lunes, 13 de mayo de 2013

Etapa 30 (208) Deltebre-Deltebre

Etapa 30 (208) 27 de junio de 2009, sábado (dissable).
Deltebre-(Riumar, en coche)-Punta del Garxal-Platja Marquesa-Faro del Fangar-Platja Marquesa-Deltebre-(Cambrils-Deltebre, en coche).

Hoy el programa tiene dos momentos de coche. Nicanor nos acompaña hasta Riumar y se vuelve con Salvador. Por la tarde Salvador y otro amigo, Carles, me llevan en coche a Cambrils para la exhibición de rall y rossegall, cenamos allí invitados por la Confraría de Pescadors y me retornan en coche a la barraca para dormir. Volvemos muy tarde.

Despertar en el Albergue de Deltebre
He dormido bien. No me levanto a orinar hasta las 6:30 h, quizás porque me acosté tarde y el gin-tonic ya se había evaporado y para las 6:45 h ya me estoy duchando sin jabón. Me seco con el pareo, cago, me visto y bajo a escribir y contar lo de ayer con Nicanor y Salvador y estoy seguro de que me he dejado infinidad de cosas sin poner. Subo a preparar las mochilas cuando todavía faltan 5 minutos para desayunar. Con todo recogido y el móvil apenas cargado, bajo. No es el desayuno que uno habría soñado, pero lo hago lo más completo que puedo: zumo de piña, pan con embutido, 4 galletas con mantequilla y mermelada y 2 magdalenas. Está al sol el grupo con minusvalía que llegó ayer tarde. El monitor que sólo hace prácticas de fin de semana no les conoce todavía. Me despido, cojo las mochilas y me voy.

Cita en el Nicanor
No hago el recorrido señalado, ya que enlazo con el de ayer tarde y para las 9:45 h ya estoy hablando con Nicanor. Le leo lo que he escrito, corrijo algunas cosas que él me dice y completo el día de ayer. Mientras esperamos a Salvador, empiezo a dibujar la torre de la iglesia, hoy libre de toldos pero, cuando no la tengo nada más que iniciada, llega Salvador y nos vamos los tres en coche hacia Riumar.

El trio a Riumar
En el coche hacemos repaso de lo contado y vivido en la jornada de ayer y el plan para esta mañana y para la tarde. Me ponen una canción de Gorka Knör, al que Salvador conoce personalmente. Me emociona, no tanto por la canción en sí, cuyo texto no pillo, ni por traerme el recuerdo del País Vasco, que no añoro, como por la rabia de que no se dieran las condiciones precisas para que aprendiera euskera cuando lo intenté. Condicionantes endógenos y exógenos. A eso hay que añadir que Salvador pretende que le traduzca lo que Gorka dice en euskera y me da mucha rabia no poder hacer lo que hace él cuando me traduce textos del catalán al castellano. El disco de Knör tiene textos en catalán y en euskera. También tiene versiones de Serrat. Escucho al Serrat más reivindicativo, con una canción menos idílica del Mediterráneo, que se va convirtiendo en una cloaca. Salvador es muy sensible a estos temas. Su matrimonio se mantiene gracias a la libertad que se dan uno al otro. Sobre todo resalta los viajes de intercambio con otras culturas en torno a la experiencia de ese arte de pesca ancestral que es el rall. Llevan recorrido más de medio mundo. En alguno de estos viajes van los hombres solos y, en otros, con sus mujeres.

