lunes, 27 de mayo de 2013

Etapa 40 (218) Vilanova i la Geltrú-Sitges

Etapa 40 (218) 07 de julio de 2009, martes. San Fermín. Cumpleaños de Isa.
(Igualada-Montserrat)-Vilanova i la Geltrú-Sitges.

La primera explicación que hay que dar a esta corta etapa entre Vilanova i la Geltrú y Sitges, tiene que ver con lo que ya conté ayer. He dormido en Igualada, donde me llevó mi primo Santi en coche y hoy volvemos a Vilanova i la Geltrú, de nuevo en coche, pero acompañados por mi prima Maribel, su esposa, que hace unos días, el 11 de mayo de 2013, en Altsasu, celebramos sus bodas de oro matrimoniales. Vemos algo de interés de Igualada y me llevan a Montserrat, donde voy por primera vez en mi vida.

Últimas horas en Igualada
Me levanto a la hora prevista, me afeito y lavo la cara y, ¡la novedad del día!, me voy a ver el encierro en la televisión. Resulta sorprendentemente limpio a pesar de la cantidad de gente en exceso; han sido sólo cuatro los pisados y ninguno cogido por el toro. Me ducho, desayuno y entro en Internet, en KZgunea y borro algunas cosas sin mirar. Llego a un mensaje que tiene mucho para leer y lo dejo para otro momento. Leo el de Luisa, que me da el número de teléfono de una amiga, donde se va a quedar unos días cuidando a la madre, pues la amiga se va de vacaciones. Decidiré en el momento de llegar a Barcelona a dónde le llamo. He ido a Correos y me gasto 8,30 € en envío de paquete a mis hijas, con carretes de diapos, mapas y alguna cosa más. Me quito un peso de encima.

La búsqueda del móvil, que no le aparece a Maribel, nos retrasa la salida. Lo llevaba en el bolsillo. Pasa con prisa Fátima con María y Pau y les doy un beso. Digo a Pau que he visto su álbum de primera comunión. Se van. La pequeña, Julia, ya está en la guardería y Fátima ya va tarde a trabajar. No veo a ninguno más de la familia. Me habría gustado, ya que es una familia entrañable para mí. Me llevan a ver el Asilo que es de un discípulo de Sert. Es un edificio curioso en piedra que parecen mal colocadas pero que tienen su lógica. Me gusta. Ahora dudo si era discípulo de Sert o de Gaudí. Foto y salimos hacia el Monasterio de Montserrat.
 
A Montserrat se entra pero cuesta salir
El arreglo de la carretera nos crea dificultades para llegar al Monasterio. Son muchos kilómetros los que abarca la reparación y son los conductores los que lo padecen. “Quien mucho abarca, poco aprieta” El lugar donde está enclavado el Monasterio es espectacular, con esa inmensidad de rocas redondeadas. Lo afea el Monasterio, que es otro comercio más tipo Fátima y Lourdes, con muchas tiendas de recuerdos (souvenirs).

Son unas rocas recias pero femeninas. Si lo quiero comparar, prefiero Arantzazu. La basílica está mejor integrada en el entorno; pero para gustos se hacen los colores. Entramos en la Basílica y apenas me fijo en la Moreneta; están en los previos al Evangelio y me gustan los cantos. Estamos cinco minutos silenciosos en el fondo de la nave y ni nos sentamos. No me entusiasma el texto del evangelio, sobre todo, porque es en catalán. Los cánticos eran en latín.

Salimos y nos hacemos tres fotos para el recuerdo. Cojo agua, y la salida del aparcamiento resultará penosa. La señalización es pésima y al autobús no le admite la tarjeta; el chofer ofrece dinero, pero allí no es posible, intenta con otra tarjeta y tampoco lo que le sirve para decir que el fallo no está en las tarjetas, sino en el aparato. Santi quiere salir porque ya ha pagado los 5 € y si no pasa rápido teme que le caduque el pago. Finalmente salimos, pero tendremos muchos parones por el camino.

De nuevo en Vilanova i la Geltrú
Con brusquedades de frenada y, reconvenido el chófer por Maribel, conseguimos llegar a Vilanova i la Geltrú. Aparcamos en lugar previsto y actualizan la cartilla de la CAN, donde les cargan la contribución de alguna cosa que todavía tienen  en Alsasua. No pueden actualizar y le cambian de cartilla pero, lo que en realidad no va bien es el cajero. Pasamos por el trenecillo que vimos ayer y me explican que permite que se monten personas. Es muy recio, pero muy pequeño, y me sorprende que pueda aguantar el peso de gente, pero así me aseguran, y yo creo a mis primos. Ni ayer, ni hoy, estaba en funcionamiento.

