchas comunes, me seco y acuesto, pero tengo miedo del aire acondicionado que no sé controlar.

Algunas anotaciones que he hecho para no olvidar lo dicho por Salvador
Borró: paja autóctona para la cubrición del tejado.
Red: se pone para que los pájaros no se lleven y deterioren el tejado de borró.
Malla: tela que se pone en las ventanas para que no penetren los mosquitos.
Pasta negra: una especie de cera que sujeta piedras a la madera.
Rendillas: mosquitos que no pican.
Mosquitos: No pican, las que pican son las mosquitas, según me dirá la hija regidora de Salvador.
También he anotado las señas y teléfonos de Nicanor y Salvador.

Balance de la jornada y económico
Este encuentro con Nicanor y Salvador no sólo será lo mejor del día, sino que formará parte de lo más destacado de todo el viaje. Yo me había hecho una idea que me producía cierto temor. Pensaba que el delta era algo más frágil y que me podría meter por sitios de los que luego no podría salir. El mismo temor que llevaba por la parte sur de Faro, en el Algarve, y Ría Formosa. Desde ahora, el Delta lo llevaré siempre en mi corazón. También el paseo de la mañana ha sido bonito por el Serrallo y la comida en l’Alfacada. Deltebre, a donde no quería venir, ha sido espectacular por estos que serán amigos para siempre. En verano de 2010 pasaré unos días en Aldover invitado por mi amigo Joan Gisbert y les visitaré. He finalizado la 2ª libreta y aprovecho para hacer cuentas: pagos con Visa, 624,88 + 531,35 en efectivo, hacen un total de gasto de 1,156,23 €. Me cuadra al céntimo. Soy el mejor contable del mundo. Todavía me quedan en efectivo 133,80 €.

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