La montaña más alta del Delta
Llegamos a Riumar y aparcamos el coche. Subimos a la montaña más alta del Delta  que, como ya he dicho antes, tiene 4 metros de altura, como las cuatro imágenes que en la cima pusieron, pero que ahora se ven ruinosas. Sólo quedan dos y descabezadas: la patrona de Reinosa (Fontibre), por el lugar donde nace el Ebro y la Virgen del Pilar. Las dos imágenes que faltan son: Nuestra Señora de la Cinta, patrona de Tortosa, y la patrona de Tarragona. Cuando estoy viéndolas, me viene el recuerdo de haber estado antes aquí y creo que con las cuatro imágenes, el año que vinimos a Castellón o los dos que vinimos a Tarragona y Cambrils con Ovac. Visto esto, nos vamos a pasear por el puerto fluvial. Nicanor tiene que regresar para atender su negocio, aunque tiene a su hijo y buenos empleados que le garantizan la adecuada marcha de su cafetería restaurante, y luego, me dejan en la playa de Riumar y me recomiendan que camine por el borde del mar hacia la desembocadura para apreciar el lugar de confluencia de las dos aguas, la dulce del Ebro y la salada del Mediterráneo. Quedamos en vernos en Nicanor por la tarde, a las cinco en punto de la tarde. Si no llego, que le llame del lugar donde esté, que me irá a buscar. De allí saldremos Salvador y otro amigo en coche a Cambrils, donde prepararemos la exhibición de rall. Ellos se vuelven en el coche a La Cava-Deltebre o Deltebre-La Cava que, para mí, ajeno a estas discusiones y sin argumentos para defender una u otra, “tanto monta, monta tanto”. 

Riumar: confluencia Ebro-Mediterráneo
Ya estoy solo, con las instrucciones bien aprendidas y el móvil con la suficiente carga como para poder hacer una llamada necesaria. No la haré hasta las cinco de la tarde. Me descalzo y bajo a la orilla de la playa de Riumar. Desde esta hora de la mañana, hasta las cinco de la tarde, salvo el rato en que estaré comiendo en el restaurante Vascos, en platja de la Marquesa, no pararé de andar en todo ese tramo de costa. Ahora, en dirección Sur (más bien hacia el Este), hacia el Garxal, lugar de confluencia de las dos aguas, más tarde, retrocediendo por la misma orilla y continuando hacia el Norte, hasta el Faro del Fangar. Este es el programa y lo cumpliré.

Observo que la orilla de Riumar, una vez he salido de la playa, está bastante sucia, no hay un equipo de mantenimiento que la limpie de las impurezas y restos de todo tipo que arrastra el Ebro. La limpieza se limita a la playa. Ahora voy pisando restos orgánicos, acumulación de algas, algunas muy trituradas, que hacen poco grato el pisar de un pie descalzo, troncos de árboles, etcétera, pero otros tramos están muy bien y denotan una naturaleza salvaje. Tras la zona familiar, encuentro a tres pescadores jóvenes que echan sus cañas y, más adelante, a una chica que lee tumbada. Voy calculando lo que falta para llegar a la punta. Me voy fijando en un bancal de arena que serían las estribaciones marinas de la Punta del Galatxo; apenas se ve la arena, pero lo que denota que allí hay arena hundida es la pequeña olita que rompe encima.

Saco foto y dos más de este fenómeno peculiar. Ningún otro río peninsular forma delta en su desembocadura. La Punta del Galatxo sería el final de la margen derecha del Ebro, que también podría decirse, de la Illa de Sant Antoni. La isla de Buda queda más al Sur y no la podré ver. Por la orilla del mar, de momento, no hay obstáculos, pero por el lado interior, ya en el inicio de la duna, voy viendo una cuerda, que es sujetada por pequeños postes metálicos de aproximadamente un metro de altura de la que, con una cadencia regular, cuelgan unas cintas verdes, disuasorias (serían más disuasorias si fueran rojas, pero también producirían mayor impacto ambiental) para que no se atraviese y deteriore la duna. La segunda razón y no por ello menos importante, es para favorecer el anidamiento de las aves. Este espacio protegido no me permitirá ver apenas el Garxal ya que, después de pasar por un velero encallado, llego a un matorral que penetra en la orilla tanto que no me deja pasar. Como quiero ser respetuoso con lo prohibido, no asciendo la duna y me pierdo la verdadera confluencia. Seguro que si hubiera ido con cualquiera de mis dos amigos, la habría visto. Ya he sacado las fotos para el recuerdo y regreso por donde he venido.