Pasamos por el patio de un colegio o guardería donde juegan un montón de niños. Me acuerdo de mis nietos y les saco una foto. Vamos a comer a un restaurante al que suelen ir, Pare Pere (Padre Pedro). Mi tío Pedro fue mi padrino y era el padre de Santi. Comemos menú y paga él. Yo como mejillones al vapor y calamares a la plancha; me como el tomate de Santi, helado de turrón y cortado descafeinado. Todo gratis. “¡Gracias primos!”. “¡A ver cuándo vais por Irun!”, les digo y le cuento la visita de Lena, la lisboeta, y lo que hicimos. Es muy poco probable que vayan, por los nietos, la huerta y otras ocupaciones. Cuando he contado lo de Lena y el beso que le di se lo doy a Maribel, Santi se ha emocionado y se le han humedecido los ojos.

Paseamos hacia el monumento a Europa, por el paseo marítimo y les saco otra foto mirando al mar. Desde allí miramos hacia una escultura que está en el espigón, próximo al mar. Lo que representa el monumento es un toro y, en sus huecos, Europa raptada. En estos momentos llevamos unos años en que el toro Merkel tiene raptada a Europa. Alemania no está en Europa, sino que Europa es Alemania. Lo que no consiguió Hitler lo está logrando Merkel. A las cuatro de la tarde, nos despedimos con un abrazo. Ellos se van al coche y yo me voy hacia el monumento a Europa, para verlo de más cerca.
 

El Rapto de Europa. Un baño desnudo de despedida
Escultura de chapa troquelada. Es cambiante según la posición del que mira, pues el toro, ni se mueve. Ni siquiera el día de San Fermín. La foto supone un homenaje al toro en el día del santo; y eso que no me gusta nada la fiesta taurina.

El cielo está oscuro pero  va aclarando. La premonición de los socorristas, dos chicas y un chico, es que no va a llover. El socorrista es un sudamericano y tiene una paleta forrada de oro con un corazón muy caprichoso. Me desean buen viaje y me saludarán cuando vuelva hacia Sitges. Saco varias fotos del Rapto de Europa, desde distintas posiciones.

Veremos cuál resulta más atractiva. Normalmente, cuando se representa esta alegoría, tanto el toro como la mujer y, a veces, las mujeres, se representan desnudos y para hacer honor al monumento, yo también retrocedo a la zona nudista, por la que pasé ayer por la mañana y no paré. Sólo hay un hombre desnudo, me doy un baño y me seco por la orilla. Luego me visto y voy descalzo por la playa, saludo a los socorristas y llego hasta el puerto.

Gin-tonic en el chiringo Trillas
Empiezo a avanzar en mi viaje, tras el último parón en que he hecho kilómetros en coche. Al terminar el puerto, un negro baja por la riera y en el primer chiringuito pido un gin-tonic; tendrá que ser en vaso de plástico ¡qué fallo! Y, además se ha levantado aire y hace bastante frío; pero soy fuerte y aguanto. Pago 5,50 €. A las 17:15 h he pasado el monolito Puerto-Pau y a las 19:40 h acabo de escribir.

He orinado al llegar y vuelvo a hacerlo ahora, antes de marchar. Me he quedado helado. El chico que me ha atendido, alucina con mi viaje y me dice que la playa del Hombre Muerto está detrás de las rocas que se ven al fondo. Saco foto del faro como despedida de Vilanova i la Geltrú.

Caminando hacia Sitges
Salgo por la orilla del mar pero sin descalzarme y así, cuando llego a las rocas, no tengo que ponerme las sandalias. Desde la arena ya he visto a un hombre que venía paralelo a las vías del tren, lo que me hace pensar que ése es el GR-92. Será un magnífico camino hasta Sitges. Un hombre me informa que la cuarta platja es la de l’Home Mort y Gonzalo, un pescador pesimista, con quien me encuentro más adelante, me lo confirma. Está muy desilusionado con la forma en que está funcionando la humanidad: personas e instituciones. “Una cosa es la teoría y otra la realidad”, me dice. La gente se comporta como guarros y él, que trabajó en una depuradora, sabe que una instalación de este tipo, cuando tiene un fallo o funciona con menos potencia que la que se estableció al inicio, hace cosas increíbles. Se queja de que reciben subvenciones de Europa y no hacen ni la mitad de lo programado. Sabe que cuando se produce una avería, lo que la depuradora no puede absorber se lanza directamente y por la noche al mar. “Así están como están nuestras costas y los fondos marinos, llenos de compresas, plásticos y latas”, añade. “Así que no se pesca nada”. Parece que es esto lo que más le duele. Creo que no le falta razón para ser pesimista. Me desea que complete bien el viaje y que lo disfrute.

