jueves, 30 de mayo de 2013

Etapa 47 (225) Malgrat de Mar-Cala de Boadella

Etapa 47 (225) 14 de julio de 2009, martes.
Malgrat de Mar-GERONA-Blanes-Platja de Boadella

Amanecer en la playa de Malgrat
Orino una vez sin salir del saco. Entre las dos y las cuatro de la madrugada, el tractor alisador me trae por la calle de la amargura. No puedo calcular si va a llegar o no hasta mí. Veo que todavía hay margen, pero no me puedo fiar ni un pelo. Por otra parte, el conductor, siempre que pasa cerca de mí, mira hacia el lado contrario. No puedo saber si me ha visto o no. Sobre las 2:30 h, se traslada hacia el Sur y ya puedo dormir tranquilo. Vuelve a pasar hacia las 4:30 h para hacer el cribado en el lado Norte. Hasta que no veo que se queda allí, no puedo volverme a dormir. Duermo de puro cansancio. Hacia las seis aparece una pareja que perderé de vista en la rambla. Un chico se acerca sospechosamente y al decirle “bon día”, se aleja hacia el paseo. Me da el apretón y justo me da tiempo a salir corriendo del saco y hacer un agujero cerca de la orilla pero, una ola más fuerte que las anteriores, me rapta mis desperdicios sin que me dé tiempo a enterrarlos. “Que os aproveche”, digo a los peces aunque, si hago caso a lo que me dicen los pescadores, por aquí, no hay peces. No me baño. Seco mis piernas mojadas por las olas y me visto. Con todo recogido, me pongo en marcha para las 6:30 h.

Salgo y continúo el paseo marítimo.  Compruebo que estoy más cerca de Malgrat de Mar que de Santa Susana. No muy lejos veo la estación de tren. Los campings que me decía ayer el camarero del Regata, los veo después y tienen tan poca protección del mar como los que vi ayer. La diferencia es que a los de aquí les han puesto vallas de obra sujetas por bloques de cemento agujereados. Hay un trozo en que filtra el mar o que quizás la ola haya pasado la cresta de arena y forma una especie de lago, o río, a mi izquierda. Creo que los campings primeros están en terreno de Malgrat de Mar pero, sin saber en qué momento, empiezan los de Blanes. Por tanto no sé cuándo cambio de Provincia. Se acabó Barcelona sin poder visitar a Lilí y Josep María, los amigos de Sant Antoni de Vilamajor.

Entrando en Girona
Al doblar Punta Tordera tengo dificultares para continuar porque el pretil de rocas está pegado al camping. Pregunto a un fotógrafo y me dice que me conviene ir por interior.  Pensando en que ya estoy en el centro o muy cerca de Blanes, pregunto a una mujer por algún sitio para desayunar. Es una mujer que limpia Cancún, pero me dice que ellos no abren hasta las ocho. Sigo por paseo marítimo y tres mujeres me orientan a Bacchio y, por el ticket veo que estoy en Blanes. Ya estoy en Girona, en la Costa Brava.

Blanes. Bacchio para desayunar
Desayuno un almendrado con crema, recién salido del horno (la crema quema) y descafeinado con leche (3,35 €). Me siento en la terraza donde, tras desayunar, escribo. De vez en cuando me estiro para desentumecer los músculos y porque estoy cansado. Espero descansar mejor esta noche. Escribo. Son las diez cuando guardo los mapas y lista de playas nudistas de Barcelona y pongo en uso las de Girona y el nuevo mapa. Solo lo voy a usar cinco días más, pero eso es algo que todavía no lo sé. ¡A ver cómo se me da la última provincia de mi viaje! Cláxones que suenan en la distancia. Detrás tengo un bonito tucán con un loro muy chillón.

Información y Biblioteca de Blanes. Comida en Damajuana
En Información, consigo un mapa mejor que el que recorté hace unos días, aunque alguna de las playas nudistas no aparecen. Voy a comprar 15 postales (4,90 €) y las voy a escribir a la Biblioteca. Me quedan dos postales por escribir, y cierran a la una. Salgo tranquilo y entro antes de las 13:30 h a comer en Damajuana. ¡Será un acierto! Una mujer entra justo antes que yo y me quita la mesa que estaba preparada. Me preparan otra similar. Me sirven un menú muy cuidado, que es una de las razones claves para que tengan clientela fija y estable. Como una lasaña que está exquisita y un churrasco, que he pedido me lo hagan poco y está en su punto de asado, jugoso por dentro y dorado, o churrascado, por su exterior. “Es nuestra especialidad”, me dice la camarera. Botellita pequeña de tinto, mejor que el que me suelen sacar en otros sitios y que me la bebo toda con el churrasco. De postre, tarta de manzana. El menú cuesta 9,90 y pago 10 €. La mejor calidad-precio de todo el viaje, aunque en algún sitio comí bien y más barato, pero sin tanto mimo en la preparación de los platos. Damajuana es un restaurante, sin duda, recomendable. Sigue entrando gente, aunque la mesa redonda para ocho comensales, sigue vacía. Damajuana es una vasija grande de boca ancha para transporte de líquidos. Son las 14:30 h cuando me voy. 

