lunes, 27 de mayo de 2013

Etapa 44 (222) Barcelona-Montgat

Etapa 44 (222) 11 de julio de 2009, sábado.
Barcelona-Sant Adrià de Besòs-Badalona-Montgat.

Avanzada la tarde saldré de Barcelona pero, entre el entretenimiento de la Rambla de Cataluña, mi baño en la playa de San Sebastián, la visita a La Mar Bella, y el concierto de Metallica, se me hará demasiado tarde para encontrar un sitio adecuado para dormir. Además me ocurrirá algo que no me había ocurrido nunca en los 222 días que llevo caminando desde que salí de Saint Palais (Donapaleu).

Despertar en Muntaner
Me levanto hacia las ocho. Orino y cago. Me ducharé más tarde. No tengo ninguna gana de escribir el diario. ¿Será por mi jornada atípica urbana? Mis amigos tienen muchos libros e infinidad de DVD de películas. No en vano disponen de un espacio para cine en casa (Home cinema). Me entretengo en buscar títulos de películas conocidos y observo los recuerdos que se han ido trayendo de los muchos viajes exóticos que han hecho. Los tienen muy bien distribuidos, sin recargar, por paredes y repisas. La mayoría son bonitos y de calidad. Me fijo mayormente en un trozo de friso tallado en madera policromada y con algo de pan de oro, que adquirieron legalmente en Birmania; pensaban que tendría poco valor pero, lo llevaron a restaurar, porque se les había roto y ha quedado como una pieza de museo. ¡Me encanta! Carmen se levanta la primera y charlamos, mientras Ignasi sale desnudo a la ducha. Cuando él sale, me afeito, vuelvo a cagar con consistencia y me ducho también. Carmen baja a comprar croissant, ensaimadas y donuts y los que sobran los mete en un bote, para que se conserven mejor y comérselos mañana. Sin ver el despacho de Ignasi, donde suele trabajar, y dejando la cama tal como está, salimos a pasear por Barcelona.

Otro paseo urbano por la capital. Claustro de Santa Anna
Barcelona siempre me ha gustado mucho. En principio, Carmen había planeado que Ignasi y yo nos fuéramos a su playa preferida pero, entre que el día ha salido nublado, ella ha podido aplazar para la tarde una actividad que tenía prevista para la mañana, y que yo prefiero estar con los dos, salimos los tres de paseo. La clase de Carmen está relacionada con su afición a los bonsáis y es sobre fabricación de las bandejas cerámicas especiales donde éstos se cultivan y exponen. Se lleva el material que necesita y queda con una miga para ir esta tarde.

Vamos dando un paseo por las Ramblas, la Gran Vía y entramos en la iglesia de Santa Anna; ha habido un acto, quizás una boda, y tenemos oportunidad de visitar el claustro, que está abierto por esta razón. Saco foto a la pareja. Recuerdo que era una boda y habían tirado pétalos de rosa y arroz. Al sacar la foto me doy cuenta que ayer no saqué ninguna a Luisa. Podré sacarme con ella al regreso. Esto es lo que pienso y otra cosa será la realidad. Con la foto de Ignasi y Carmen en el claustro de Santa Anna, se me acaba el rollo y tengo que poner uno nuevo. Entonces me doy cuenta de que he perdido o me han robado, las almendras peladas que me dio Luisa.

Caracoles en Mussol
Enfilamos hacia el restaurante, Mussol, que significa buho, pero tenemos que esperar al siguiente turno porque está repleto de comensales. Esta circunstancia, será otra de las que me retrasará mi salida de la Ciudad Condal. Mientras esperamos en la barra, hablamos del resto de los nueve de Argelia: Aida que, según me dicen, se casó, de Gloria que sólo se presenta cuando ella quiere, de Vicente, que es el más próximo, pues vive en Ordizia, y tengo tan poco en común con él, que nos vemos de ciento en viento. Precisamente, en el último puente de la Constitución Inmaculada (2012), que estuvieron las dos parejas en Irun: Carmen e Ignasi, Anna y Javier (su reciente esposo), hicimos por vernos en Arantzazu. Vicente apareció con su mujer y sus dos hijos (chica y chico). También hablamos de Pilartxo, la pamplonica, y del frío que pasó la primera noche en el desierto, cerca de Illizi. Y, cómo no, del organizador de la aventura, Txema Elósegui, con quien me encontré el 10 de mayo pasado (2013) en Donostia y quedamos en que le acompañaré cuando se anime a hacer la Ruta Licia, por Turquía. Un encuentro que fue un bonito regalo de mi cumpleaños.