L’Home Mort es playa de cantos rodados. Hmet
A lo mejor, por ser de cantos rodados, es por lo que se murió el hombre. Me da pena, ya que no me anima a bajar el acantilado. El corte vertical no me deja ver el resto. En el extremo sur camina un hombre con un perro hacia el centro de la playa, separado por rocas, y sólo veo a una pareja, que me parece de chicas, pero que no puedo asegurar. En el otro extremo, un pescador está recogiendo su aparejo y se dirige al camino y llegará a la vez que yo a la confluencia con la vía. Cuando pasa un tren, saludo al maquinista, y alguno pita, como devolución de saludo al caminante. El pescador con el que coincido es Hmet, de Tánger. Le hablo de allí y de Asilah y resulta que de allí es su madre. Le cuento mi viaje por Marruecos y no logro acordarme de la Kutubilla, gemela de nuestra Giralda, en Marrakech. Lleva ocho años viviendo en España y con los papeles en regla. Con la crisis de la construcción, está sin trabajo desde hace un año, pero como cotizó está cobrando el paro. Llegamos a su coche y declino su invitación a montar. Se lo explico y lo entiende. Nos deseamos suerte para el futuro.

Sitges. Ágata y el cementerio
Ya estoy entrando en Sitges y, pensando que Els Balmins ya me la habré pasado, me empiezo a centrar en cala Morisca, que no veré hasta mañana, pues está en Vallvarca y aún queda un buen pedazo para llegar allí. El paseo marítimo de Sitges es largo y resulta grato. En cada playa aparece el nombre de la misma y, en la segunda, me fijo que vienen los nombres de todas, así que pongo atención y ya puedo situar Els Balmins a tiro de piedra. Parece muy pequeñita y casi está pegada al puerto. Así que me queda una esperanza de que hoy aterrice por allí, incluso que pueda dormir en ella. ¡Buenas vibraciones! En un falso dique, un grupo hace una gimnasia especial, quizás estén haciendo tai-chi. Saco foto oscura. La profesora va corrigiendo algunas posturas de los alumnos maduritos.

Llego al Chiringuito, que debe ser el más antiguo de Sitges y pido un bocata de lomo y pago 5,60 € no cojo bebida, así que beberé agua de Montserrat. Voy comiendo el bocata por el paseo. Saco foto con un Sitges bastante oscuro. Hablo con un chico que está sentado en un escalón; está con casco y fumándose un canuto; sonríe, no sé si porque es así o a consecuencia del porrito. Me recomienda la playa que busco. Lo intuyo, más que por el nombre, por las características que describe de la playa. Subo escalinata hacia el cementerio. Ya arriba, en la esquina, me encuentro con Ágata, “ojos de gato”, le digo y me da las gracias. No debe saber que es un título de novela, de película o de ambas. Está ante una puerta singular, que es tema de alguna de sus acuarelas que está tratando de vender. Le hablo de mi viaje y le enseño mi Moleskine. Le encanta. Destaca entre su obra un sol de atardecer, con mucha luz, en el mar. Es difícil de captar. Le deseo continuidad en su producción y suerte en la venta de sus acuarelas y, ella a mí en lo que me queda de viaje. Que le de recuerdos a Machado. “Collioure es muy bonito”, me dice. Cuando llego al cementerio, en el lateral derecho, el más próximo al mar, hay una valla que parece prohibir el paso, pero llega una mujer y veo que la cruza, así que yo también le sigo y, por las rocas, bajo a playa. Toda esta zona de arriba la están remodelando.