Buscando la platja de la Marquesa
De regreso, veo que la lectora se va, que uno de los pescadores se baña en calzoncillos (eso que están los tres amigos solos). Más adelante, dos chicas vienen paseando solas y se sientan en la orilla a fumar. Les pregunto si, en la playa, ésta es la zona de fumadores. Poco antes de llegar a la zona más familiar, alcanzo a la lectora. Le digo que de regreso de la confluencia río-mar, ella era un referente para calcular el tiempo y que, al desaparecer ella me he quedado sin la referencia, pero que voy bien. Le cuento algo de mi viaje y me desea feliz continuación. Continúo la playa de Riumar en dirección a la de la Marquesa y pregunto a playeros por el restaurante Vascos; es gente recién llegada y no me sabe responder. Pregunto a un matrimonio joven y me dice que está al final de la playa, pero antes que el faro. Ya sé que me estoy acercando al puerto del Fangar y veo algunas casas por arriba; me surgen dudas si alguna de ellas puede ser el restaurante que busco. Todas las dudas se aclaran ya que yendo por la playa de la Marquesa o por el paseo de arriba, al final, ambos itinerarios confluyen en Vascos. Es prácticamente imposible continuar hacia el faro del Fangar, sin pasar por el restaurante.

Vascos en peligro de extinción
Si ayer noche conocí a Platero, un burro vasco en peligro de extinción, por lo que me puedo enterar, éste Vascos también lo está. La razón viene dada por lo que vengo insistiendo: el cumplimiento de la Ley de Costas. Ya volveré sobre el tema cuando hable con la propietaria, Cinta, hija de padre vasco. Es un edificio de una planta, como mañana veréis en las fotos y en mi dibujo del día siguiente, que se protege del mar por una escollera de piedras, un muro infranqueable que, espero, respete el mar. Entre medio del edificio y el muro, pasa un ancho camino que puede ser transitado por vehículos pero que, al ser de tierra, deben hacerlo con extremo cuidado para no levantar polvo. Según voy hacia el faro del Fangar o la Punta, este camino se irá estrechando y transfigurando. Viniendo por la orilla es cierto que esta escollera hace perder continuidad a la playa (no sé si ocurrirá lo mismo con marea muy baja). Se va acabando la playa y ya tengo ganas de darme el primer baño del día, pero consigo aplacarlas pensando en que cuando llegue a la Platja de la Marquesa, nudista oficial, podré resarcirme de mis penas. Me contento con ir descalzo pisando por la arena húmeda y remojado por el final de la olilla que me acaricia los pies. Veo Vascos a lo lejos y me estoy acercando a zona en que aparcan coches; coincide que en la playa hay un espacio sin gente, así que decido desnudarme y darme un baño antes de comer. Cuando estoy en ello, aparca un coche en lo alto y bajan por el camino tres chicos con dos chicas. Yo estoy entrando al agua y me baño al unísono con el grupo. Me separan unos 20 m de ellos y me seco paseando al sol y al aire por la orilla. Me visto y, faltando 500 m para el restaurante, veo a una pareja con sombrilla; él es el único que está totalmente desnudo.

Comida en restaurante Vascos
Llego al bar a las 13:20 h y me dicen que empiezan a dar comidas a partir de la una y media y que no ofrecen menú, sino carta. Pido mejillones y cordero con patatas y pisto de calabacín y berenjena (no acabaré todas las patatas); todo acompañado de dos jarritas de cerveza y, sin comer postre ni tomar café, pago con Visa 21,70 €. Mañana será día en que regalan la comida. Mientras estoy comiendo en el bar (el próximo año, con Joan, lo haré en el comedor), llega una pareja, Javier y Emma; él es catalán y ella gallega. Se entusiasman con mi viaje. La excusa, para entrar en conversación, ha sido que me ha parecido que han pedido demasiada comida; pero luego veo que han hecho una comanda (un pedido, diría yo) de tapas: pescaditos fritos rebozados y mejillones y, como plato fuerte, la paella. No puedo saber si la acabarán porque me voy a las 14:15 h, ya que tengo que ganar tiempo si quiero llegar al faro y volver a las cinco al Nicanor. Les cuento lo que puedo de mi viaje porque hay muy poco margen de tiempo y, tanto ellos como yo, nos habríamos quedado charlando muy a gusto. Al salir, pregunto la distancia al faro del Fangar y me dicen que unos 8-10 kilómetros. “¿¡Todavía!?”, exclamaré como respuesta.