Cuando nos asignan la mesa, pido escalibada y caracoles. La escalibada está rica, pero los cargols los han cocido con poca sal, así que los voy sacando de su madriguera y comiendo por grupos, mezclándolos con la salsa seca de jamón y chorizo picadito. Así están muy ricos. Bebemos un vino del año de la tierra que me resulta algo áspero. También está muy rico el postre: una pirámide de chocolate con salsa de naranja. Termino con cortado descafeinado y nos despedimos de Carmen, que va a su cita y yo, con Ignasi, vamos hacia su casa. Recojo el equipaje y le pido que me oriente para salir de Barcelona. ¡A ver si el próximo año hay un puente para ir a Irun! Me despido de él, agradecido por su invitación tan completa y voy saliendo hacia Provenza, Aribau, Balmes, para salir a la Rambla de Cataluña.

Nudismo en la Rambla de Cataluña
Alguna vez hablando con mi amigo Juan (Irwing), el nudista que vive en Hendaia y que suele ir desnudo en bicicleta o en el Topo a Donostia, del que ya os he solido hablar, cuando me contaba que se había paseado desnudo por las ramblas de Barcelona, yo le solía decir que a mí ese tipo de nudismo no me interesaba, que me gusta estar desnudo en la playa, bañarme, tomar el sol y conversar en compañía y si los demás están desnudos, mejor. ¡Ya lo dije! Basta que afirme alguna cosa para que, en la primera ocasión, me contradiga. Hoy va a llegar esa oportunidad.

Bajando por la Rambla de Cataluña, voy incómodo ya que, con tanta gente, y con mis mochilas, tengo dificultad para sortear a los viandantes, lentos paseantes, que no llevan ninguna prisa. Yo que voy a paso acelerado, me desespero. Hay muchas estatuas vivientes a lo largo del recorrido con gente agolpada a su alrededor. Ya he pasado frente a la Boquería, y veo a un chico pintado de amarillo que me parece que puede estar desnudo; así que me acerco. La gente le fotografía y yo dudo si hacerlo o no y decido marcharme sin más; pero me acuerdo de lo que hablé con el de Hendaia y me acerco al vestido de pintura y le pregunto. Me dice que el 19 de julio van a hacer una reivindicación de desnudos con cuerpos pintados, me da un impreso de propaganda y me invita a participar. Le digo que probablemente en esa fecha ya habré llegado a la Costa Brava y que no podrá ser, pero la idea de contribuir al manifiesto me apetece. ¡Quién iba a saber que ese domingo ya iba a estar en Irun! Le digo que soy nudista y le pregunto si puedo desnudarme y sacarme una foto con él y me dice que sí. Una chica, que se ve que es del grupo, custodia mis mochilas y mi ropa y saca una foto con mi cámara y me pregunta si me puede sacar otra con la suya. Le digo que sí y a los pocos días ya la veré colgada en Internet.

Me visto, les deseo suerte para el domingo 19, que tenga éxito el acontecimiento, y me voy con las mochilas hacia Colón y la Barceloneta. Según me estoy yendo, leo el prospecto de la propaganda y veo que es un tema más de consumo, de otra compañía telefónica, Más móviles, y que utiliza el desnudo como reclamo. Casi me arrepiento de haber participado, pero ya no tiene remedio. Además ha sido una oportunidad para desnudarme que, sin esa escusa, nunca habría hecho en las Ramblas. Se lo comunicaré a Juan, en cuanto lo vea en Hendaia.