Platja Els Balmins. Ramón
Como esta playa a la que he bajado no es la que busco, sino la siguiente, subo a roca y, desde allí, veo cómo un chico acaba de abandonar la playa y en el tramo alto en que estoy, que no me permite bajar a Els Balmins sin descalabrarme, veo abajo a otro que está preparándose para marchar. Es tarde. He llegado demasiado tarde para saber si se practica nudismo, pero veo a Ramón desnudo, que sale del agua, se seca y se viste. Doy la vuelta por arriba y bajo por detrás a la playa. Es catalán pero se considera adoptivo de Bilbao. Se hizo una campaña en el Ayuntamiento de Bilbao, en la que invitaba a todo aquel que tuviera alguna vinculación con la capital vizcaína, a hacerse bilbaíno de adopción. Yo nunca había oído hablar de tal cosa. Pero me lo dice Ramón y me lo creo. “Tengo un certificado confirmatorio”, me dice, y periódicamente recibe información de acontecimientos culturales y de todo tipo. Visita varias veces al año el Guggenheim y la última vez lo recuerda con su hija, metidos en el laberinto de Serra, mostrándoselo de forma lúdica. Interpreto que tiene dos hijas y un hijo, con el que pretende hacer el Camino de Santiago dentro de quince días, dedicándole un mes o lo que haga falta. Hablamos de calzado adecuado, ya que no lo han comprado, y yo le doy mi opinión y las razones por las que voy con sandalias. Hablamos de Miquel Barceló, de su calidad artística y calidez humana. Comentamos que, el hecho de vivir gran parte del año en Mali, es una forma de recuperar lo primigenio de la humanidad. Ramón me comenta que, ante la necesidad de definir el arte actual, habría que calificarlo de decadente, después de la maravilla de Altamira. A mí, Barceló, me parece un innovador. Sus figuras humanas de Mali, y sus cabras, me encantan, ¡qué soltura en el trazo! Ramón no ha traído sus gafas a la playa y la noche se nos ha echado encima, por lo que no puede ver mis dibujos, aunque, después de haber hablado de Barceló, casi lo prefiero. La luna está oculta por las nubes pero, cuando salga, veré que está casi llena. Tendré que dormir alejado de la orilla. Ramón opina que estas nubes no son amenazantes y que no lloverá. Ramón está viviendo de prestado, en una casa cedida por una amiga y no me puede invitar a dormir allí. Le digo que no se preocupe y el lugar donde pienso dormir. Me dice: “buen lugar, fuera del haz de luz”. También me dice que, en caso de lluvia, a la vuelta tengo dos cuevas para refugiarme. Si entro, me acordaré de Altamira, pero procuraré no hacerlo ya que, en todas, suelo encontrar un montón de mosquitos picones. Me preocupa la subida de la marea, pero me dice que no cree que suba mucho más. También me ha dicho que l’Home Mort es playa de las de “aquí te pillo, aquí te mato” y que procura no ir con ninguno de sus hijos. Me despido de Ramón y me desea suerte. Durante la conversación, no ha salido su mujer para nada, lo que me hace pensar que está viudo o separado. Ha sido un bonito encuentro.

Durmiendo en Els Balmins
No tengo mucho sueño, quizás porque hoy no he caminado apenas y, aunque me doy Aloe-Vera y el ahuyenta mosquitos, que hoy será innecesario, no me encuentro con buena disposición para dormir. Gente que baja a la playa para que su perro se expansiones y haga sus necesidades; ocultos en la noche, se abstienen de recoger sus deyecciones. Algún paseante que, si busca algo, no pregunta. Un gato que no me localiza. A las 12:30 h orino sin salir del saco; procuro que no le caiga ninguna gota de mi micción. Ha llegado un coche con dos chicos para sustituir bolsas de las papeleras. Estoy aislado pero en ciudad y hay, por tanto, contaminación lumínica. Si a esta circunstancia añadimos la luna llena, cuando ya ha quedado el cielo totalmente despejado, apenas se distinguen las estrellas del cielo. ¡Qué pena de cielo estrellado que no puedo apreciar! Habría sido muy distinto si hubiera dormido en cala Morisca, que mañana veré, aislada de la mundanal luz. No he mandado postal a mi prima Isabelita. Debiera haberlo hecho hace días para que llegara puntual el día de hoy, su cumpleaños.

Balance de otra jornada atípica
Muy a gusto con mis primos, la visita a Montserrat y la comida en Vilanova i la Geltrú. Recomenzar la caminada con toda la ropa limpia, aunque cometimos el error de meter la esterilla en la secadora y hoy, al hincharla, veo que se han despegado las celdillas internas y se ha formado un gran globo a la altura de los riñones. Todavía espero que me sirva en mi viaje de verano de 2013. También ha sido bonito el encuentro con Ramón, el catalán, bilbaíno de adopción. ¿Por qué no nos dimos señas de correo?

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