Platja nudista de La Marquesa
Mañana iré a la Punta. Hoy me tendré que contentar con verlo a lo lejos. En cuanto paso el muro protector frontal y lateral, sorteando los vehículos que pasan parsimoniosos, bajo a la playa de arena y me descalzo. Voy feliz, aunque la premura de tiempo no me deja disfrutar todo lo que debiera (mañana me resarciré, pues dormiré cerca del Faro). Ya en esta zona, se empiezan a ver, esporádicamente, personas desnudas.

Llego donde un matrimonio con niño: padre e hijo están desnudos y ella, embarazada, con tanga. Les pregunto si piensan estar mucho rato; “un rato”, es su respuesta; “¿Cómo para que me dé tiempo a llegar al faro y volver?”, les vuelvo a preguntar y, ante su respuesta afirmativa, descargo las mochilas y ligero de equipaje y desnudo como los hijos de la mar, me doy un baño y me voy con la mochilita. Les dejo mi cuaderno de dibujos para que se entretengan (ya hice lo mismo con el Moleskine anterior, y mi diario, en Caños de Meca en 2008). Muestra de confianza por muestra de confianza. Les digo que estoy dando la vuelta a la península a pie y continúo hacia el faro.

Sin equipaje, los espejismos del delta
Lo único que llevo es la visera, la mochilita y la máquina de fotos. Pronto empiezo a ver al fondo, a lo lejos, el pueblo de l’Ampolla que, con la reverberación de los rayos solares en la arena dunar, parece un espejismo. Paso junto a un grupo de chica y 4 chicos que han atracado en motora, la han dejado anclada y están desnudos en la arena. Luego veo un yate en el mar, una mujer leyendo en la arena y un hombre desnudo. Le pregunto: “¿estás desnudo o es un espejismo?” y se ríe. Ya se empiezan a ver las primeras dunas hacia el interior, pero no se puede subir a ellas y, por tanto, no se puede ver el Port del Fangar. Alguna de estas dunas ya se aproxima a los 4 metros que mide la montaña más alta del delta que he visto esta mañana. El efecto espejismo es espectacular. Se ven algunos coches que se duplican en la distancia y que se mueven como en una nube líquida. Como si los coches rodaran sobre el mar. ¡Es increíble! ¡Un precioso espectáculo! Y gratuito. Saco fotos, aunque me temo que la cámara no logrará transmitir el efecto que observo en vivo y en directo. Una filmación mejoraría algo el resultado. Cuando llego a zona textil y, como no llevo ropa no tengo opción de ponérmela, doy por finalizado el paseo, saco foto del faro con zoom, y me doy un baño. Se me acaba el rollo, pongo nuevo y regreso.

Regreso del Faro del Fangar
Al volver, va por delante un matrimonio, ella por la orilla en bikini y él en bañador tapándose los hombros con toalla. Cuando paso por delante de la pareja del yate, ahora hay un chico más desnudo y le digo al mismo de antes: “ahora ya somos tres los espejismos” y se ríen los dos. La mujer sigue leyendo. Poco antes de alcanzar a la pareja que continúa delante, el hombre se quita el bañador; les paso y continúo sin hacer comentarios. Más adelante llego a mi mochila y me pongo a hablar con Cristina, Llorenç y su hijo Marc y, todavía resguardada en la tripita, Carmen, que tendrá que esperar un tiempo para aterrizar del todo en este mundo, de momento está suspendida en su líquido amniótico. “Tenemos otros dos hijos”, me dicen. “Magnífica actitud frente a la crisis”, les respondo. Les cuento el camino que estoy haciendo y les han encantado mis dibujos que, ahora, los tienen protegidos bajo la toalla verde. Me los devuelven. Lástima que no me puedo quedar charlando con ellos, pues las cinco de la tarde ya se van acercando y me temo que no me va a dar tiempo a llegar a Deltebre. Me baño, y desnudo, cargo con las dos mochilas y sigo hacia Vascos. Me desean que acabe bien mi camino y yo que venga bien Carmen y ya alejándome de esta familia, que me ha hecho el favor de quedarse con mi mochila, me pregunto “¿los otros dos hijos serán chicos y ésta que viene es la niña deseada?”; pero ya no tendré oportunidad de preguntar. Cuando paso a la última pareja nudista de la playa, me visto y entro en el restaurante Vascos, para agradecer la información y decirles que he llegado casi hasta el faro y les pido agua. Una chica me quiere dar una copa de agua de botella y le pido que me llene mi recipiente con agua del grifo. Aprovecho para preguntar cuál de los dos caminos debo coger para llegar a Deltebre y me dicen que coja la carretera que va por el interior y no el camino que bordea la playa. Pasaré por el Restaurante Figueres y llevaré todo el rato el canal de regadío a mi derecha.