Hacia la playa nudista de San Sebastián
Que no será la de la Zurriola donostiarra. Salgo de la rambla central hacia el lateral izquierdo, que parece está menos concurrido y me dirijo hacia el Museo de Historia. De allí me acerco a la playa de San Sebastián, donde no veo más que tres o cuatro nudistas, me despojo de mochilas y ropas y me doy un baño. Llevaba ya dos días sin meterme en el mar. Me seco paseando por la orilla y, ya refrescado, me voy por el paseo marítimo hacia La Mar Bella. Hasta que se termina voy por la parte baja del paseo.

Playa nudista de La Mar Bella
Se ha terminado el paseo y todavía no he llegado a la duna, en cuya parte trasera, fuera de la vista de los mirones, está esta playa. Por fin llego y accedo a ella por tierra. Muy próximo a la entrada está un chico  con la cabeza tumbada sobre la tripa de otro y toqueteándole la verga, que no se le endereza y, de vez en cuando se la chupa o besa, sin ningún pudor. Me voy un poco más adelante, me desnudo, me baño, salgo y paseo por la orilla algo incómodo, hasta que me seco y, vestido, por la arena seca, me voy. Prefiero mis  la de San Sebastián, abierta y con los mirones que quieran mirar, que este gueto de La Mar Bella que, al estar oculta por la duna, se presta a este tipo de escenas.

Atrapado por Metállica
Llegando a Sant Adrià de Besòs, se empieza a oír un ruido monótono, repetitivo y sin nada de melodía. Luego me entero de que actúa Metállica. Veo que el camino me lleva hacia el lugar de actuación del grupo musical. La organización del acontecimiento me ha obligado a salir de la costa pero, intento camino alternativo, y no hay forma de salir de allí. Hay zonas que están muy sucias y hay demasiadas vallas. Me meto por un laberinto de chapas que no me dejan seguir. No me queda más remedio que retroceder. La música que estoy oyendo, no me suena de nada, pero es que no tengo ni idea de si hay algo de este grupo musical que me pueda gustar. Probablemente, por la hora, los que están actuando sean los teloneros. Cojo un camino para peatones entre dos carreteras subterráneas, que no tengo ni idea de hacia dónde me va a llevar. Nuevas vallas del concierto me impiden el paso. Vuelve a estar todo guarrísimo. Pregunto a un guarda de seguridad y me indica el lugar por donde debo dar el rodeo. Lo doy y ya voy orientado por la fábrica de Procolor y la Central Térmica. Una argentina me orienta hacia la estación del tren y paso sobre un puente sobre el Besòs. Ya me he liberado de Metállica.

De noche busco lugar para dormir. Música con pésimos vocalistas
Sé que hay un albergue en El Masnou, pero temo que no llegaré o, de llegar, lo haré en hora demasiado tardía para pernoctar allí. Ya estoy llegando a Badalona y ninguna de las playas me convence para dormir. Allí encuentro vallas de nuevo, que me perjudican para continuar. Esta vez se trata del nuevo puerto que están haciendo, o de la ampliación del que ya había. He mirado la posibilidad de dormir en uno de los lados del espigón, pero a la derecha, un grupo está haciendo fuego y en el lado izquierdo hay otro grupo. Retrocedo y salgo de nuevo a la carretera y, por arriba, entro en el puerto. Utilizan el puerto como aparcamiento de pago. Paso por la parte de costa de Santa Coloma de Gramenet y compruebo que todas las playas están muy animadas, con gran cantidad de familias celebrando sus cenas, pero, el colmo del gentío lo tendré llegando a Montgat porque, además, hay música en directo en la playa, con tablado y potentes micrófonos. Una chica y dos chicos cantan, y mal, algo que ya sabíamos: Que en Cuba, allá en la Habana, pasan las mismas cosas que aquí en España. Según estoy pasando entre el gentío, pero sin bajar a la playa, inician otra canción. Ahora el otro y la chica hacen el coro y el bajo canta: La noche es negra muy negra (es cierto), la luna es blanca muy blanca (lo será), el negro grumi que grumi (probablemente) y el blanco vela que vela (quizás estará dormido cuando le vengan a robar). Noche que sale la luna. Negro, despierta, despierta… (que si no, por la noche, te llevará el barco). La canción es la que es, los paréntesis son mis añadidos. No me quitarán el barco, porque no lo tengo, pero sí el monedero con los 10,20 € que llevo en moneda. La canción es la que canta el bajo, la romanza de Simpson, en La tabernera del Puerto, de Pablo Sorozabal. Consigo escapar del área de ruido, la estructura del lugar es incómoda. Población: Montgat, carretera, vías del ferrocarril, camino o paseo marítimo, pretil o rocas, playa y mar. Así kilómetros y kilómetros. Pasa algún tren de los tardíos, para los que se trasladan a última hora. Ya estoy saliendo de Montgat y enfilo hacia El Masnou y me planteo, antes de llegar al siguiente pueblo, preguntar dónde esta el albergue juvenil, para saber si tengo que buscarlo antes de entrar en El Masnou, en el medio, o una vez pasado.