Paseíto antes de abandonar Blanes.
Fuente, Saladrigas, Puerto y Chencho
El primer monumento que veo al salir de Damajuana y que me llama la atención, es una fuente gótica con varios caños. Voy por el paseo y pregunto a Chencho si hay camino por el acantilado. Me confirma que sí y me dice por dónde debo cogerlo para llegar a cala Boadella.






Al preguntar por la sala de exposiciones, me dice que me la he dejado atrás. Como no estoy lejos, retrocedo. No puedo visitar la exposición, pues la abren más tarde, pero sí sacar una foto del edificio. Aquí tenemos foto de la Sala Saladrigas.

Chencho, durante estos meses de verano, está encargado de las barcas, después se quedará sin trabajo y tiene intención de subsistir con lo que pesque y venda. “Es lo que hay”, me dice. Al volver de Saladrigas, veo el puerto de Blanes e inicio la subida por las escaleras que me ha indicado. ¡Que tengas suerte Chencho!

De Blanes a Lloret de Mar hay varias calas
Serán muchas las escaleras pero, al llegar a la cima, no queda más remedio que salir a carretera. Llego a una rotonda y una bifurcación que me hace dudar en qué dirección seguir. Desde arriba veo la playa de Sant Francesc que, según dicen, es la mejor playa de la zona.

Me parece ver a un nudista, pero no puedo asegurarlo. Como esta playa no es objetivo del día, sigo por la carretera y me dicen que, al llegar a un hotel pequeño, que me meta por el camino. Llego a Jardí Botánic Mar i Murtra, empiezo a ver señales del GR-92 y voy por un magnífico camino. Finalmente encuentro la cala que busco.

Cala Boadella
El camino hace un claro entre los arbustos y veo, abajo del acantilado, una playa que se divide en dos por un cabo central roqueño. En la zona más al Sur se ven muchos nudistas y será la primera que se quedará en sombra al caer la tarde.

La zona Norte es textil y la más soleada, aunque hay oleajes hay bañistas. Hay una zona media de confluencia inevitable y conveniente, un lugar donde se pueden hacer ejercicios de respeto a las dos opciones. Para acceder a la cala por el camino por el que llego, me veo obligado a hacer un descenso casi vertical.

Me sitúo en la zona Sur, que es la que me corresponde, para no herir susceptibilidades. Ya tendré ocasión, al atardecer, de patearla, puesto que me voy a quedar a dormir aquí. Lo mismo ocurrirá por la mañana, cuando me levante. El mar está bravo, para hacer honor a la costa que se nombra con ese calificativo. Hay que tener el arte que tengo para entrar en el momento oportuno, sin que la ola te arrastre, o te clave en la arena del fondo. Descargo las mochilas y me desnudo, donde veo un hueco y, tras el primer baño, me voy hacia el extremo más Sur, donde el socorrista ha puesto la bandera roja. Allí hablo con un chico que está solo. Le hablo de mi viaje, pero no me quedo con él porque su zona ya está en sombra y mojado, siento frío. Me doy otro baño y cuando me seco, me pongo a dibujar una parte de la cala, la Norte.

Dibujando Cala Boadella
Hago un dibujo sencillo y me centro en los pinos de la izquierda y, como tengo delante un toldo grande, me levanto para dibujar la gran roca central, la que separa las dos zonas: textil y nudista. La roca me queda más baja de lo que, en realidad es. Cuando lo termino se lo voy a enseñar al chico que estaba cerca de la bandera roja, pero le encuentro muy entusiasmado entre olas y con dos chicas en bikini. Estará gran rato con ellas, pero desconozco si había relación previa entre ellos. Cuando sale le digo que luego le enseñaré el dibujo y asiente, pero ya no le volveré a ver el pelo. Quizás haya ligado. Suerte para él.