De Platja de la Marquesa a Deltebre
por carretera
Como voy mucho rato paralelo al canal, hay un momento en que veo a mamá pata con sus patitos ya crecidos. Están apoyados junto al murete, buscando la sombra para evitar el calor de primera hora de la tarde y de los depredadores que vuelan al acecho. Cuando me acerco, salen con un revuelo con sus pies palmípedos tocando el agua como bailarinas de ballet huidizas. No los quiero perseguir y dejo que sigan su ritmo y se reagrupen. Es entonces cuando veo un pato subacuático que nada inmerso por debajo del agua; asoma, me ve, y se vuelve a sumergir. Se lo comentaré a Salvador y me dirá que es un comportamiento propio de los patos para escapar del humano depredador. Sigo la carretera hasta un punto en que cruza por encima del canal. Ahora voy con el agua descendente a la izquierda. Después la carretera se atraviesa en forma de ele y salgo a la general y vuelvo a doblar a la izquierda por otro en que ya empiezo a vislumbrar Deltebre a lo lejos. Son ya las 16:45 h cuando esto ocurre. Llamo a Salvador y me da señal de desconectado o sin cobertura. Dejo mensaje. Ya distingo la torre de la iglesia que he comenzado a dibujar por la mañana y, sin quererlo ni beberlo, me encuentro en la entrada que lleva a las barracas de Salvador. De allí, leyendo el número que me ofrece el gran cartelón indicador, llamo de nuevo y, en este nuevo número, me responde su hija, a la que he conocido esta mañana también; se trata de la regidora, la que le lleva las cuentas y otras gestiones del negocio de construcción de las barracas y del alquiler y que, en las horas que le quedan libres, estudia diseño. Me dice que ella está en Cambrils, en la playa, pero que va a tratar de localizarle. Sigo camino de la terraza de Nicanor y, al poco rato, me vuelve a llamar la hija de Salvador  y me dice que su padre estaba colaborando en un concurso de pesca de Riumar, en funciones de mentor, que allí no tenía cobertura, que se retrasará un poco y que, como llegaré yo antes que él, que le espere. Así ocurre, efectivamente.

De Deltebre a Cambrils en coche
Cuando llego, no está Nicanor, pero sí Manuel, un camarero al que conocí ayer, pero que ahora me entero que es algo más que camarero; es su hijo. Manuel me parece muy mayor para la edad que aparenta Nicanor pero, por lo que luego sabré, lo tuvo muy joven en un matrimonio que se quebró pronto. Manuel, ya con edad suficiente para elegir, prefiere estar con su padre. Nicanor tiene una nueva mujer y, por lo que me dijo Salvador, tuvo mucha suerte en esta su segunda oportunidad, aunque ya no ha tenido más hijos. Me presentan también a Carles que será colaborador de Salvador en la presentación en Cambrils de las artes de pesca: Rossegall y Rall. Carles, al que llaman Mondragón por su gran parecido al cantante de la Orquesta, Javier Gurrutxaga. Llega Salvador, montamos en su coche con todos los aperos de pesca y me ceden el asiento delantero. Volvemos a oír más canciones de Serrat y de jota instrumental del Delta. En el coche, el viaje sirve de escusa a Salvador para ensayar cosas que luego dirá ante el micrófono, y que, principalmente, se refiere a lugares de procedencia de los ralls que va a exhibir en la carpa que han acondicionado.