Pregunto a la persona adecuada en el lugar adecuado
Por delante, en el camino que va junto al pretil de rocas inclinadas que bajan hacia la playa; camino que, como he explicado, va a la izquierda de las vías del tren, va una mujer con dos grandes perros. Los ha sacado para darles su garbeo nocturno. Le pregunto por el Albergue Juvenil y me responde: “No lo busques, lo tenemos ocupado por La Generalitat, con menores abandonados. Mientras no encuentren otro lugar más apropiado, es probable que los tengan allí hasta final de año”. He preguntado a la única persona que me podía dar esta información. A esto se le llama dar en el clavo y a la primera. Agradezco la información y le digo que, en tal caso, no me queda más remedio que dormir en la playa. Me dice que la playa de El Masnou la están regenerando toda y está llena de lodos y arenas negras, que me conviene quedarme a dormir en Montgat, en la playa donde estoy. Doblemente agradecido, la mujer se va con sus perros que, probablemente, también sean de La Generalitat. Son las once de la noche.

Durmiendo en el final de la playa de Montgat
El acceso a la playa desde el camino es por murete de piedras inclinadas, muy sencillo de subir y bajar, pero yo lo hago por una escalera adosada que, me parece recordar, es de madera y con barandilla de apoyo. Cerca de la escalera hay arbustos. En el lado más al Norte y próxima a finalizar la playa, veo sombras de pescadores; se ven varias cañas en la penumbra. Por el lado más Sur, están dos grupitos, no sé si hay chicos, pero chicas sí sabré que hay, muy alejados de los que escuchan al grupo musical, que sigue desafinando. Están a más de veinte metros de donde yo me dispongo a hacer mi cama. Son las 23:15 h cuando me acuesto. La noche, fuera del haz de luz del tablado musical, es negra, muy negra. De hecho, cada vez que alguna de las chicas de los grupos, siente gana de orinar, se aleja de su grupo, se posiciona a unos cinco metros de donde yo estoy tumbado, entre escalera y arbustos, se baja la braguita, hace su micción y se vuelve a su sitio. Yo, por supuesto, no veo absolutamente nada. Yo también, de madrugada, sin salir de mi saco, meo en la noche. Aún no había asomado la luna. Duermo tan bien, que no me entero de nada.

Balance del día y del inicio de la noche
La mañana y parte de la tarde, hasta la hora de mi marcha, lo he pasado muy a gusto con Carmen e Ignasi y he comido muy bien en Mussol, aunque se nos haya hecho algo tarde. Ha sido curioso lo ocurrido en la Rambla de Cataluña, nunca hubiera creído que me iba a desnudar allí. Bien en la Playa de San Sebastián, parecía que estaba en casa. Mal en la Mar Bella, nunca pensé que estaba en Marbella. Los obstáculos de Metállica y el puerto de Badalona, me han retrasado, pero he llegado en el momento y lugar oportuno, donde la persona adecuada, en Montgat. Por 10,20 € que me han robado, no me voy a rasgar las vestiduras.

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