Atardecer en cala Boadella. Fernando
Veo llegar a Fernando. Se coloca próximo al lugar donde pienso dormir pero, con la llegada de la sombra, se traslada a la espalda de la roca que yo he elegido como apoyo. No empezamos a hablar hasta que la playa se quede medio vacía. Cuando he terminado el dibujo, pregunto si la playa pertenece a Blanes o a Lloret de Mar. Me confirman que a esta última y que es la población más próxima. La confirmación será más evidente cuando venga una furgonetita para llevarse la basura, con el anagrama del ayuntamiento y su conductor también me lo diga. Un niño pone piedras en medio de la playa y cuando la familia se prepara para marchar no las devuelve a su lugar de origen; sus padres tampoco lo hacen. Como son de arenisca y del mismo color que la arena, las retiro para que nadie se haga daño. Apuro los últimos rayos del sol, subido a la cima de la alta roca central. La roca del fondo Norte, aún seguirá un rato iluminada, con bonito color de atardecer. Si me siento, se me clava la roca en el culo. Otro chico, más previsor, también sube a la roca, pero con toalla a la cintura, y así se puede sentar. Me doy otro baño y, al salir, inicio la charla con Fernando. Es comercial, y trabajan dos personas más con él, en la venta de un producto alemán; se trata de aire acondicionado para instalar en vehículos. De vez en cuando, le toca ir a Alemania. Estudió alemán, pero no le gusta y no lo habla bien, ni tampoco tiene intención de perfeccionarlo. Le gustan más el inglés y el francés. Se queja de que le piden resultados en base a presupuestos y, si éstos se desvían de lo previsto, amañan los números para dar a los accionistas los datos más optimistas. Esta conversación me retrotrae a mi época de contable. Parece que en todas partes cuecen habas. Por todo lo que me está diciendo, veo que no le gusta mucho su trabajo. No lleva mucho tiempo, pero allí se quedará mientras no encuentre o le ofrezcan algo mejor. Llega otra pareja que se desnuda, aunque vienen con otra chica que no lo hará, ni se bañará. Veo que la chica desnuda se aproxima al agua con mucha inconsciencia y le advierto sobre la fuerza con que rompe la ola. Le viene muy bien para hacerse la remilgada y, cada vez que llega una ola, subirse encima de su chico, trepando por su cuerpo varonil. Forman una figura muy bonita, los dos desnudos y ella encaramada a su árbol de salvación. ¡Lástima de foto! (porque no tengo la cámara a mano y por lo tardío del momento). Hablo con ella cuando ya estoy de charla con Fernando; resulta que son navarros y ella es una Marauri nacida en Alsasua. Otra casualidad, como me ocurrió en playa Conil, previa a Benidorm. Empiezan a llegar un montón de jóvenes que se bañan en bañador y, alguno, hace la gran proeza de quedarse en calzoncillos. La llegada de este grupo me empieza a preocupar, ¿se quedarán aquí a pasar la noche? Como están con monitores, me supongo que se irán. En el fondo Sur, unos que están en el agua lanzan llamaradas por la boca, como los tragadores de fuego, y se fotografían. Si no lo plasman es como si no lo hicieran. Hay que dejar constancia gráfica de todo lo fantástico que uno hace. Si no tienes fotos que puedas descargar en la red, no existes. Creo que son los mismos que luego acabarán desnudos en las olas. Una chica que ha quedado en la orilla, será la encargada de recopilar las prendas. Luego pasan desnudos a la ducha, aunque con poca naturalidad pero, al menos, se han desnudado.

Anochecer en Boadella
Está ya oscuro, los navarros y la tercera ya se han ido. A Fernando le he contado lo que me pasó en Tarifa-Algeciras el año anterior y la experiencia del Delta del Ebro de este año. Comparte mi experiencia y mi tranquilidad en los momentos de riesgo extremo. Me da pautas para próximas playas y me hace alguna recomendación para que visite algo del interior; me temo que no le haré caso. Nos despedimos y se va, no sin antes haberme dado su agua sobrante, que me vendrá muy bien para mañana. Una parejita que se magreaba a la vista de todos, se retira hacia las rocas de interior y otra pareja sigue sus pasos, y la imita. ¡Con su pan se lo coman! Un chico que lee y no para de toqueteársela, se va cuando yo ya estoy en la piltra. Termino de comer las pipas de calabaza que me quedaban. Coloco la mochila del revés, y se me humedecerá con la lluvia, que no logra amedrentarme. En la playa txirimiri; el fuerte de la tormenta se encuentra en alta mar, con gran aparato eléctrico. Confío y acierto. Para lo que me ha servido la lluvia, lo principal, es para que me haya quedado totalmente solo en la playa. Como hay mosquitos, me he dado repelente. Sólo me levanto una vez a orinar durante la noche. Duermo de tirón hasta las seis de la mañana.

Un bravo día en la Costa Brava
Poco que contar en la mañana de la costa barcelonesa. En Blanes ya he desayunado y, sobre todo, comido genial en Damajuana. Bien orientado por Chencho, que lo mismo es barquero que pescador, he llegado a la preciosa playa de Cala Boadella donde conviven textiles y nudistas. Conozco a una alsasuarra y charlo a gusto con Fernando, con experiencias de empresa a compartir. Buen arranque en la Costa Brava. Con la narración del día de hoy se acaba la tercera libreta-diario.

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