IV Festa de l’Ormeig a Cambrils
Se trata de la IV Trobada de Vela Llatina de Cambrils, con motivo de las Fiestas de San Pere, que han organizado para la semana entre el 22 y el 28 de junio (curiosamente las fiestas acaban antes del día del santo que festejan). El programa lo anuncia así:
“20:00 h.: a la Platja de la Riera d’Alforja IV Festa de l’Ormeig. Pesca tradicional a Cambrils amb la recreació d’oficis antics, l’estesa de l’art a la platja amb un carro, navegación tradicional, torcada del rall, tirada de l’artet fet i armat a Cambrils, pesca de l’arrossegall i subhasta de Peix a l’antiga.”
Carlos va colocando los ralls colgándolos de la barra superior de la carpa en que se eshiben; como Carles es alto, lo puede hacer con facilidad, sin necesidad de subirse a ningún sitio. Sin embargo, para retirarlo, al finalizar el espectáculo, sí tendrá que subirse a una silla.
Gerard es el director del Museu del Mar de Cambrils, el que ha pedido a Salvador su colaboración y que se encarga de dar las explicaciones micrófono en mano. Hace las entrevistas a los que participan y cuando presenta a Salvador, agradeciendo su colaboración, nos saluda y presenta a Carles y a mí. Salvador se explayará a su gusto y Gerard me dará un rato de protagonismo diciendo que vengo del País Vasco a pie, dando la vuelta a la Península Ibérica.

Salvador explica las artes de pesca del Rall y el Rossegall y la procedencia de los distintos ralls expuestos en la carpa. Unos los consiguió intercambiando y otros los compró o encargó: así va nombrando el mexicano, el tailandés, etc… Después de la entrevista, Salvador hace ensayos de lanzamiento de rall; a la vez que él, otro pescador hace lo mismo, pero ni uno ni otro, no consiguen más que algunas algas: “de donde no hay, no se puede sacar”. Las cámaras se preparan para filmar el acontecimiento y Salvador hace la broma de cazar a un submarinista que se está metiendo al mar con su traje de neopreno.

Al fondo se ve aparecer un velero bergantín que, aprovechando la transición entre rall y rossegall, Gerard irá presentando a medida que se acercan a la playa dos o tres de ellos. Salvador sale del agua y ensaya algún lanzamiento más en tierra y vemos de más cerca cómo vuela el rall, aunque lo único que conseguirá es que se llene de arena; todo sea por atraer más al público.

Cuando se da paso al rossegall, que ya exige colaboración de otras personas, Carles se encarga de llevar a flote el cesto que contiene la red, Salvador la va sacando y distribuyendo hasta que toda queda extendida a lo largo de la playa; otros se encargan de la otra punta y Salvador se hace cargo de la parte central.

Mientras los extremos van cerrando el cerco y se van acercando a la orilla, el central irá saliendo el último. Lo que el rossegall arrastre serán cuatro pececillos en miniatura que son depositados en la cesta plana que las pescadoras han llevado en previsión de una suculenta redada, pero que sirven para que se desarrolle luego todo el ceremonial de la subasta. Gerard es historiador y está informado e informa de todo o casi todo. Es el alma de lo que vemos y todo su empeño se centra en que el espectáculo no decaiga. Cuando se ha iniciado la exhibición, hay muy pocos espectadores pero, al final, el paseo marítimo y gran parte de la playa se ha ido llenando. Se va animando más con la venta de plato de fideuá y copa de cava por 3 €. Dentro de la carpa, además de los ralls, se exhiben objetos de vidrio que un artesano protege con cuerdas decorativas que, además, sirven para que, si se caen en momentos de mala mar, no se rompan: porrones, botellas, vasos. Bajo a la playa para ayudar a recoger el rossegall, sacudir la arena, y quitar las algas adheridas en el arrastre.

Antes de la exhibición, han tenido que zurcir la red, porque tenían algún agujero. A última hora, Salvador coge otro pececillo. “No parará hasta que lo consiga”, dice Carles. Siguen pasando las embarcaciones. Un carro con un caballo trae dos toneles; luego trae las redes y harán un lanzamiento en trainera de cuatro remos. No sale bien el experimento, porque se les soltará la cuerda en el lado derecho.

Consiguen reparar el cabo roto y, a pesar del fallo, consiguen sacar algo más de pesca: un congrio de casi un kilo, alguna dorada, unos peces larguitos rosáceos, otros más pequeños y un montón de pezqueñines. En total, unos cuatro kilos, que subastan a estilo tradicional. Las pescadoras, ataviadas con trajes típicos, son las que inician la subasta. La subasta no está justificada y acaba siendo más una representación teatral. Acabado el espectáculo, supongo que alguien se encargará de recoger esta gran red, ya que nosotros bastante tenemos con recoger lo nuestro, destender los ralls , apilarlos y llevarlos al coche que, luego, nos costará aparcar. El carro también se ha ido, y lo vemos desmontar en el aparcamiento donde, como no queda ni una plaza libre, acabamos dejándolo, tras dos coches, en una curva del paseo, que fotografiaré de día cuando vuelva a pasar por aquí el 2 de julio.

Cena en la Confradia dels pescadors
Los tres estamos invitados a cenar en la Cofradía de Pescadores, pero habrá que esperar a que el fideuá se acabe de poner en su punto. Carles y yo tenemos suerte con el cava ya que, como Salvador tiene que conducir de regreso, sólo bebe una copita y el primo de Fanny, y su prima postiza, beben poco. La primera tanda de fideuá, con el deseo de que llegue a todos, resulta escasa, pero la segunda es potente, ya que algunos no quieren repetir. No lleva ingredientes de pescado a la vista, pero como el caldo es de la cocción de mucho pescado y marisco, la pasta adquiere un sabor grato e intenso. Es un plato que no elijo en ninguno de los menús que me ofrecen, pero “a caballo regalado, no le mires el diente” y lo aprecio con mucho gusto. Fanny se entusiasma con mi diario que hoy, con tanto para contar, me costará poner al día, y también le encantan mis dibujos. Me pide que le haga una luna que, para ella, es más que el sol. La separación, desde hace cuatro años, le ha servido para encontrarse a sí misma. Ella es Leo y, aunque yo no doy importancia al signo del Zodiaco, le digo el mío, Tauro. Trabaja con ancianos que fueron curas (aunque sin ejercer, lo siguen siendo) y trata de transmitirles alegría. Fanny se ríe mucho, tanto como su prima. No quiero comprometerme a continuar la relación. El rato que hemos pasado en el grupo, en torno al fideuá y al cava, ha sido grato y nos despedimos con un beso y deseándonos suerte en la vida. Tenemos miedo de que el coche nos lo haya llevado la grúa, pero lo encontramos donde lo hemos dejado.

Regreso a la Barraca
Nos cuesta salir de Cambrils; vamos muy cansados y, aunque ya está acostumbrado a este trajín, el más cansado está Salvador. ¡Vaya trote de día! Por la mañana me ha llevado a Riumar, de vuelta a Deltebre, para dejar a Nicanor; regreso a Riumar para el concurso de pesca, vuelta a Deltebre y, para completar el día, este viaje de ida y vuelta, con exhibición incluida a Cambrils. Espero que el corazón le responda adecuadamente. En el coche comentamos la jornada y para las 00:30 ya estoy en la Barraca de Salvador. Todavía tiene que dejar a Carles, antes de irse a su casa, pero Salvador a quedado en que mañana me vendrá a buscar. Duermo en una de las habitaciones de abajo, la más próxima al baño, aunque sólo me levanto una vez en toda la noche para orinar. Extiendo el saco sobre la cama y tomo la precaución de extender la toalla sobre la almohada. ¡Menos mal! Es muy probable que haya soñado con el fideuá y se me haya hecho la boca agua, pues veo que alguna baba ha caído sobre la toalla. Olvido darme masaje de Aloe-Vera. Duermo muy bien.

Balance de una extraña jornada
Hoy también día con traslados en el coche de Salvador que, si bien me ha permitido hacer una visita que, si no, no me habría dado tiempo de ver: salida del Ebro al mar y llegar casi al faro del Fangar y que sólo me llevará a duplicar un tramo: Vascos-Faro del Fangar (tramo que volveré a hacer mañana), también me ha hecho adelantar en coche algo, como Cambrils, que veré dentro de cinco días. Una anticipación que no supondrá repetición de camino y que me permitirá comer en la Confradia, aunque no será gratis, como la cena de hoy. Otro día de dar gracias a la calidad y calidez personal de Salvador y Nicanor y que me ha permitido conocer un arte de pesca ancestral que, me parece, ya vi en algún reportaje de pesca en Senagal o en algún otro país del África Subsahariana.

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